Los pronósticos de sequía sobre Argentina hacen ser muy cautos sobre la planificación de siembra para la próxima campaña. Dos sequías seguidas pueden complicar a muchos jugadores del mercado. La última vez que ocurrió fue entre los años 2008 y 2009 con resultados muy negativos para el sector.

Este año nos encontramos en un momento muy particular, muchas voces se alzan presagiando un súper ciclo de materias primas de largo plazo, algo que descarto de plano. Los precios de las materias primas se mantendrán firmes, dado que los eventos climáticos están afectando el stock de oferta, pero no hay razones para pensar en un súper ciclo alcista de muchos años. En el largo plazo el precio de las materias primas es igual a los costos de producción, en el corto plazo el precio podría estar influenciado por la oferta, sin embargo, la demanda no está activa como ocurrió en la década del 2000.

Para comenzar debemos decir que China está en un proceso económico difícil de sobrellevar. La población no está llamada a crecer, y el envejecimiento de las clases sociales afectará la dinámica de crecimiento futura.

La pandemia paró al mundo durante más de 6 meses, los países ricos trataron de sortear el paro con mayores deudas y beneficios sociales para la población, eso no quiere decir que en algún momento tengan que pagar las deudas que tomaron, en el mundo no hay cenas gratis. Los que no pudieron endeudarse, vivieron en carne propia una brusca caída en la actividad económica, devaluación de su moneda, mayor inflación y pobreza entre sus clases sociales.

El mundo no está llamado a un crecimiento sostenido, pasaremos a una montaña rusa con años de crecimiento, pero también con caídas significativas.

Sin precios que volverán a ser record, pero tampoco los del año 2019, tendremos precios firmes. La intensidad de la sequía marcará la oferta, y por ende el rumbo de los precios por venir.

Particularmente en Argentina tenemos la sensación que se están pagando alquileres muy altos, para un año en donde el clima es una gran incógnita. Estamos hundiendo dinero en un proyecto en donde la posibilidad de ganar dinero es muy baja, si los pronósticos de sequía se cumplen. La suba de costos complica aún más.

La logística, el puerto y el agregado de valor

En este contexto debemos observar la baja más importante de la historia en el río Paraná. Es tan grande la baja que los barcos ya encuentran dificultades para cargar. De proseguir este ciclo de baja en el río, el puerto de carga para las salidas de nuestros productos debería trasladarse desde Rosario a Bahía Blanca. Es una afirmación que luce alarmista, pero la probable estatización de la hidrovía, la falta de calado, y la prohibición de profundizar el calado del canal por un grupo de ambientalistas, nos hace pensar que hay que comenzar a delinear un escenario para enfrentarnos a este eventual problema.

La provincia que más produce soja y maíz en la Argentina es Córdoba, si no se puede embarcar en Rosario, el costo de flete para llegar a Bahía Blanca será muy elevado, y nos marcará un diferencial de precios muy alto entre el lugar de carga y la producción. Los descuentos en origen serán tan elevados que habrá que evaluar la posibilidad de comenzar a sacar el maíz en patas, esto implica hacer agregado de valor. ¿Qué pasará con las producciones del norte argentino? El viaje a puerto ya era largo tomando como destino Rosario, si ahora nos corremos a Bahía Blanca hay que repensar la estrategia.

Un maíz con un diferencial de U$S 40 entre Bahía Blanca y Rosario afectará el comportamiento de la ganadería en todas sus versiones. En la medida que nos alejamos de Bahía Blanca el maíz estará más económico, y esto posibilitará el agregado de valor.

La producción de carne en provincia de Buenos Aires será mucho más cara que desde Rosario al norte y al oeste. Habrá un cambio brutal en la forma de hacer negocios, tratando de sobrevivir a la sequía y la bajante del Paraná.

