Si bien las lluvias promedio en el invierno son deficitarias y resultan escasas en la mayoría de los años, la actual campaña se presenta con una menor disponibilidad hídrica que en las anteriores. Esto se debe a una baja recarga por precipitacions otoñales y un marcado descenso en el nivel freático en algunas zonas de la región pampeana.
Frente a este contexto de déficit hídrico, desde el INTA señalan la importancia de medir y conocer la cantidad de agua almacenada en el perfil de suelo y la profundidad y calidad de la capa freática. Es que, esta evaluación cuantitativa permite diseñar pautas de manejo que optimicen su uso en los sistemas de producción.
De acuerdo con Mirian Barraco –investigadora del INTA General Villegas, Buenos Aires–, si bien el rendimiento potencial del trigo depende, primariamente, de la radiación y la temperatura, en regiones subhúmedas –como el noroeste de Buenos Aires, sudeste de Córdoba y noreste de La Pampa– obedece a la disponibilidad de agua durante el ciclo. En este sentido, no dudó en confirmar que “se encuentra fuertemente limitado”.
Horacio Videla Mensegue –investigador y extensionista del INTA Laboulaye, Córdoba– fue más allá y reconoció el impacto: “Por la baja disponibilida de agua, los rendimientos en trigo podrían llegar a ser, en promedio, un 27 % menores, de acuerdo a las estimaciones realizadas con modelos ajustados para la región”.
En esta línea, especificó que de los 70 perfiles muestreados, un tercio presentaban una disponibilidad hídrica menor a los 120 milímetros (mm) hasta los 140 centímetros, otro tercio se ubicaba entre los 120 y 165 mm y el tercio restante superaban los 165 mm. En esta línea, afirmó: “La menor disponibilidad hídrica se observó en el Partido bonaerense de General Villegas, Sur de Córdoba y Noreste de La Pampa”.
Además, detalló que un 37 % de los lotes mostraron contenidos de agua disponible que superaban la capacidad de retención de agua de los suelos, lo que evidenciaba un potencial aporte de napa para los cultivos o la presencia de capas de tosca mas o menos compactas que generan falsas napas. Por otra parte, sólo en el 18 % de los lotes se observó una importante cantidad de agua acumulada por debajo del metro de profundidad.
A su vez, indicó que “la estimación de rendimiento, en función del agua disponible y sin limitaciones nutricionales, en las tres grandes zonas del área de estudio muestra una amplia variación de acuerdo a las condiciones de agua acumulada en el suelo y profundidad de la capa freática a la siembra, y posible precipitación para el período crítico”.
Es decir, en la zona norte relevada (Laboulaye y Villegas), el rendimiento medio estimado, en una situación de lluvias normales es de 3560 kilogramos por hectarea (kg/ha), en la zona centro (América y Roosevelt), el rendimiento medio esperado es 4100 kg/ha y la zona sur (Pehuajó y Trenque Lauquen) es la que mayor expectativa de rendimiento tiene con 6000 kg/ha. Si se considera un posible escenario climático con el fenómeno de La Niña, los rendimientos estimados para las mismas zonas pueden ser, aproximadamente, un 27 % menos con respecto los promedios.
Asimismo, ambos especialistas reconocieron que la cantidad de agua almacenada dependerá de la capacidad de retención de los suelos, de las lluvias previas y factores de manejo tales como el cultivo antecesor, cobertura del suelo, manejo de los barbechos, entre otros.
“En esta región predominan suelos de textura franco, franco arenosas a arenosa francos con moderada retención y, en algunos casos, limitados por la presencia de capas subsuperficiales arcillosas o mantos de tosca a profundidades variables que condicionan el espesor de suelo a explorar por los cultivos”, explicó Berraco.
Estrategia a largo plazo: lo que se viene
Los últimos informes climáticos indican una alta probabilidad de ocurrencia del fenómeno La Niña, lo que persistiría el actual contexto de déficit hídrico. Frente a este panorama, ambos especialistas coincidieron en la importancia de realizar constantes monitoreos y mediciones del agua disponible en el suelo y las capas freáticas.
“Conocer el agua disponible permitirá diseñar estrategias de manejo que optimicen su uso en los sistemas de producción y permitan reducir el impacto”, indicó Barraco, mientras que Videla Mensegue destacó la necesidad de realizar un adecuado manejo de la fertilización nitrogenada y fosforada, así como implementar fungicidas preventivos para resguardar el área foliar del cultivo.
Por su parte, Barraco recomendó para el diseño de la próxima campaña, tener en cuenta la demanda de agua de los cultivos que se implantarán y, en este sentido, optar por siembras más tardías, tanto en el caso de las rotaciones con maíz como las de soja en lotes con baja disponibilidad hídrica.
“Es clave tener en cuenta la disponibilidad de los recursos agua y nutrientes con los que se cuenta a campo a fin de tomar las mejores decisiones para evitar condicionar los rendimientos”, sentenció el técnico de Laboulaye.