En la medida que avance el calor, la garrapata volverá a generar dolores de cabeza. Los tratamientos de la primera generación del parásito debieron hacerse en agosto, por más que se viera poca cantidad sobre el ganado.

“La garrapata no es un problema de la vaca, es un problema del establecimiento”, afirmó el Dr. Rafael Carriquiry, veterinario del Instituto Plan Agropecuario para Rivera y otros departamentos del norte.

El especialista destacó que “es un momento clave para el control” de este ectoparásito, que dejó atrás su enemigo natural: el invierno. Con los fríos baja la infestación en el ganado, porque las larvas que eclosionaron de los huevos que están en el suelo, no tienen la fuerza suficiente como para subirse al bovino.

En los meses de junio y julio no se ven parasitosis en el ganado, aunque en algunas zonas puedan darse casos puntuales. Este parásito vive 20 días sobre el ganado, luego cae y pone huevos en el campo. “En condiciones de temperatura y alta humedad, a los dos meses, sale la larva y se sube a la vaca. Los huevos pueden demorar un año en eclosionar”, explicó Carriquiry a Radio Plan. Una sola garrapata pone entre 2.000 y 3.000 huevos y 80 días después eclosionarán las hijas. El ciclo se repite y cada año son tres las generaciones del parásito que hay que combatir porque están en el campo.

Control. El profesional siempre remarca un concepto clave que el productor debe tener presente: “no hay garrapata invencible”. El primer paso es el control y para eso, hay que hacer un plan de saneamiento del predio afectado con la ayuda de un veterinario.

Carriquiry insistió en la necesidad de armar un plan de saneamiento con un profesional. “Hay que prepararse para ver qué productos vamos a utilizar en su combate en los próximos meses. El veterinario tiene que conocer el establecimiento para saber con qué producto tratar, cuántos potreros tiene, dónde está la mayor parasitación y saber qué pasa en los predios linderos, etc.”.

Hoy, aunque no se vea garrapata sobre el ganado, “hay que hacer un tratamiento (tratamiento a ciegas), aunque no sean tantas o en pocos animales”, sostuvo el extensionista que impulsó la jornada virtual: ¿por qué dejar que mueran sus vacas de tristeza? (a modo de ironía).

Lo otro que el productor utiliza poco, son los test de resistencia a específicos. “Es muy sencillo y se hace remitiendo garrapatas al laboratorio para medir la resistencia a los productos activos que se aplican en el establecimiento para el control del parásito”, remarcó el veterinario del IPA. Ese análisis se hace en el otoño.

Zonas. Uruguay tiene una zona limpia de garrapata al sur del Río Negro y una sucia al norte. En la zona limpia, es obligatoria la erradicación del parásito. En ese caso, el productor está obligado a llamar a un veterinario y establecer un plan de saneamiento. Por lo general, el problema se erradica en el correr de un año.

En la zona sucia, no se puede mover ganado con garrapata, pero el ganadero no está obligado a erradicarla.

La garrapata trae de la mano dos enfermedades que son babesiosis y anaplasmosis, ambas son más conocidas como causantes de la tristeza parasitaria. “Son enfermedades infecciosas transmitidas por hemoparásitos que viven dentro de los glóbulos rojos”, explicó Carriquiry. La primera la transmite sólo la garrapata. La otra puede diseminarla el hombre, en prácticas como la castración y la vacunación, al utilizar instrumentos y agujas infestadas. “La mayor pérdida económica que genera la garrapata es por las enfermedades asociadas. Si en el establecimiento hubo diagnóstico de tristeza parasitaria, hay que vacunar los terneros””, dijo el profesional. Una sola dosis cubre al animal durante toda su vida de las dos babesias y el anaplasma.

Un mito que se arraigó en la ganadería local

Muchos productores creen que el ganado que conoce la garrapata porque es afectado por el parásito, está protegido de las enfermedades asociadas (tristeza parasitaria), porque tiene anticuerpos. Ese es un gran mito que está arraigado en muchas zonas ganaderas.

“El animal que conoce la garrapata no está protegido”, aclaró el Dr. Rafael Carriquiry, veterinario del Instituto Plan Agropecuario (IPA). Según este profesional, la prueba está en que en esos predios, “siempre aparece un animal que muere por las enfermedades asociada a la garrapata”. El profesional considera que “no es aceptable que muera un solo animal” debido a estas enfermedades que pueden prevenirse aplicando una única vacuna. Es por eso que sostiene que “hay muchas cosas para hacer en el establecimiento para que el ganado no se muera”. Lo curioso es que nadie discute el uso de otras hemovacunas contra Clostridiosis o Leptospira.