Cada vez que el valor de los vientres tiende a afirmarse vemos por detrás criadores ávidos de incrementar la producción. Esto se da básicamente en un contexto de expectativas favorables para la actividad.
Sin embargo, últimamente estos procesos comenzaron a responder a su vez a otro tipo de factores que también juegan fuerte dentro de esas expectativas futuras, nos referimos concretamente a la incertidumbre cambiaria y la necesidad de refugiarse en activos que ofrezcan mayor seguridad en cuanto al resguardo de valor. Es así como tanto el año pasado como el actual, hacia mitad de año el valor de reposición de los vientres tendió a afirmarse, en parte impulsado por expectativas genuinas que despierta la actividad y en parte demandados como vía de escape a la pesificación.
En este contexto es donde entra en juego la relación de reposición de un vientre, es decir la relación entre el valor de una vaca de descarte de alrededor de 400 kg que se vende como conserva y el de una vaquillona preñada para reposición.
El precio de una vaquillona preñada equivale hoy a 2,14 vacas conserva, valor inferior al promedio de los últimos 10 años (2,29). Sin embargo, esta relación viene subiendo en los últimos meses más que nada por la revalorización de la vaquillona preñada. A diferencia de la suba observada de mayo a julio que se dio básicamente por una abrupta caída del valor de la vaca, producto del cierre de las exportaciones. Durante dicho trimestre el valor de la vaca de conserva cayó -en términos corrientes- un 11% para luego recuperar 20% en los últimos tres meses. Es decir que, durante el último semestre, el valor de la conserva se apreció en menos de un 10% mientras que en igual período el valor de la vaquillona lo hizo en un 20%, siempre medido en términos corrientes.
Comparando los últimos doce meses a octubre, el valor corriente de la vaca de descarte se apreció en un 37% mientras que, la vaquillona preñada lo hizo en un 57%, lo que marca una clara revalorización de la reposición y, por ende, un encarecimiento de la relación de compra.
Un año atrás, relación de reposición fluctuaba en torno a 1,95, por debajo valor histórico de 2,29. En un contexto similar al actual, con fuerte aversión a quedarse en pesos, se generaron oportunidades atractivas para iniciar y/o agrandar un rodeo de cría.
Este interés por la retención de vientres jóvenes se ha visto reflejado en la faena. En efecto, los datos de faena de este año, muestran una caída de unas 340 mil vaquillonas (-11%) respecto de los registrado un año atrás, como consecuencia precisamente de una mayor retención tanto de vientres como de terneras para reposición. Sucede que en ganadería los procesos de decisión involucran tiempo y por ende los resultados que hoy estamos viendo en la faena son producto de decisiones tomadas hace tiempo atrás. En este sentido, un dato interesante a observar es la menor cantidad de terneras que este año están siendo destinadas a recría y engorde. De acuerdo con los datos de movimientos de invernada informados por SENASA, hasta julio este flujo había caído en un 5% en relación a 2020 y si observamos el ingreso a los feedlots, la caída se amplía a un 18,5% interanual.
Actualmente, la relación de reposición se ubica en torno a los valores históricos. Si bien no es extremadamente baja como para incentivar una fuerte inversión en vientres, es una relación equilibrada, a diferencia de lo sucedido en 2019 cuando la relación de compra era sumamente barata (promedio 1,75) pero debido a un inusual precio pagado por la vaca de descarte, algo que tampoco incentivaba la retención. Hoy ambas categorías ofrecen buenos valores relativos.
Comparado con el año pasado la relación de compra actual es aproximadamente un 10% más cara y respecto de 2019 la diferencia se amplía a casi un 40%. Si bien esto implica un mayor esfuerzo para retener o bien comprar hembras de reposición con el refugo anual de vacas, el mercado sigue estando muy demando.
Lógicamente no solo del refugo vive el criador. Por el contrario, no debemos dejar de considerar la relación ternero/vientre dentro de esta ecuación, siendo este el principal producto de la cría.
En este sentido, llevado a valores, hoy una jaula de terneros representa un 20% más en ingresos de lo que representaba un año atrás, cuando los vientres se apreciaron un 3,5% en igual lapso de tiempo. Es decir que por cada jaula de terneros que vende el criador hoy puede reponer un 16,5% más de vientres que un año atrás.
En general los precios de la hacienda a valores reales se encuentran muy cerca de los máximos históricos. No solo el ternero ofrece muy buenos valores (65% por sobre el promedio de los últimos 10 años) sino también las hembras -vacas y vaquillonas para cría-, en torno a un 30% por sobre sus promedios. Si vamos a categorías de faena, referenciados en términos generales por el IGML (Índice General Mercado de Liniers), los valores actuales también resultan un 20% superiores al promedio y dentro de este segmento la vaca de descarte, una importante fuente de ingresos para el criador, pese a las trabas impuestas este año, vale un tercio más de lo que valió en promedio durante los últimos 10 años.
Claramente los ciclos de retención más deseados son aquellos que se gestan de manera genuina impulsados no solo por buenos valores actuales sino también por expectativas futuras favorables para la actividad. Sin embargo, también se pueden generar como vía de escape de situaciones no deseadas. Tal es el caso que estamos observando hoy, donde ante la incertidumbre reinante en materia económica y cambiaria, la hacienda termina nuevamente siendo el refugio más buscado por el productor.
Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario