El trigo es uno de los principales cereales que integra la demanda mundial de alimentos, destacándose su aporte de un 20 % a las calorías que componen la dieta humana. La mejora genética en el rendimiento potencial de sus granos es una alternativa sostenible para aumentar su producción, ya que los cultivares con mayor potencial rinden más que otros en una amplia gama de ambientes productivos.
En un trabajo reciente, coordinado por Fernanda González –docente e investigadora del INTA y del Conicet– se revisan los grandes avances realizados por un grupo interdisciplinario de especialistas del INTA, del Conicet y de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (Unnoba), en relación al estudio de la fertilidad de la espiga de trigo y su importancia para la mejora del rendimiento potencial del cultivo.
“La fertilidad de la espiga o eficiencia de fructificación (FE, granos por g de peso seco de espiga en antesis) fue propuesta como un rasgo prometedor para mejorar el potencial de rendimiento del trigo, basado en su relación funcional con la determinación del número de granos y la evidencia de variabilidad del rasgo en el germoplasma de élite adaptado a las condiciones productivas de Argentina”, explicó González.
La investigadora de la Estación Experimental Agropecuaria Pergamino –Buenos
Aires– del INTA añadió: “Durante los últimos años, hemos sido testigos de
grandes avances en la comprensión de la base fisiológica y genética de este
rasgo”.
Por un lado, las ganancias genéticas obtenidas al utilizar un estimador de la fertilidad de la espiga en la madurez (FEm, granos por gramo de paja de espiga en madurez) como criterio de selección, realizado por las investigadoras Ana Pontaroli y María Pía Alonso, de la Estación Experimental Balcarce –Buenos Aires– del INTA, permitió concluir que este rasgo posee moderados valores de heredabilidad realizada, lo cual es muy alentador.
Luego, la investigación que realizamos en la Estación Experimental Agropecuaria Pergamino, junto con Ignacio Terrile y Nicole Pretini, con la asistencia de Leonardo Vanzetti, del Laboratorio de Biología Molecular de la Experimental de Marcos Juárez –Córdoba– del INTA, permitió identificar y validar los segmentos genómicos que determinan la fertilidad de la espiga, lo que permite pensar en una selección por fertilidad asistida por marcadores moleculares en etapas tempranas de mejoramiento.
“Las regiones que fueron identificadas y validadas mejoran entre un 5 y un 3 % el rendimiento de la espiga”, señaló González quien recordó que esa línea de trabajo se inició en 2007, en la zona norte de la provincia de Buenos Aires.
“Allí se realizó un screening de lo que en ese momento eran variedades élite
de alto rendimiento potencial. De esta manera, estudiamos cómo los materiales
que estaban adaptados a esa área generaban altos rendimientos y cuáles eran las
variables, desde el punto de vista ecofisiológico, más importantes en su
determinación”, explicó la investigadora del INTA quien puntualizó: “Así surgió
la fertilidad de espiga como rasgo prioritario para nuestras condiciones y
germoplasma”.
Un aporte a la producción
“El siguiente paso sería evaluar la respuesta en rendimiento de generaciones avanzadas de un programa de cría después de la selección por alta fertilidad de espiga en las primeras generaciones”, anticipó la especialista a cargo de la investigación.
Las regiones identificadas y validadas en este trabajo interdisciplinario resultan novedosas a nivel internacional. Los marcadores desarrollados aportan herramientas para asistir molecularmente la selección de esta característica, lo cual sería inviable de realizar dada su compleja medición.
“Los principales usuarios de esta tecnología serán los programas de mejoramiento al contar con nuevas herramientas para seleccionar un carácter muy complejo, como es el caso de la fertilidad de la espiga de trigo”, concluyó González.