Los envíos se ubicaron en USD 2,9 mil millones mensuales en el primer cuatrimestre, en USD 3,8 mil millones en el segundo y se estarían aproximando a USD 2,5 mil millones en el tercer y último cuatrimestre. Nótese que, entre el segundo y el tercer cuatrimestre, se estaría produciendo un recorte mensual promedio de USD 1,3 mil millones
• El recorte estacional en las exportaciones agroindustriales implica perder en los próximos meses entre el 15% y 20% de las exportaciones totales, que pasarían a ubicarse (ceteris paribus el resto de envíos) más cerca de los USD 6,0 mil millones que de los USD 7,0 mil millones, una cifra que deja muy a tiro a las importaciones (USD 5,8 mil millones) y que por tanto implica perder el importante superávit comercial que se había logrado acumular gracias a precios internacionales extraordinarios de commodities y una finalmente buena campaña agrícola
• Respecto a los cultivos de verano del ciclo 2021/22 (soja, maíz), que serán muy importantes en términos de ingresos y divisas en el año entrante, si se atiene a los fundamentos económicos, particularmente precios relativos actuales y esperados de granos, todo indica que el área sembrada no debería disminuir y hasta podría incrementarse respecto de la campaña previa, lo que puede significar bajo condiciones climáticas normales un muy buen volumen de producción
Por estos días las empresas agropecuarias están cerrando la comercialización de los granos producidos en el ciclo 2020/21, en aquellos casos en que aún se cuenta con mercadería sin vender, monitoreando lo que sucede con el trigo del nuevo ciclo ya implantado, que evoluciona con matices según zonas, bajo una situación de estrés hídrico que genera preocupación en algunas de ellas, y decidiendo cuántas hectáreas asignar y cómo distribuirlas a la siembra de los distintos cultivos de verano (soja, maíz, sorgo, etc.) en el nuevo ciclo 2021/22.
A continuación, se realiza un análisis breve de los tres temas antes mencionados, importantes para la empresa agropecuaria y la evolución del sector, pero también relevantes en términos macroeconómicos, dada la trascendencia que tiene el campo en el nivel de actividad (particularmente para el interior productivo) y en el frente externo como principal generador de divisas del país.
En un contexto de reservas escasas y tensiones en el mercado cambiario, es importante disponer de algunas referencias del flujo de divisas que puede generar la exportación agroindustrial en los próximos meses, a partir de la comercialización de la producción remanente del ciclo agrícola 20/21 y de la nueva producción que empezará a entrar hacia fines del año (trigo, cebada, etc.). También parece oportuno empezar a discutir la posible evolución de la campaña de granos gruesos 2022, cuyo resultado en términos de volúmenes y valores se presume será muy importante para la economía argentina el año entrante.
¿Cuántos granos del ciclo 2020/21 quedan sin comercializar?
La comercialización primaria de los granos es aquella que va desde los productores hacia el sector exportador o la industria de transformación. Esta comercialización primaria es clave dado que determina el ingreso de los granos al sistema comercial, la posibilidad de exportación y la generación de ingresos y divisas para el país. Todos los granos producidos se terminan siempre comercializando (sería antieconómico no hacerlo), pero puede haber variaciones en el ritmo al que se desarrolla esta comercialización que, como puede deducirse influirán luego en el ritmo de las exportaciones. Una comercialización más lenta determinará una exportación más lenta y lo contrario en caso de una aceleración.
De acuerdo al relevamiento de MAGyP, a fines de agosto se llevaban vendidos 23 millones de toneladas de soja, una cifra muy parecida a la de la campaña previa, y un equivalente al 50% de los granos producidos en el ciclo (se suponen 46 millones de toneladas). Desde hace algunos años, el ritmo de avance de la comercialización de la soja ha ido bajando, distribuyéndose en una ventana temporal más amplia. Como referencia, hace 10 o 15 años, a fines de agosto ya estaba vendida el 70%/75% de la cosecha. En un contexto inflacionario, donde las opciones financieras tradicionales de ahorro rinden negativo en términos reales y existe restricción de compra de divisas, la concentración de capital en un activo atado al dólar como la soja, y además de mucha liquidez, resulta en una alternativa muy atractiva. Considerando lo sucedido en años previos, en el último cuatrimestre del año podrían ser comercializadas unos 10 millones de toneladas de soja, un ritmo de ventas de 2,5 millones mensuales, desacelerando respecto de una media de 3,5 millones en el segundo cuatrimestre.
Por su parte, la comercialización primaria de maíz venía mostrando una gran dinámica, con 33,6 millones de toneladas vendidas a la misma fecha, el 65% de una producción estimada en 51,5 millones de toneladas, de las cuales 31 millones estaban vendidas a la exportación, para un saldo exportable total que puede ubicarse entre 37-38 millones de toneladas. En función de lo anterior, quedarían por comercializar entre 6 y 7 millones de toneladas con destino exportación, a distribuirse en el último cuatrimestre del año y algo que pueda pasar para el 2022.
