El artículo de Gonzalo publicado por la revista Hoards Dayrman en Español, destaca lo siguiente:
En el año que terminaba mis estudios de post grado, trabajé en la industria para una compañía involucrada en la producción de vitaminas y otros aditivos. Como si fuera ayer, recuerdo haber presentado el producto a un nutricionista muy inteligente de Castrolanda, una cooperativa holandesa ubicada en el área de Curitiba, Brasil. De acuerdo con las evidencias científicas, incluir este producto en la ración de vacas lecheras en producción, mejoraba la tasa de concepción del hato y estimulaba el desempeño reproductivo. Eso debía generar más partos y picos de producción por año y, por lo tanto, mayor producción de leche.
Con una actitud bastante respetuosa hacia mí (quien por cierto era bastante
joven en ese momento), el experimentado nutricionista respondió, “¿Para qué
quiero más partos en el rodeo, si cada parto implica un estrés importante y
riesgo de salud para la vaca?” A pesar de tener mi propio punto de vista, ese
fue uno de los momentos más memorables de aprendizaje en mi vida profesional.
Esta otra persona me mostró una perspectiva diferente y válida de un mismo tema.
¿Quién estaba equivocado y quién en lo correcto?
Dos perspectivas
Años más tarde, encontré en el Journal of Dairy Science, un estudio reciente llevado a cabo en los Países Bajos, en el que los autores evaluaron el efecto de extender el periodo voluntario de espera (PVE) y el intervalo entre partos (IC), sobre la producción de leche, persistencia en la lactancia y calificación de condición corporal, entre otras variables. Para este estudio, se sometió a vacas primíparas y multíparas a 50, 125 y 200 días de PVE. Cada vaca fue monitoreada desde el parto hasta las seis semanas posteriores al parto siguiente. Después de excluir del análisis a las vacas desechadas, los autores reportaron que las vacas multíparas con un PVE de 200 días, produjeron 26.8 Kg diarios de leche corregida a grasa y proteína, mientras que las vacas multíparas con un PVE de 50 días produjeron 29.5 Kg diarios. En vacas primíparas, la producción de leche no se vio afectada por la duración del PVE. Hasta aquí, el PVE corto parece bastante atractivo. Sin embargo, ¿es suficiente para contrarrestar los efectos perjudiciales del estrés del parto?
Al valorar la persistencia en la lactancia, la producción de leche disminuyó entre los 100 a 200 días en leche, en tasas similares para todos los PVE, sugiriendo que las vacas preñadas no necesariamente disminuyen la producción de leche más rápidamente. Finalmente, el PVE no afectó la calificación de condición corporal (CCC) durante las primeras 44 semanas de lactancia. Sin embargo, las vacas multíparas en el grupo de 200 días de PVE, terminaron la lactancia con una CCC igual a 3.5, mientras que las vacas multíparas en el grupo de 50 días de PVE, terminaron la lactancia con una CCC igual a 2.6. Para las vacas primíparas, la CCC fue similar en todos los casos.
Después de leer este artículo, el lector se preguntará nuevamente quién está bien y quién mal, en este escenario. Honestamente, no creo que importe cuál es la respuesta correcta. Ambas perspectivas son válidas. Habiendo dicho eso, cerraré con una pregunta de seguimiento: ¿No deberíamos estar evaluando el efecto de extender el PVE sobre ciertas variables económicas?
Por Gonzalo Ferreira – Oriundo de Argentina, profesor y extensionista en el Tecnológico de Virginia, Estados Unidos.
Fuente: Todo Lechería