En Argentina, el consumo de carne está fuertemente arraigado en la cultura alimenticia nacional, principalmente el consumo de carne vacuna, producción tradicional de nuestro país y uno de nuestros productos insignia en los mercados externos. En los últimos años, sin embargo, el consumo de carne vacuna de la población se ha reducido, pero han empezado a consumirse con mayor intensidad otros tipos de carne, principalmente la carne aviar y porcina. En el año 2020, un año de fuerte crisis económica por la pandemia, con caída de ingresos y pérdida de empleos, se estima que el consumo de carne de vacuna se habría ubicado en 50,2 kilos promedio por habitante, un 2,2% por debajo de los niveles del año previo, y probablemente el más bajo de la historia del país (al menos de los últimos 70 años de los que se tienen registros). Esto es un 25% menos de lo que se consumía a principios del siglo, y un 40% por debajo del consumo medio por habitante hace 50 años.
Para analizar los factores causantes, es necesario destacar que el cálculo del consumo de carne es siempre un cálculo residual de demanda, compuesto de la siguiente manera. CONSUMO APARENTE = PRODUCCIÓN + IMPORTACIONES – EXPORTACIONES. Así, con importaciones de carne inexistentes, o sumamente marginales, los cambios en el consumo provienen, mayormente, de variaciones en la oferta o en la colocación externa. Sobre esta última variable parecen hacer foco las recientes medidas de las autoridades nacionales tendientes a cerrar los registros de exportación.
Sin embargo, si bien las exportaciones del período enero-abril 2021 han aumentado en 33.715 toneladas equivalentes res con hueso (un 13,8%, fundamentalmente por los mayores envíos a China) respecto al mismo cuatrimestre del año anterior, también ha caído en 24.883 toneladas la faena (un 4,7%). A largo plazo, el mejor modo de satisfacer la demanda idiosincrática del consumo interno al mismo tiempo que se potencia la inserción de la carne argentina en el mercado global (con la consecuente mejora en la balanza externa del país y en la actividad económica nacional que ello conlleva) es generar un aumento en la oferta ganadera con un crecimiento de los stocks.
Como contracara de la tendencia detectada en el segmento bovino, el consumo de carne aviar ha venido teniendo un crecimiento fenomenal en nuestro país, ganando lugar en el consumo proteico de origen animal tradicionalmente asignado a la carne vacuna en las dietas. A pesar de que en lo que va de 2021 el consumo se redujo en un 3,8% en términos interanuales, la tendencia es de franca expansión; en los últimos 20 años, el consumo medio por habitante creció en un 66% desde el año 2000 a esta parte, y un 25% tan solo en la última década.
En efecto, entre 2010 y 2020 la carne de pollo es el producto que presentó el mayor crecimiento relativo en su demanda en el mercado mundial de carnes, y nuestro país no es la excepción. La mejor relación de precio con la carne bovina y la mayor disponibilidad en mercado (creció un 40% el peso faenado en los últimos 10 años), han coadyuvado al incremento en su consumo.
Finalmente, la producción de carne porcina también ha venido incrementándose de forma sostenida en los últimos 20 años en nuestro país, primero logrando sustituir las importaciones (principalmente provenientes de Brasil), para luego incluso virar su atención hacia la colocación externa del excedente productivo nacional. Este incremento productivo fue permitiendo responder a una demanda para consumo aún baja, pero cada vez más vigorosa.
El cerdo es la fuente de proteína animal más consumida en el mundo. Sin embargo, en nuestro país su consumo siempre fue poco más que marginal. A principios de siglo, un argentino promedio consumía apenas 7,8 kg de carne porcina anualmente; desde entonces a esta parte, se duplicó su consumo por habitante, habiendo alcanzado en el año 2020 los 15,6 kg/habitante/año.
Las amplias disponibilidades hídricas y la posibilidad de autoabastecerse en la provisión de granos (principalmente maíz y soja) hacen de Argentina uno de los países con mayor potencial de crecimiento en la producción de porcinos. Así, están dadas las condiciones para que el consumo de este tipo de carne continúe creciendo en nuestro país y reemplazando a la carne vacuna en adelante.
A la hora de analizar el porqué del cambio en la dieta de los argentinos, podemos argüir una vasta serie de condicionantes: cambios en las pautas del consumo, cambios en la cultura alimenticia, la búsqueda de un mayor balance en el origen proteico, entre otras. Sin embargo, muy probablemente el mayor factor causal sea la conveniencia en precios.
¿Cómo se posiciona Argentina en consumo de Carnes?
En el año 2020, el mundo consumió un total de 98,7 millones de toneladas de carne de pollo, 96,2 millones de toneladas de carne de cerdo y 59,0 millones de toneladas de carne de vaca, según información del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. Nuestro país continúa preservando la posición como el que más consumo de carne vacuna por habitante ostenta en el planeta, en tanto ocupa el top-10 en carne de pollo, y se encuentra en el top-25 de consumo de carne de cerdo.
Por último, en cuanto al consumo de carne porcina, los argentinos se ubican lejos de las primeras posiciones, alcanzando el puesto número 23° en el mundo en cuanto al consumo por habitante. El primero lugar lo ocupa la Unión Europea, con sus 446 millones de habitantes habiendo consumido 44 kg de pollo cada uno en promedio en el año 2020. Lo sigue Serbia, con un consumo de 41 kg/habitante, y luego Montenegro con 40 kg/habitante.
Por Javier Treboux – Emilce Terré
Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario