El Ing. Agr. Sebastián López Valiente, junto a un equipo del INTA Cuenca del Salado y la Chacra Experimental Bellocq, Buenos Aires, trabaja en nutrición durante la gestación desde hace más de 8 años por su alto impacto en la eficiencia ganadera. Inicialmente estudiaron cómo afecta la restricción alimentaria de la hembra preñada en el crecimiento y desarrollo del ternero hasta la faena, y luego avanzaron con el efecto de la suplementación proteica en los primeros meses de lactancia. Hoy, Valor Carne presenta los resultados del primer ensayo de esta nueva línea de investigación que fueron divulgados durante el 44º Congreso Argentino de Producción Animal (AAPA).

“En la primera etapa pudimos concluir que la restricción proteica de la vaca durante el último tercio de la gestación afecta principalmente el número de fibras musculares, algo que no llega a compensarse con el crecimiento posterior y, finalmente, los animales rinden menos al gancho o tienen menor área de ojo de bife”, recordó López Valiente, advirtiendo que esto perjudica directamente el bolsillo del productor y limita los mercados de la industria.

¿Por qué estudiamos esta restricción nutricional? “En la Cuenca del Salado los productores mantienen altas cargas durante años y eso afecta directamente el estado corporal de los animales”, respondió, detallando que, aún así, muchos logran buenos porcentajes de preñez dependiendo de las condiciones climáticas. “Entonces, queríamos ver si un ternero hijo de una vaca restringida es igual al de una vaca bien nutrida. Ahí, comprobamos los impactos negativos en la progenie, que mayormente no son gratis”, subrayó.

Otra conclusión es que algunas secuelas de la restricción nutricional continúan durante los primeros meses de vida del ternero. “Las fibras musculares, de las que hablábamos, se ven afectadas directamente durante la gestación, mientras el potencial de deposición de grasa intramuscular se comienza a definir en el último tercio de esa etapa y se termina de establecer en los primeros meses de lactancia”, explicó. Por eso, los investigadores se dedicaron a estudiar cómo podían modificar esa deposición de grasa, que valoriza la res, a través de marmoreo, programando la nutrición de la madre.

En tal sentido, en la Cuenca del Salado la época de partos coincide con el invierno cuando hay baja calidad y disponibilidad de forraje, por lo que las vacas se someten a pobres niveles nutricionales durante el inicio del amamantamiento. “Nuestra hipótesis era que una suplementación proteica durante el posparto temprano, podría generar una mayor producción de leche y, con ello, un mejor crecimiento de los terneros”, planteó.

El ensayo

Se utilizaron 28 vacas Angus preñadas y el tratamiento comenzó a los 15 días del parto y finalizó el día 90. El grupo control recibió rollos de moha y el suplementado ese mismo alimento con un concentrado proteico (NUTRALMIX: 30% de proteína bruta y 2,8 de energía metabolizable), mezclado en el comedero y ofrecido a voluntad con limitador de consumo. “Medíamos la producción de leche y pesábamos los terneros cuando hacíamos los ordeñes”, contó López Valiente, indicando que después del tratamiento los dos grupos fueron a un mismo potrero con pasturas perennes hasta el destete.

Las vacas que recibieron la nutrición mejorada produjeron más leche durante los 75 días de tratamiento. “Lo que nos llamó la atención es que una vez finalizada la suplementación, las que producían más continuaron haciéndolo hasta el destete”, aseveró.


En concreto, esa mejor nutrición temprana llevó a que las glándulas mamarias siguieran produciendo más leche a lo largo de la lactancia. “Esto trajo aparejado que, cuando terminó la suplementación, el ternero ya pesaba 20 kg más que el control y esa ventaja superó los 40 kg al destete, más precisamente hubo 42 kg de diferencia”, apuntó. Y señaló: “además, registramos que las vacas ciclaban un 20% más a los 45 días de paridas o sea que podían lograr una concepción adelantada”.

Anticipo 2022

Luego de terminado este ensayo, los investigadores recriaron el ternero que ahora está en etapa de terminación a corral. “Esta nueva investigación no está en el trabajo que publicamos en AAPA, nos gustaría poder difundirla en el congreso del año que viene, ya que estimamos que en enero esos animales irán a faena”, adelantó.

El proyecto es analizar el rendimiento de la res y distintos atributos de calidad de carne como terneza, deposición de grasa y área de ojo de bife. La idea es ver si esos 75 días de suplementación proteica de la madre lactante, que se hacen en un momento crucial del desarrollo de la progenie, impactan también en el novillo terminado. “Estamos pesando mes a mes y lo que surge hasta ahora es que siguen con 40 kg de diferencia, es decir que los hijos de vacas que recibieron la nutrición mejorada continúan siendo más pesados después de casi un año de vida”, reveló.

Para finalizar, López Valiente destacó que esta suplementación corta es una práctica interesante y biológicamente eficiente. “Si los productores pudieran invertir algo más en el vientre, tienen la alternativa de adoptarla porque hay investigaciones que avalan su excelente respuesta”, concluyó.

Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein
Fuente: Valor Carne