El sector vacuno sufrirá una gran transformación, el clima afectará el estado corporal de las vacas, por ende, la cantidad de terneros a nacer disminuirá, esto elevaría el precio del ternero por efecto de oferta, pero a su vez será una mercadería muy demandada ya que el precio del maíz estará muy bajo lejos del puerto de Bahía Blanca.

Bajo estos supuestos, no vemos una baja en el precio de la carne, todo lo contrario, la mayor población argentina está en el AMBA (Capital Federal más Conurbano) con un estimado de 17 millones de personas, la demanda de mercadería en dicha región seguirá siendo elevada, la oferta probablemente no pueda satisfacer esa demanda y a esto hay que sumarle la probable suba del costo de producción por el encarecimiento del ternero y el mayor precio del maíz en Bahía Blanca. Una buena inversión es congelar un costillar.

Las carnes alternativas también tendrán su repunte en precio, la oferta de cerdo en Argentina es rígida, no vemos inversión en nuevas granjas, y el consumo está estancado entre 15 y 17 kilos per cápita. La demanda de carne de cerdo crece, pero una oferta limitada hará que los precios arbitren a la suba. El efecto precio del maíz en baja lejos de puerto debería incentivar a incrementar la producción, ya que esto mejora márgenes.

En el caso del pollo su plasticidad para elevar la producción y salir a un costo inferior al resto de las carnes lo podría llevar a una mejora en su rentabilidad, más inversión y potenciar su crecimiento. Algo parecido debería suceder con el huevo, se deberían fijar políticas de Estado para enfrentar esta coyuntura.

El Banco Central decidió ampliar la línea de “Financiación de proyectos de inversión” con tasas bonificadas al 30% a todas las empresas, sin importar su dimensión, que realicen inversiones destinadas a incrementar la capacidad productiva de carnes de pollo y cerdo. Estas líneas saldrán al mercado a través de los bancos del sistema, hay ciertas demoras en la implementación, pero saldrían a plazos de 48 meses con períodos de gracia que van de 3 a 6 meses.

El Banco Nación tiene una línea de crédito para retención de vientre a 48 meses, con 18 meses de gracia y una tasa del 34% anual.

El Fondep te califica un proyecto de inversión para que el Banco Nación te monetice un crédito a una tasa del 24% anual y 5 años de plazo, si el proyecto es de interés de la entidad financiera podría bajar la tasa a niveles del 12% anual.

Conclusiones

. – Hay que pensar muy bien el plan de siembra para un año que tiene altas probabilidades de ser niña, no pagar alquileres onerosos y cuidar mucho la liquidez en una campaña en donde los costos son elevados y la producción podría verse afectada por el clima.

. – La baja del río Paraná puede durar un año más, no habría que descartarlo. Esto nos obliga a repensar la logística de los granos en toda la Argentina con la posibilidad de que el puerto de salida se corra a Bahía Blanca. Esto cambia toda la dinámica de los negocios en la región.

. – Los precios no están para un súper ciclo alcista, pero, bajo la presencia de una sequía, seguirán firmes con tendencia a la suba en la medida que los eventos climáticos se confirmen.

. – Hay que repensar estrategias y apostar al agregado de valor en origen, la producción de alimentos cerca de Capital Federal se encarecerá, mientras que en el interior se podrá producir a menor precio, y esto nos dará margen para potenciar negocios y rentabilidades.

. – Debemos trabajar en agregar valor, pero también en la elaboración de productos terminados, para llegar a Capital Federal con productos que nos dejen mayor margen. Habrá que invertir en frigoríficos ciclos 2 en donde se trabaja con el trozado y la preparación de envasados al vacío para llegar directamente a góndola.

. – Debemos tomar la sequía y la baja del río como un problema complejo, pero no nos debe impedir repensar la estrategia productiva y hacer de un problema una oportunidad. Si cambia la música hay que cambiar el paso. En los próximos 18 meses sequía y bajante del Paraná, hay que cambiar la forma de hacer negocios.

Por Salvador Di Stefano - Economista y Director de Agroeducación
Fuente: Agroeducación