La presentación del trabajo tuvo lugar en un encuentro virtual, y contó con las palabras de bienvenida del presidente de la Institución, José Martins, quien destacó que “este libro es una excelente demostración de la importancia que tiene contar con reglas claras de juego, estables en el tiempo y pro-inversión en un sector tan competitivo con el agro argentino.”.
En representación de los autores, Economista jefe de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales, Agustín Tejeda Rodriguez, mencionó que con más de 26 millones de hectáreas, Argentina es uno de los países líderes en la utilización de cultivos genéticamente modificados (GM). Desde la introducción de la soja tolerante a herbicida en 1996, se han registrado más de 2.000 variedades GM en nuestro país. Tejeda Rodriguez resaltó que Argentina ha sido uno de los países en donde más rápido se adoptó esta tecnología, capturando sus beneficios de manera temprana en relación a sus competidores. Actualmente, los niveles de utilización de esta tecnología llegan al 100% en Soja, Maíz y Algodón.
A nivel de productor, los cultivos GM incrementaron rendimientos, redujeron costos de producción y aumentaron la rentabilidad, lo que generó incentivos para incrementar el área sembrada. En el período 1996-2020 los planteos con cultivos GM superaron en promedio a los convencionales en 29,1 USD/ha en soja, 35 USD/ha en maíz y 217 USD/ha en algodón.
Entre los beneficios agregados para el país, se subrayó que estos alcanzan USD 159 mil millones para el total de los 25 años, lo que equivale a más de 7 cosechas de soja argentinas. De este total, el 92% corresponden al cultivo de soja, el 7% a maíz y el resto al algodón.
La mayor producción llevó a mayores exportaciones de granos y subproductos, que generaron 153 mil millones de dólares adicionales durante el período analizado, el equivalente a casi 3 años de exportaciones totales del país. Tejeda Rodriguez resaltó que el empleo adicional demandado por las cadenas agrícolas al aplicar la tecnología GM, promedió 93 mil puestos de trabajo directos por cada campaña agrícola.
En términos ambientales, los cultivos GM han favorecido la incorporación de un modelo productivo más amigable con el medio ambiente. Durante la presentación, se identificaron, por un lado, los beneficios por el menor uso y toxicidad de los fitosanitarios aplicados. Por el otro, se indicó que el paquete tecnológico, que incluye a la Siembra Directa, permitió reducir las
Emisiones de Gases de Efecto Invernadero en más de 18 mil millones de kg de carbono, equivalente al consumo anual de 3,9 millones de autos particulares. Asimismo, la biotecnología permitió incrementar el carbono orgánico secuestrado del ambiente en nuestros suelos en 7,3 millones de toneladas para la campaña 2020/2021 y 121,1 millones de toneladas en las últimas 25 campañas.
Mirando hacia el futuro, otro de los autores, el Dr. Eduardo Trigo, mencionó que será muy importante que Argentina continúe aprovechando los beneficios de la biotecnología agrícola, para lo que será clave: cuidar las tecnologías existentes e incentivar la innovación para asegurar que el país continúe siendo un “adoptante temprano” en los nuevos ciclos tecnológicos, valiéndose de las experiencias acumuladas en estos primeros 25 años.
Finalmente, el evento contó con los comentarios de Marcelo Regúnaga, quien tuvo un rol destacado en el desarrollo inicial del marco normativo en relación a la aprobación e inserción de cultivos genéticamente modificados. Regúnaga resaltó que estas medidas fueron parte de una estrategia que permitió el desarrollo de sistemas productivos competitivos y sostenibles, así como del complejo de molienda de soja más importante y eficiente del mundo.
En las palabras de cierre, Ramiro Costa, subdirector ejecutivo de la Bolsa de Cereales, subrayó la importancia de la Bioeconomía como plataforma de desarrollo futuro para el país, de la que la biotecnología es uno de sus impulsores fundamentales.