En síntesis, tanto en la soja como en el maíz, la comercialización primaria viene siendo igual o incluso mayor a la del año previo, no apareciendo aquí un factor que pueda ser un limitante o un freno del flujo de exportaciones. De todos modos, en un contexto de elecciones y de incertidumbre respecto del impacto puede generar el resultado eleccionario sobre la confianza y la política económica, no debería descartarse cierta desaceleración en el ritmo de ventas de los granos que restan de comercializar, respecto de lo que podría ser un “año normal”, particularmente en soja en estos próximos 3 meses.
Una estimación del flujo de exportaciones en el último cuatrimestre del año Entre la comercialización primaria de los principales granos (soja, maíz) y la venta al exterior existe un desfasaje temporal que tiene que ver con los tiempos que demandan los procesos de exportación, ya sea de grano o de producto industrializado; como puede inferirse, el plazo es menor en una operación de exportación de granos sin transformación (“grano tal cual”) que cuando los envíos son de productos primarios que han pasado por algún tipo de procesamiento industrial.
A los efectos de tener entonces referencias más aproximadas sobre el ingreso de divisas de próximos meses resulta conveniente trabajar directamente con volúmenes estimados de exportación para principales productos (y sus respectivos precios medios de referencia), en función de las dinámicas observadas hasta el presente, la estacionalidad habitual (últimos años) y los que pueden ser los volúmenes totales a exportar en el ciclo completo (período de 12 meses, que usualmente se corresponde con los 12 meses siguientes a la cosecha de cada cultivo), dada la producción lograda en cada cultivo y algunas referencias básicas de consumo interno. Esta aproximación al flujo de divisas no está exenta de sus limitantes, dado que las estadísticas de base con las que se trabaja están asociadas a fecha de embarque, es decir cuando los productos son registrados por los organismos aduaneros (SENASA-INDEC), una fecha que luego usualmente difiere (aunque no debería ser mucha la brecha) del momento en que las empresas ingresan los flujos de divisas asociados a esas operaciones de exportación.
De acuerdo a las estimaciones, al cabo de agosto se habría devengado el 80% de las exportaciones anuales de granos y principales derivados industriales, estimadas en USD 37,3 mil millones, restando sólo un 20% para el último cuatrimestre (USD 10,1 mil millones). En un análisis por cuatrimestre, en el primero las exportaciones se ubicaron en USD 2,9 mil millones mensuales, en el segundo cuatrimestre en USD 3,8 mil millones y en el tercero estarían aproximándose a USD 2,5 mil millones. Nótese que, entre el segundo y tercer cuatrimestre, hay un ajuste mensual promedio de USD 1,3 mil millones.
En perspectiva a las exportaciones totales del país (bienes), el recorte de las exportaciones agroindustriales puede implicar perder en los próximos meses entre el 15% y 20% de las exportaciones totales, que pasarían a ubicarse (ceteris paribus el resto) más cerca de los USD 6,0 mil millones que de los USD 7,0 mil millones, quedando muy a tiro de las importaciones (USD 5,8 mil millones), y por tanto, cerrándose el importante superávit comercial que se había logrado gracias a los extraordinarios precios internacionales de las commodities y una finalmente buena campaña agrícola.
El trigo en el ciclo 2021/22
De acuerdo a las distintas fuentes de información que monitorean lo que sucede con los cultivos, el área sembrada con trigo en el ciclo 21/22 se habría ubicado entre las 6,5 y 6,9 millones de hectáreas, una buena cifra en perspectiva histórica, que estaría superando la superficie implantada el año pasado según algunas de ellas; por caso, el Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación trabaja con un aumento del 3,7% en el área implantada y la Bolsa de Cereales de Rosario con una expansión aún mayor del 6,1%. Respecto a la producción esperada, ésta dependerá de los rindes medios que se logren, rindes que se han mostrado muy volátiles en los últimos años, reflejo de las dificultades que enfrentan muchas zonas que producen en secano y en ambientes de riesgo (en cuanto a la disponibilidad de suficiente agua para el cultivo). En las últimas semanas muchas de las zonas productivas han sufrido restricción hídrica, deteriorándose el estado o condición de los cultivos, siendo clave entonces la evolución de las condiciones climáticas en estas próximas semanas.
Tomado un rinde medio de 29 quintales, un promedio histórico asequible, aunque condicionado por la evolución del clima, la producción podría estar entre las 19 y 20 millones de toneladas, según el área sembrada que se considere, una cifra atractiva que estaría por encima de los 17,6 millones de toneladas del ciclo 20/21 y muy cerca de los valores más altos obtenidos (19,6 millones de toneladas en el ciclo 2019/20). En materia de precios internacionales, la situación luce bastante favorable. De acuerdo a las estadísticas oficiales el trigo exportado del ciclo 20/21 estaría promediando un valor de USD 245 / ton, que se ubica por debajo de los precios actuales (USD 285 – 290) y de lo que se está previendo puede valer el cereal en los meses de cosecha del trigo nuevo (precios más cercanos a USD 270-280 / ton). En las distintas plazas fuertes de exportación (Rusia, Ucrania) se observa un aumento en las cotizaciones en últimas semanas, señal de escasez de producto para los meses que vienen, que Argentina podría empezar a capitalizar a partir del cierre de operaciones con fecha a entrega futura.
