Introducción

¿Se acuerda de esta frase de la diputada nacional del Frente de Todos, Fernanda Vallejos?: “Tenemos la maldición de exportar alimentos, de modo que los precios internos son tensionados por la dinámica internacional. Es imperioso desacoplar precios internacionales y domésticos, ya que los domésticos deben regirse por la capacidad de compra (en pesos) de los argentinos”

En base a las ideas de estas “mentes brillantes”, el Gobierno intervino el mercado cárnico cerrando parte de las exportaciones, abarrotando los frigoríficos con carne que no se consume en el país, dejando morir vacas de rechazo en el campo (los gastos para poder salvarlas superan ampliamente su valor) y desalentando la inversión en ganadería.

El gran desacople de la carne

Hoy podemos decir que, a causa de estos manipuleos de mercados, de la presión impositiva y de la brecha cambiaria, el productor de nuestro país recibe el menor precio de la región teniendo en cuenta el dólar billete (el Washington cara grande que podés comprar en Argentina, Brasil, Paraguay o Uruguay cuando te pagan con plata local).
Si observamos la evolución del precio de novillo pesado de argentina y países vecinos (Cuadro 1), a partir de estas extraordinarias medidas de intervención del Gobierno, los productores ganaderos de nuestro país cobran un 50 % menos el Kilogramo de novillos, que productores de los países vecinos.


Menos consumo de carne vacuna

Ante esta insólita situación del desacople del valor del novillo en pie en Argentina, la pregunta obligatoria es ¿se comen más carne vacuna por habitante en el país? Y la repuesta será también insólita: no, cada vez se come menos carne vacuna.

Si observamos los promedios anuales, veremos que, en los años 2016 y 2017, donde no había un desdoblamiento cambiario, donde hubo una menor presión impositiva (se eliminaron las retenciones a las exportaciones de carne) y donde se liberaron las exportaciones, sin trabas, fueron los años donde hubo un mayor consumo de carne en el país (Cuadro 2). Peor aún en el último informe de CICCRA titula que nuevamente en setiembre de 2021 bajó el consumo a 47,3 Kg/habitante/año.

“Capacidad de compra de los argentinos”

Con esta excusa el Gobierno Nacional decidió intervenir el mercado cárnico en el país, pero lo que no se da cuenta que, por más carne barata comparada con cualquier país en el mundo, si el “poder adquisitivo” de la gente es cada vez más bajo debido a la alta inflación (en setiembre fue del 3,5%) por la descontrolada e irresponsable emisión monetaria, lo único que logra es que el productor ganadero por falta de rentabilidad, trate de reconvertir su negocio, bajando gasto e inversiones, con incidencia negativa para la productividad, mientras la gente come menos carne vacuna porque no le alcanza la plata para comprarla.

En estos últimos 2 años a pesar del gran “desacople del precio de la carne vacuna”, el poder adquisitivo de los argentinos se derrumbó (Cuadro 3) pasando a poder comprar con un salario mínimo 80,9 Kg de asado en setiembre de 2019, a tan solo 48,27 Kg de asado en setiembre de 2021, un 60 % menos.

Menos carne, más pobres

A pesar del bajo valor que reciben por su producción los ganaderos (obligados a producir con quebrantos) y del bajo valor del asado en el mostrador, en el país se come menos carne vacuna por habitante por año. Esto demuestra que el problema no es el “desacople” de los precios internos con los internacionales, el verdadero problema de la Argentina es el impuesto “inflacionario”, que hace que a la gente le cueste más, cubrir sus necesidades básicas.

Conclusión

No hay duda el Gobierno Nacional logró un gran desacople