Sin embargo, estos avances han dejado una huella ambiental en la que toda la cadena agrícola debe trabajar, como la reducción de las emisiones de efecto invernadero, hacer un uso más racional del agua, evitar la degradación de los suelos y proteger la biodiversidad. A estos se suman otros retos de la agenda social y económica como la eliminación del hambre y del desperdicio de alimentos, lograr una mejor inclusión y calidad de vida de los pequeños agricultores, así como aumentar la producción y suplir la demanda de alimentos para una población que llegará a los 9.700 millones de personas en 2050.
La sostenibilidad exige el equilibrio entre lo ambiental, lo social y lo económico, y cuando la enfocamos en la agricultura, exige las mejores prácticas agrícolas que pueden satisfacer las necesidades sociales actuales y futuras en cuanto a la provisión de alimentos, fibras y servicios ambientales.
Las mejores prácticas agrícolas incluyen el uso correcto de las tecnologías, que contribuyen a avanzar en ese equilibrio que demanda la sostenibilidad. Desde prácticas básicas como el uso del equipo de protección personal, el mantenimiento de los equipos, la implementación de programas de Manejo Integrado de Plagas, MIP, y la rotación de cultivos, hasta el manejo eficiente de herramientas digitales, tecnologías biotecnológicas o el uso de nuevas técnicas de aplicación de insumos como los drones.
Agricultura sostenible en America Latina
La adopción de mejores prácticas agrícolas y el uso de nuevas tecnologías más eficientes y amigables con el ambiente son un desafío global. Este esfuerzo requiere la participación de los sectores que rodean al agricultor, como las autoridades locales, regionales y nacionales; los distribuidores y fabricantes de insumos, la academia y organizaciones de la sociedad civil como asociaciones de agricultores. El fomento de las buenas prácticas agrícolas es una misión permanente que va en constante evolución, conforme avanzan mejores técnicas y tecnologías en los cultivos.
A la par de una mayor adopción de las buenas prácticas agrícolas como condición para avanzar hacia la sostenibilidad, también es necesaria la correcta regulación de las nuevas tecnologías. Algunos países de América Latina deben modernizar sus regulaciones y permitir que los insumos con los que cuenta el agricultor sean de última tecnología para que les permitan ser más competitivos. Uno de los retos cuando hablamos de legislar sobre nuevas tecnologías de uso agrícola es que los reguladores tomen decisiones con base en criterios científicos y con evaluaciones de mitigación o reducción del riesgo. Sobre-regular o prohibir el uso de tecnologías bajo argumentos no basados en ciencia, es condenar a los agricultores a producir con herramientas limitadas.
Las agendas y compromisos globales alrededor del cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, la política europea del Pacto Verde y De la Granja a la Mesa, y las recomendaciones de la Cumbre de Sistemas Alimentarios apuntan a adoptar mejores tecnologías agrícolas y a fomentar las buenas prácticas agrícolas para proteger y recuperar los recursos naturales. Objetivos que exigen el compromiso de todos, y demandan un proceso en el cual se de especial importancia a las particularidades de las regiones, a los tipos de agricultura, a sus problemas fitosanitarios y a las condiciones socio económicas que pueden resultar en limitantes que afecten a las agro exportaciones de América Latina. Es necesario que los países latinoamericanos, autoridades, agricultores e industrias tengan una participación activa en diálogo con Europa o con las entidades multilaterales y resalten las particularidades de la agricultura tropical, así como los avances de la región en cuanto a prácticas sostenibles que le permiten ser una región agro exportadora.