En síntesis, si el clima acompaña en estas próximas semanas, el ciclo 21/22 ofrecería mayores volúmenes exportables de trigo que en la campaña previa, y tal como viene el mercado, estos volúmenes se colocarían a precios medios superiores a los del ciclo previo, en los distintos destinos que tiene el cereal argentino en el mundo.
¿Cuántas hectáreas asignar y a qué cultivos en el nuevo ciclo 2021/22?
Todos los años por estos días y algunas semanas atrás en algunos casos (particularmente los que hacen dobles cultivos anules y/o quienes están en zonas núcleo), los productores deben decidir cuántos recursos volcar a la actividad, ya sea en términos de hectáreas que cubrirán y/o de los fondos que desembolsarán en insumos de producción (calidad y densidad de semillas, trabajos previos de preparación del terreno, etc.) en cada una de las hectáreas que trabajen.
En esta decisión intervienen factores climáticos (condición de humedad, precipitaciones esperadas), agronómicos (los sistemas de rotación que se utilizan a los efectos de conservar el recurso suelo), económicos (rentabilidad esperada de los distintos cultivos) y financieros (hay cultivos más caros que otros y el capital disponible puede ser insuficiente). Estos factores pueden ponderar distinto según regiones, situación económica de la empresa agropecuaria, vinculación con la tierra (¿propietario o arrendatario?), etc.
Si se atiene a los factores económicos, particularmente precios actuales y esperados de granos, todo indica que el área sembrada con cultivos de verano (soja, maíz, sorgo, etc.) no debería disminuir y hasta podría incrementarse respecto de la campaña previa. Un par de referencias para validar esta apreciación. Si se analizan los precios esperados en el MATBA (Mercado a Término de Buenos Aires) tanto de soja como de maíz para los meses de cosecha 2022, se encuentra que los valores se ubican en los niveles más altos de los últimos años (USD / ton), por tanto, debieran ser estos un atractivo para mantener y hasta incrementar áreas de siembra de la nueva campaña. Por otro lado, los precios actuales de los granos en relación a otros bienes y servicios de la economía, otra referencia que seguramente influye en la formación de las expectativas y en la construcción del escenario futuro, son también buenos en perspectiva. La relación de precios soja (pizarra Rosario) versus precios mayoristas insumos varios (abonos, insecticidas, gasoil) y maquinarias agrícolas se ha ubicado en lo que va del año entre un 20% y 40% de su media últimos 5 años (2016-2020). Y si bien en los últimos meses se observa cierto deterioro en estas relaciones (el colchón se va achicando) todo sugiere que en fecha de siembra seguirán siendo superiores o en el peor de los casos (en el que se combinen una aceleración de la tasa de inflación de los insumos con un retroceso de precios internos de granos) similares a las de últimas campañas. Si bien en los últimos meses la tasa de devaluación de la moneda se ubica por debajo de la tasa de inflación, lo que impacta directamente sobre el poder de compra de los granos (ceteris paribus resto de variables), los mercados de futuros de divisas (ROFEX) están mostrando una aceleración de la tasa de devaluación en los meses pos elecciones (del 2% al 4% mensual hacia fines de año), señal que la estrategia actual del BCRA para estabilizar la moneda difícilmente pueda sostenerse tal como viene, entre otros motivos, por la dificultad de contener precios en un contexto de fuerte crecimiento de la base monetaria y los pasivos remunerados de la propia entidad monetaria.
Finalmente, en cuanto a distribución del área a sembrar entre los dos grandes cultivos líderes de Argentina, el maíz y la soja, los precios relativos actuales y esperados favorecen al maíz, al continuar percutiendo el importante diferencial de Derechos de Exportación que se aplica sobre uno y otro cultivo (33% Soja vs 12% Maíz). En el caso del mercado de futuros (MATBA), el contrato soja mayo 2022 vs maíz abril 2022 se ubica en una relación de precios de 1,64 (puede interpretarse como los kilos de maíz que espera el mercado que podrán comprarse en tiempos de cosecha con 1 kilo de soja), para una media de 1,66 en las 6 campañas previas (2014-2020) y de 1,87 en el período 2001-2014. Por tanto, es de esperar que, de no mediar restricciones climáticas, el cereal siga ganando participación en la superficie total implantada en el ciclo 2021/2022. De todos modos, y como último comentario, debe advertirse que el mercado del cereal enfrenta mayor probabilidad de intervención por parte del gobierno, lo que introduce una cuota mayor de riesgo en su siembra, factor que puede atenuar los incentivos favorables que surgen del análisis “estático” de precios relativos antes realizado.
Por Juan Manuel Garzón
Fuente: IERAL