La leche y los derivados lácteos son fuertemente demandados en el mundo.
China, por ejemplo, viene aumentando las importaciones de estos productos a
razón de 9,6% anual desde el 2013 a la fecha. Se cree firmemente que en el
futuro la demanda seguirá aumentando al ir creciendo cada año los ingresos per
cápita de los países en desarrollo, aumentando su poder adquisitivo y
consumiendo cada día más proteína animal (carnes + leche).
Por otro lado, las bebidas vegetales, mal llamadas leches, que buscan
competir con la propia leche, vienen creciendo año a año fuertemente en términos
de porcentaje contra años anteriores, pero en cuanto a volumen total todavía son
una pequeña fracción del negocio lácteo. Son un nicho al cual solo los
consumidores de mayor poder adquisitivo pueden acceder y es bueno que existan ya
que la competencia le ha hecho bien a la cadena en su conjunto.
A partir de esta competencia y de la necesidad de los consumidores de saber
el origen y cómo se produce lo que comen y beben, es que el sector lácteo
comenzó a comunicar más y mejor lo que hace y por qué es tan importante y
central para combatir el cambio climático.
Como dice el dicho en inglés ¨It´s not the cow, it´s the how¨ (no es la vaca,
es el cómo).
El problema está mucho más lejos de la vaca de lo que se dice.
Gran parte de la solución al cambio climático pasa por reducir el carbono de la atmósfera y acumularlo en el suelo.
Este proceso no es posible si no es a través dela fotosíntesis de los
pastizales, cultivos y pasturas que luego son pastoreados y/o utilizados por los
rumiantes que son los únicos capaces de aprovecharlos y transformarlos en
proteína. Por lo tanto, si no hay rumiantes que consuman los pastizales, estos
se envejecen y pierden la capacidad de fijar carbono en el suelo, de forma tal
que se corta el ciclo del Carbono.
La lechería no escapa a lo que les sucede a muchas industrias. Cada año hay
menos productores en el mundo que producen más leche con casi las mismas vacas.
¿Cómo es esto posible? La producción individual (Lts/Vaca) en el mundo crece año
a año producto de la mejora genética, confort animal, nutrición, etc. Los
productores cada vez son más grandes porque en un mercado tan competitivo si no
tienen escala no pueden hacer las inversiones necesarias para ser eficientes y
no salir del negocio. El gran desafío es producir más por animal sin aumentar o
reduciendo la huella de carbono.
La lechería mundial viene generando un notable proceso de mejora en la
eficiencia en las distintas etapas de producción. Tecnologías como semen sexado,
análisis genómico de los toros, aspersores y ventiladores que evitan el stress
calórico en las vacas, retiradores automáticos, collares detectores de celo,
robots de ordeñe, suplementos minerales, levaduras, entre otras fueron las
responsables de que hoy una vaca pueda producir más leche por kilo de alimento
consumido que la que producía en el pasado.
Jude Capper, investigadora inglesa, comparó la lechería americana del 2007
contra la del 2017. Ella sostiene que en el 2017 se requirió el 75% de las
vacas, 83.6 % de los alimentos, 80% de la tierra y 70% del agua con el 25 %
menos de desperdicios para producir un litro de leche versus el 2007.
En solo 10 años lograron que la emisión de metano (GEI producido por los rumiantes) por litro de leche producido se reduzca un 20%.
Las tecnologías que nos van a permitir alcanzar los niveles de eficiencia que
necesita la industria, están hoy disponibles en el mercado. El problema es el
acceso de los productores a las mismas ya que es necesario poder disponer en el
mercado financiero créditos razonables y a largo plazo.
Argentina, como país, debería definir qué papel quiere jugar en el comercio
mundial de productos lácteos en la década que comienza y trabajar para lograrlo.
La producción nacional viene estancada hace casi 20 años 10,5-11,5 miles de
millones de litros. Solo en momentos de estabilidad crecimos sostenidamente año
tras año. En los 90 la producción creció un 7% anualmente y desde el 2000 al
2020 apenas el 0,3 % (Fuente: Dairylando).
En un mundo que demanda cada día mas productos lácteos y con las ventajas
competitivas que tenemos como país deberíamos estar pensando en producir al
menos un 50% más de leche y exportar más productos alto valor como leches
maternizadas, quesos duros, yogures y leches especiales sin lactosa, con más
proteína, etc.
Para lograr esto necesitamos poder mirar a largo plazo, consensuar un plan sectorial y definir las políticas que nos van a permitir cumplir dicho objetivo. Con la mirada siempre en el corto plazo se hace muy difícil proyectar grandes objetivos. Una vez más, depende exclusivamente de nosotros.
Por Francisco Oliverio
Fuente: Producir Conservando