La ONU avisa que las emisiones de CO2 crecerán 13,7% en 2030 con nuevos compromisos. Vista de una planta térmica de carbón (EFE)
Es un avance reconocer que la vida depende del ambiente. Basta mirar los dos planetas más parecidos a la Tierra: Marte y Venus, formados con iguales ingredientes. Con el tiempo, Marte se convirtió en desierto gélido, Venus en horno de 460º C, y la Tierra en el planeta de la vida.
¿Qué ocasionó tales divergencias interplanetarias?
Efecto invernadero
La atmósfera es la que mantiene temperaturas estables en la superficie de nuestro planeta y hace posible la vida. También es esencial el intercambio de carbono, equilibrando los flujos ascendentes y descendentes del CO2, entre la atmósfera y la corteza terrestre.
El CO2 atmosférico está en continuo intercambio con las profundidades del océano, escapando por fisuras y volcanes. Estas corrientes controlaron el efecto invernadero, promediando las temperaturas 15º durante miles de años.
Entre otras, la dinámica tectónica regula el ciclo geoquímico del carbono. El aumento de la actividad tectónica impulsa el vulcanismo y la emisión de CO2, con el consiguiente calentamiento del clima. La mayor erosión y la lluvia disminuyen el CO2 atmosférico.
Se debiera elevar la eficiencia energética, optimizando las emisiones con
efecto invernadero, aprender a absorber y almacenar el CO2 emitido en las
actividades humanas
Dos planetas sin vida. En Venus no existen océanos para equilibrar CO2 entre la
superficie del planeta y su atmósfera. Como resultado, todo el carbono queda
atrapado en la atmósfera, que es casi cien veces mayor que la terrestre,
calentando la temperatura a 460º. La falta de océanos imposibilitó equilibrar el
carbono. Marte, por su menor tamaño, se enfrió rápido, cesando la actividad
volcánica y liberación de gases. El CO2 desapareció de la atmósfera; queda una
capa muy delgada que impide el ciclo de carbono.
El intercambio continuo entre el CO2 de la superficie y de la atmósfera es fundamental para estabilizar las temperaturas y posibilitar la vida. No obstante, se carece de información para completar un modelo climático satisfactorio. En tanto, se debiera elevar la eficiencia energética, optimizando las emisiones con efecto invernadero, aprender a absorber y almacenar el CO2 emitido en las actividades humanas.
¿Qué se sabe? Los cambios han afectado la temperatura media de la Tierra a lo largo de su historia, antes de la intervención humana.
Durante cientos de millones de años el clima fue inapropiado para la vida. La superficie del planeta era burbujeante e incandescente, abundaban los cráteres. La atmósfera tenía una composición química muy diferente de la actual. A partir del siglo XX, las temperaturas superaron los períodos preindustriales. Evidencia para los especialistas sostengan el calentamiento resulta del impacto antropogénico.
Pero el Planeta lleva más pasajeros que nunca y las multitudes se alarman. La población mundial pasó de 2.500 millones de personas en 1950 a 6.000 millones en el 2000 y se proyecta a 10.000 millones a la mitad de la presente centuria.
Frenar el calentamiento impondrá gigantescas restricciones e investigaciones a la humanidad, la gran usuaria de combustibles fósiles.
La concentración de CO2 en la atmósfera es 30% superior a la anterior a la Revolución Industrial. En los últimos 420.000 años, el período en el que se disponen datos, nunca se habían alcanzado niveles tan altos. La temperatura global ha subido en el último siglo una media de 0,6 ± 0,2 grados centígrados.
Desde mediados del siglo XX se observa una tendencia creciente de eventos climatológicos extremos. ¿Sería consecuencia de mejores informaciones? Expertos vaticinan que las temperaturas muy elevadas y precipitaciones fuera de lo normal serán más frecuentes y desastrosas para millones de personas, especialmente los más pobres.
Hace 40 millones de años que en la Tierra no se registraban niveles tan altos de CO2. Si bien algunos cuestionan que el hombre sea el culpable del actual calentamiento, ecólogos responden que ningún grupo de investigadores serios ha logrado un modelo que no proyecte que las temperaturas se elevarán en el futuro.
Los investigadores serios aún no han logrado un modelo que no proyecte que las temperaturas se elevarán en el futuro
Los combustibles fósiles están presentes en todos los aspectos de la vida moderna, pero quemarlos libera dióxido de carbono, un gas invisible que calienta la Tierra mediante la absorción de rayos infrarrojos y permanece en la atmósfera durante miles de años. El calentamiento de 1,2 °C por encima de 1790, el año de referencia, ha tenido efectos notables que empeorarían de continuar la tendencia.
