Hay hábitos de vida y de alimentación que requieren ser cambiados por las personas. Y, en este Mes del Corazón, vale la pena revisar aspectos que pueden aportar en la protección contra las enfermedades cardiovasculares.
Los lácteos tienen un rol importante en la alimentación. Y, de acuerdo a la investigación reciente, pueden contribuir efectivamente a la salud del corazón, como lo explica el Dr. Samuel Durán, investigador y académico de la Universidad San Sebastián, past president del Colegio de Nutricionistas de Chile A.G, miembro del directorio de la Sociedad Chilena de Nutrición.
“Si uno mira en redes sociales, hay algunos influencers que nos hablan que los lácteos son enemigos de la salud cardiovascular, principalmente por las grasas saturadas; que son de origen animal. La evidencia científica, a través de estudios clínicos y de estudios de cohorte (seguimientos a poblaciones grandes por lapsos de tiempo largos) muestran que el consumo de lácteos, independiente del tipo de grasa, se asocia con una buena salud cardiovascular. Y sobre las enfermedades asociadas a obesidad, síndrome metabólico, hipertensión, diabetes, los lácteos también tendrían un efecto neutral o favorable. En el caso de la salud cardiovascular, el efecto es bastante favorable. Entre los mecanismos que explican este efecto está la saciedad que entregan las proteínas y la grasa láctea que, por ejemplo, ayudan a comer menos entre comidas; además contiene péptidos que pueden ayudar en la reducción de la presión arterial”.
El Dr. Durán cita también al ácido linoleico conjugado (CLA) que tendría funciones antiobesidad y antihipertensión. Otro beneficio es el bajo índice glicémico de los lácteos. Los lácteos fermentados como el yogur y el kéfir poseen componentes que tienen un efecto importante en la reducción del riesgo cardiovascular.
“No es un solo mecanismo (el de la protección cardiovascular a través del consumo de lácteos), si no que varios y otros que están por descubrir, que muestran en forma consistente que las personas que consumen 2, 3 o más lácteos al día, tienen menor riesgo cardiovascular frente a quienes no los consumen”, explica el Dr. Durán.
MITOS
El especialista cuenta que por muchos años se habló del efecto negativo de la grasa láctea, lo que hizo reemplazarlos por alimentos descremados. Sin embargo, la evidencia científica ha demostrado que esto no es así. Junto a ello, está la creencia que los lácteos producen inflamación.
“Los datos en los años ’80 indicaban que el consumo de grasa saturada era negativo para la salud cardiovascular y la obesidad. Pero, la información hoy muestra la contrario. Eso sí, hay que diferenciar las grasas saturadas de los lácteos versus la de carnes rojas procesadas, que son perfiles distintos”. En los lácteos, las grasas saturadas son del tipo “cadena corta” que son neutras, además al ácido esteárico, que también es muy abundante, en presencia del calcio, forma un jabón y se va por las deposiciones, lo cual es un efecto antiobesidad. El ácido mirístico, que es hipercolesterolémico, está muy presente en las carnes rojas pero no así en los lácteos. No todas las grasas saturadas son iguales, resalta, eso hay que diferenciarlo.
Frente a las inflamaciones que producirían los lácteos, como se plantea en redes sociales, los estudios científicos realizados demuestran que disminuyen los riesgos inflamatorios. “Los lácteos forman parte de una dieta antiinflamatoria y no son proinflamatorios”.
INVESTIGACION NACIONAL
El Dr. Durán ha desarrollado estudios y publicaciones en lácteos. Por ejemplo, en lácteos e hipertensión. “Para la hipertensión, los lácteos descremados están asociados a menor presión arterial. Sobre esa base, revisamos la base de datos de la Encuesta Nacional de Salud 2016-17, que es una muestra representativa con más de 5 mil chilenos y comparamos qué pasaba con la presión arterial de sujetos que consumían y no consumían lácteos y vimos que era mucho menor entre quienes consumían lácteos y que, además, tomaban lácteos descremados. Eso es muy similar a lo que dice la literatura internacional”.
También ha realizado estudios sobre lácteos y peso y grasa corporal. En 2017 se tomó una muestra de 500 hombres físicamente activos, a quienes se les efectuó una encuesta alimentaria y se les midió composición corporal. Al analizar por consumo de lácteos y composición corporal, quienes consumen 2 o más porciones de lácteos, tienen menos peso corporal y menos grasa corporal que los no consumidores.
“Es positivo que vayamos sacando nuestros propios datos, ya que muchas veces se obtienen desde Estados Unidos y Europa, asumiendo que nos comportamos igual. Son datos nacionales y concordantes con la literatura internacional, no hay diferencia étnica o de otro tipo y eso muestra que el efecto de los lácteos es favorable”, cuenta el investigador de la Universidad San Sebastián.
Los estudios locales fortalecen la información que el consumo moderado de lácteos asociado a una dieta saludable tiene un efecto protector en la salud cardiovascular, destaca, que son la primera causa de mortalidad en Chile. “Si vamos controlando los factores de riesgo como la obesidad, ya que los lácteos están asociados a un menor riesgo de ella; diabetes, en que los lácteos lo disminuyen, al igual que la hipertensión y síndrome metabólico, de alguna forma controlaremos la enfermedad cardiovascular”.
El ROL
Son un alimento muy importante en la vida humana, dice al referirse a los
lácteos, que han sido, son y serán parte fundamental en la dieta. “Entregan
proteínas de alto valor biológico, una muy buena cantidad de calcio y vitamina
B12. En un estudio que hicimos con adultos mayores en Chile, determinamos que la
mayor fuente de vitamina B12 era por lácteos y no por carne”.
Los lácteos poseen la matriz láctea, que proporciona una serie de nutrientes que impactan positivamente en los seres humanos. Son de fácil acceso y a un precio que no es alto, contribuyen a suplir necesidades de minerales y vitaminas, tanto lácteos enteros como descremados.
Fuente: Sialaleche.org