Estanislao Garat, administrador de un campo familiar mixto en Trenque Lauquen, es el protagonista de un caso que resalta la importancia de mejorar la eficiencia ganadera aún en tiempos de incertidumbre. Con la seca de 2008 y los malos precios de la hacienda, achicó su rodeo de 300 a 150 vacas y las arrinconó en un médano, para darle lugar a los granos. Sobre esa base surgió una idea que le permitió reinventarse y desarrollar un modelo innovador de cría intensiva, que insume apenas 100 ha agrícolas, el 12% de su establecimiento, y logra buenos resultados económicos, que compiten con la soja. Hoy, tras haberse conectado con Valor Carne a través de la sección “Sea Protagonista” cuenta su experiencia a la red de lectores.

“En aquellos años, dos rollos de alfalfa equivalían a una vaca. Eso me llevó a tomar una mala decisión, vendí la mitad del rodeo y me quedé con algunas reservas. Me parecía un negocio fabuloso, pero después advertí que, con esa escala, los gastos fijos me comían”, recordó Garat. Entonces, un productor vecino, le propuso cortar la poca pastura que tenía, 30 ha, para que se la diera a los animales. “Le respondí que era ingeniero agrónomo, que lo habíamos visto en la facultad y que llevaba años en un grupo CREA, pero que el pastoreo mecánico era para otros países, donde había créditos blandos para maquinarias y gasoil muy barato, que no era para nosotros”, enfatizó. “Pero tanto insistió y como yo estaba corto de pasto y no quería salir de la ganadería, accedí a que viniera a brindarme el servicio”, agregó el empresario, aludiendo al origen del nuevo sistema de cría.

Reinventar el negocio

“Después que probamos, me di cuenta de que era una maravilla, las vacas se alimentaban regularmente con menos superficie de la que necesitaba en pastoreo directo”, rememoró. Así empezaron los cambios: compraron una picadora de 1,40 m de ancho de corte y algún carro forrajero, y con el pasto picado y un poquito de silo de maíz sobrellevaron la escasez de alimentos. “Pudimos soportar una carga de 5 vacas con cría por hectárea de alfalfa, o sea, que nos alcanzaban para todo el rodeo”, pormenorizó.

Las vacas se preñaban rápidamente y el productor empezó a retener las terneras para recriarlas a corral. “Aumenté la superficie de pasturas, a 50 ha, y crecimos en vientres, siempre manteniendo altos índices de reproducción, con más de 90% de preñez y un destete que salía antes, a los cinco meses, con 180 kg”, señaló Garat, refiriéndose a que hasta ese momento algunos terneros se vendían con 170 kg y otros con 150 kg, en distintas fechas, o sea, que los resultados eran erráticos.

Al mismo tiempo fueron avanzando en maquinaria para mejorar la eficiencia. “Cuando sobrepasamos las 300 vacas, teníamos que estar muchas horas cortando pasto, entonces cambiamos la picadora por una de 3 m de ancho y a hélice, en lugar de a martillo”, rememoró, indicando que así bajaron el tiempo operativo y los costos a la mitad, dado que el nuevo equipo cortaba el doble, casi con igual cantidad de gasoil.

Otra ventaja importante fue programar las ventas y capturar más valor de mercado. “Acordábamos la entrega del ternero con tal peso y en tal fecha, y podíamos negociar los precios, con lo cual mejoró el negocio y seguimos creciendo”, pormenorizó.

Desde fines de 2014 a la fecha, pasaron de 180 a 450 vacas y 61 vaquillonas, es decir unos 500 vientres, que mantienen con 86 h de alfalfa y 20 ha de silo de maíz. Con estos recursos, logran preñeces constantes y una producción de terneros homogénea, en tiempo y forma.

“Hoy la ganadería nos insume 100 ha agrícolas, que es el 11-12% de la superficie útil del campo, con una facturación interesante para esta empresa”, subrayó Garat.

El nuevo modelo

Las vacas y sus crías viven en un médano improductivo, que está cercado, donde hay álamos que dan buena sombra y resulta un excelente dormidero. “Se formó por erosión eólica, en los años ‘50, y lo fijaron, pero quedó en medio de campos agrícolas, de modo que puedo tener la pastura muy cerca”, contó, advirtiendo que el sistema no permite acarrear el pasto desde lejos.

