La configuración de secuencias agrícolas, que incluyan cereales y leguminosas, podrían ser una alternativa frente al predominio del cultivo continuo de soja. En este sentido, desde el INTA Paraná –Entre Ríos– promueven este modo de producción por su aporte de residuos vegetales en cantidad, diversidad y calidad, lo cual contribuye a mejorar la salud del suelo.
Las secuencias agrícolas más diversas mejoran la eficiencia en el uso del agua y de la radiación solar y favorecen el retorno de residuos de cosecha al suelo. Para lograr esto, Carolina Gregorutti, especialista en producción del INTA Paraná, remarcó que “se deben combinar diferentes especies vegetales en una secuencia que aseguren el menor impacto sobre la salud del suelo y el medio ambiente, con el objetivo de cubrir las nuevas demandas en torno al desarrollo de mejoras productivas”.
Sin embargo, la implementación de estas nuevas secuencias podría generar
tantas o más emisiones de óxido nitroso (N2O) –un potente gas de efecto
invernadero causante del calentamiento global–, en comparación con secuencias
con mayor proporción de soja. Para contrarrestar esa situación, el grupo de
investigadores evalúa secuencias alternativas que incluyan leguminosas
invernales, que favorecen la fijación biológica de nitrógeno, y cereales como el
maíz, con metabolismo C4 de alta eficiencia en el uso de este último.
Asimismo, Gregorutti puntualizó en la importancia de un adecuado manejo de la fertilización nitrogenada a partir de la correcta elección de la fuente, dosis y momento de fertilización, ya que su aplicación desmedida puede ser la responsable de una gran proporción de las emisiones de óxido nitroso.
“Si bien los valores de la emisión de óxido nitroso acumulados durante los
dos años de estudio fueron un 30 % menos en la secuencia soja-soja, las
secuencias trigo-soja y arveja-maíz registraron una menor pérdida de óxido
nitroso en relación a la producción de biomasa y el rendimiento de las
secuencias”, expresó Gregorutti.
Además, la especialista destacó que las secuencias diversas derivan en mayor aporte de residuos vegetales en cuanto a la cantidad, la diversidad y la calidad, lo cual contribuye a mejorar la salud del suelo.
En este sentido, el desafío radica en diseñar agroecosistemas eficientes y sustentables, que incluyan en ese diseño las estrategias de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero y atiendan la necesidad de lograr un aporte diferencial de recursos nutritivos. “Conocer en detalle las emisiones de óxido nitroso en nuevas secuencias agrícolas, así como los factores ambientales que influyen en la emisión, resulta crítico”, indicó Gregorutti.