La inyección de combustibles fósiles impulsó de manera espectacular la riqueza, movilidad, consumo. La revolución agrícola y consiguientes aumentos gemelos de la producción de alimentos permitieron una explosión demográfica.
En la actualidad, la humanidad pareciera conminada a contraer los insumos energéticos de combustibles fósiles, en los próximos treinta años, o sufrir consecuencias cada vez más gravosas.
No se sabe exactamente cuáles son las temperaturas que llevarían a puntos sin retorno. Como el derretimiento del hielo en Antártica, elevando el nivel del mar 3 metros, o el colapso de la circulación oceánica del Atlántico Norte, la desestabilización del metano atrapado en el permafrost u otros.
Los Gases de Efecto Invernadero (GEI), dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (NO2) y metano (CH4), tienen la propiedad de absorber y reemitir la radiación infrarroja que la Tierra recibe del sol. Gracias a ellos, ocurre un fenómeno conocido como efecto invernadero natural, que permite que la Tierra mantenga una temperatura promedio 15 ºC. Sin ese efecto, la temperatura promedio sería de 18 grados centígrados bajo cero.
Los Gases de Efecto Invernadero (GEI), dióxido de carbono (CO2), óxido
nitroso (NO2) y metano (CH4), tienen la propiedad de absorber y reemitir la
radiación infrarroja que la Tierra recibe del sol
Muchos de estos gases se encuentran naturalmente en la atmósfera, pero también
son producidos por actividades humanas. La acumulación de estos gases en la
atmósfera potencia el invernadero natural, aumentando la temperatura del
planeta.
De acuerdo con el último inventario de Gases de Efecto Invernadero de la Argentina, el 53 % de las emisiones del país están vinculadas al sector energético; el 37 % agricultura, ganadería y silvicultura y otros usos de la tierra; el 6 % a la industria y el 4 % restante a los residuos.
Entre las principales consecuencias del cambio climático destacan:
1. Cambio de circulación de los océanos.
2. Variación de las precipitaciones (según la zona geográfica).
3. Aumento del nivel del mar.
4. Retroceso de los glaciares.
4. Más frecuentes eventos climáticos extremos.
5. Aumento de las olas de calor y frío.
6. Migraciones forzadas.
Tres miradas de economistas Premio Nobel
La disertación de Friedrich von Hayek, de 1974, “la pretensión del conocimiento”, trata la confusión “cientificista” de relacionar datos disponibles para urgir políticas concretas, aunque desconozcan los vínculos entre los elementos relevantes. Si bien esa disertación no aborda el calentamiento, los temores que despierta podrían precipitar acciones desacertadas, entorpeciendo los ingresos de la población.
“La estructura institucional de la producción”, expuso Ronald Coase, 1991, recomienda revisar los modelos del análisis económico, las trabas redundantes, costos de transacción. Así descubrir los costos de oportunidad, respecto del calentamiento, las empresas privadas aportarían mucho si las liberasen de obstáculos artificiales, que desvían mejores alternativas. Los funcionarios públicos suelen confundir recursos, entorpeciendo mejores soluciones.
La urgencia de los dirigentes políticos desbalancea evaluaciones certeras, empujando a despilfarrar esfuerzos. Incorporar los costos del calentamiento global en cada decisión individual favorecería proyectos eficientes, incentivados con la búsqueda sistemática de datos, modelos y anomalías.
“Racionalidad constructivista y ecológica en economía”, planteó Vernon Smith, 2002, destaca los conocimientos que surgen enfrentando conflictos reales. Así se obtiene resultados muy superiores a los anticipados, logrados a través del sistema de precios, descubriendo normas relevantes. Esta mirada generó grandes avances en sistemas de subastas, desregulación de las rutas de las aerolíneas, la crisis energética de California, diseño de sistemas económicos, instituciones de mercado y desempeño, como el caso del mercado electrónico de Iowa para anticipar resultados de votaciones y valores futuros, etc.
Quedan muchas otras colaboraciones de economistas que facilitarían mejores soluciones. En nota de Michael Bloomberg, fundador y principal accionista de la agencia internacional de noticias, y Mark Carney, enviado Especial de la UN para Acción Climática y Finanzas, anterior gobernador del Banco de Inglaterra, 2013-2020, sostienen “Para combatir el cambio climático, poner a trabajar a los mercados”, como financiar la transición a energía limpia. Estiman inversiones del orden de los 100 billones (millones de millones) de dólares, principalmente del sector privado.
Por Enrique Blasco Garma
Fuente: Infobae