De lunes a viernes se reparte la alfalfa recién cortada debajo del eléctrico y los fines de semana los animales van al bajo, para que la gente descanse.

“El secreto de todo esto es que los alimentamos dos veces por día, a la mañana y la tarde. La tarea nos lleva dos horas y media cada vez, el ternero toma leche y se arrima al comedero igual que la vaca”, reveló y avisó que debe contarse con una zona de distribución larga para que todos tengan lugar. “Sin embargo, el trabajo no es esclavizante. Los sábados y domingos, no cortamos, las vacas y sus crías deambulan por el bajo, comen algo, lo que hay, pero eso no afecta la producción”, aclaró, detallando que, si surge un evento climático, les ofrecen algún rollo. “Podríamos ampliar el rodeo, pero nos insumirá más tiempo y no nos quedaría resto para curar la hacienda, atender partos o reparar una máquina”, planteó.

¿Con cuánto personal hacen todo esto? “Tenemos un solo empleado, mientras él pica yo reparto. En realidad, serían dos personas. Vivo en Trenque Lauquen y vengo casi todos los días al campo”, dijo.

Otra fortaleza del modelo es que la curva de producción de la alfalfa copia casi exactamente la de la vaca de cría, mucho mejor que la recría e invernada. “Su requerimiento va aumentando en primavera, cuando está parida, desde septiembre-octubre, mientras explota la pastura; y sigue subiendo hasta diciembre-enero, al tiempo que el ternero va agrandándose. Ya a fines de enero destetamos”, explicó Garat, observando que con el pastoreo mecanizado aprovechan la alfalfa a full en su mejor momento nutricional. “Demás está decir que cortar al 10% floración, nos permite ahorrar carros y hacer más cortes/año”, señaló.

Luego, en febrero y marzo, cuando los requerimientos de la vaca bajan, la alfalfa continúa produciendo bien y, ahí, tienen un sobrante para hacer silo de pastura o rollos. Finalmente, la venta es al destete, en febrero-marzo, porque si no tendrían que seguir con los terneros en corrales.

En síntesis, de octubre a abril, el rodeo se alimenta con alfalfa pura y a partir de ese mes se mechan algunos carros de silo de maíz, recurso que se vuelve exclusivo en mayo y junio. “En el invierno, la vaca va a parir al rastrojo de maíz, para que lo haga en un lugar limpio, no donde duerme. Ahí, no repartimos alimento para que estén tranquilas; y a fines de agosto vuelven el médano y le damos silo de maíz hasta que la alfalfa esté produciendo”, sostuvo.

En plata

La pregunta que todos se hacen es si el margen de este modelo de cría intensiva resulta positivo. “La inversión en máquinas no es tan grande y el gasto en gasoil, que siempre fue un cuco, terminó en 20 litros por vaca/año, no tanto. Con 500 vacas, si se obtienen 400 destetes por año, equivale a 30 terneros, no es gratis, pero lo vale”, destacó.

Para Garat, el negocio paga el alquiler agrícola de la superficie de pastura que está usando y después de todos los otros gastos, sueldos y amortizaciones, queda un margen positivo. “Si se compara con una de soja de 3 mil kg, como rinde en la zona, el resultado es competitivo”, aseveró.

¿Es replicable? “En todos los campos hay un área improductiva o de bajos rindes para las cosechas, donde las vacas pueden vivir, si fuese un médano mejor, pero también puede ser un bajo, a menos que sea inundable”, planteó. Y “si ese lugar está próximo a un lote agrícola, se puede desarrollar una actividad ganadera, que demanda una persona estable, o sea, tengo el campo con gente, algo que hoy en día no deja de ser una ventaja”, observó.

Finalmente, Garat resaltó que el pastoreo mecánico es una herramienta fantástica para mantener un rodeo relativamente grande en muy poca superficie. “Es accesible para productores medios y chicos, que deben ser la mayoría en el país, y les permite lograr altos indicadores productivos y económicos en forma constante”, concluyó.

Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein
Fuente: Valor Carne