La edad adulta mayor comienza alrededor de los 60-65 años y es ahí cuando se produce un aumento de la cantidad de grasa corporal y una disminución en la proporción del músculo. De esta forma, las necesidades de proteínas son más elevadas que las de los adultos más jóvenes.
Por ejemplo, un adulto de 70 kg necesita incorporar aproximadamente unos 56 g de proteínas cada día, mientras que una vez alcanzada la sexta década necesitará entre 70 y 84 g para mantener su salud muscular.
La carne de pollo es un alimento naturalmente rico en proteínas de óptima calidad. Tan sólo una porción sin piel aporta alrededor de 40-47% de las necesidades proteicas de una persona mayor tipo.
Asimismo, sus proteínas están conformadas por aproximadamente 20% de los llamados “aminoácidos de cadena ramificada”, los cuales tienen un rol destacado en la formación y mantenimiento de los músculos.
Además, es rica en vitamina B12, un nutriente fundamental en la formación de los glóbulos rojos, así como en el funcionamiento del sistema nervioso. Una porción de carne de pollo cubre casi la cuarta parte de las necesidades de esta vitamina en las personas mayores.
Este producto resulta un alimento óptimo para contribuir a mantener la salud cardiovascular de las personas mayores, en tanto se trata de un alimento con escaso contenido de grasas cuando se lo consume sin su piel. Por otro lado, es una carne naturalmente baja en sodio y rica en potasio, minerales ambos íntimamente relacionados con el mantenimiento de la presión arterial.
Otro factor importante es que se trata de una carne tierna y suave que admite diversos modos de preparación, como el hervido, estofado y horneado, lo que hace que sea muy apropiada para personas con dificultades para masticar. Por todo lo expuesto, la carne de pollo forma parte de una alimentación saludable para las personas mayores.