Hay que presentar el enoturismo de la forma más honesta, más completa y más integral posible. Hay que explicar con mucho detalle ¿Qué es el enoturismo? ¿Qué potencial tiene? y ¿Qué requerimientos conlleva?
Hay cinco ideas que son importantes en relación a este gran titular:
Valor añadido y estrategias.
Modelos y escala de valor del enoturismo.
Competitividad del enoturismo.
Enoturismo multidimensional e innovación.
Sostenibilidad del enoturismo.
I.- En cuanto al valor añadido y estrategias, es así a tres niveles:
Para las bodegas.
Para los territorios.
Para los países del vino.
Para las bodegas: por la venta de entradas, por la venta de vino, por la
creación y fidelización de marca, por los nuevos canales. Esto tiene que estar
reflejado en un plan estratégico. Es decir no se puede improvisar. El enoturismo
es una línea de negocio específica, que requiere activos específicos y un modelo
bien claramente definido y tiene que incorporarse por tanto a su plan
estratégico.
Para los territorios del vino: Este aspecto es fundamental. Hemos visto
territorios del vino que están creciendo y se están desarrollando gracias al
vino y gracias al enoturismo. En algunos casos de comarcas españolas, que
estaban en franco declive, – demográfico y económico -. En los años 70 y 80, ha
sido la locomotora del vino y la tracción del vino en las visitas a las bodegas,
la que ha generado un círculo virtuoso, una dinámica de crecimiento de empleo,
de crecimiento de inversión, de creación de una marca territorial, de destino
turístico que ha tirado de esas comarcas y que ha marcado un punto de
inflexión.Nuestros estrategas políticos deberían tener muy en cuenta hasta qué
punto hay sectores tractores para una economía agroalimentaria pero más que
agroalimentaria, para el famoso tema de la despoblación para abordarlo con
enfoque estratégico, de qué sectores tienen más potencial de crecimiento, más
servicios auxiliares, más conexiones con otras actividades de tipo privado y que
por tanto también requieren partenariado público-privado más sofisticado, porque
esto tampoco se hace de la noche a la mañana.Por lo tanto, para los territorios,
lancemos una invitación a los señores responsables de los territorios,
diputaciones, comarcas, municipios, para que vean el enoturismo como una palanca
fundamental para planes y estrategias de desarrollo territorial. Pocos sectores
tienen la capacidad de atracción, de generación, de empleo bastante cualificado;
necesitamos personas que sepan idiomas, formadas en hostelería, pero también
formadas en el mundo del vino. Con todos los respetos no nos sirve un empleado
convencional.Necesitamos personas con valor, porque el enoturista que viene a
visitar una bodega y un territorio, después se lleva la imagen, – a lo mejor -,
de la persona que le ha atendido. El responsable de enoturismo es nuestro
embajador, y la imagen que dé, ha de ser la mejor posible.Por lo tanto, tenemos
que cuidar muchísimo el mensaje y el medio. Para los países del vino es
fundamental.
Para los países del vino: España es un país que recibe de media 83 millones de
turistas. Pero se trata de un turismo muy estacional. Los profesionales del
turismo se quejan de que recibimos más cantidad que calidad. Esta variable es
muy importante tenerla en cuenta porque es más importante la calidad que la
cantidad y luego nos arrepentimos cuando ya es un poco tarde y queremos más
calidad.El modelo de negocio del mundo del vino nos ofrece esa alternativa, nos
desestacionaliza, nos atrae un público turista de gasto mayor. De hecho esa
estadística existe y la conocen todos bien. El turista del vino se gasta en
promedio bastante más por día de estancia, – sumando todo el gasto que hace -,
que el turista convencional. Seguramente todos son valiosos y son bienvenidos,
pero hay distintos modelos de negocio y por tanto debemos tenerlo en cuenta.
Todo esto debería estar contemplado en una estrategia turística nacional
española y regional. De hecho hay países como Francia en las que esto ya está
incorporado.
II.- Respecto a los modelos y escala de valor del enoturismo:
En España no todas las bodegas organizan actividades de enoturismo. España cuenta con 4300 bodegas, pero de esta cifra menos de 800 hacen enoturismo.
Cuando decimos bodegas que organizan actividades de enoturismo excluimos a las bodegas que dicen “Ven a visitar mi bodega… te tomas un vino…”.
Nos referimos por tanto a las bodegas que realizan una actividad plenamente profesional, como una línea de negocio diferenciada. El enoturismo se ha de entender como un negocio de hostelería. Es algo que debemos tener presente y bien claro, a modo de praxis para poder explicar cómo se ha de desarrollar eficazmente.
Menos de la cuarta parte delas bodas españolas tienen una línea de negocio bien entendida con guías, con visitas, con una programación de enoturismo puro y duro.
En el enoturismo podemos hablar de tres niveles o modelos:
básico (Nivel 1)
completo con actividades internas (Nivel 2)
ampliado con actividades internas y externas (Nivel 3)
El Nivel 1 o enoturismo básico: es el de sota caballo y rey. Visitas la bodega, haces una cata y después pasas por nuestra tienda de vino, porque hay una parte importante de los ingresos del enoturismo que provienen de la venta directa.
El Nivel 2 o completo con actividades internas: en este modelo la bodega descubre que una vez que tiene el visitante en casa, una vez que ha probado su vino y conoce la bodega, puede ofrecerle más actividades dentro de la bodega. Por eso tenemos ahora bodegas que son auténticas maravillas.
Tienen hotel, restaurante, museo, organizan visitas a los viñedos, actividades que están relacionadas evidentemente siempre con la bodega. Es un modelo en el cual la generación de valor es mucho mayor, pero evidentemente la profesionalización y el nivel de riesgo también es mayor porque está centrando en inversiones y en activos en los bares, restaurantes, hoteles, spas, actividades en el viñedo, banquetes, convenciones, conciertos…
El Nivel 3 o modelo ampliado con actividades internas y externas: Hay bodegas que están actuando ya como empresas de servicios turísticos que no solamente te dicen estos son los servicios de mi bodega, con mi gente, con los servicios que controlo yo, sino que a través de mí puedes ir a hacer por ejemplo una visita con las mariscadoras de las Rías Baixas.
Es decir, la bodega gestiona estos servicios, los ofrece, entrando en la
dinámica de una empresa de prestación de servicios.
III.- En cuanto a la competitividad del enoturismo:
¿De qué depende la competitividad?
Muchas bodegas que entran en la línea de negocio del enoturismo dicen: “bueno hago la inversión… tengo la bodega bonita… la acondicionó… tengo una sala de catas bonita… un vino interesante… una marca interesante… y por tanto automáticamente van a venir los clientes”. Pues sí y no. Todo lo que dicen éstas bodegas es una condición necesaria pero no suficiente.
A continuación vamos a ver tres elementos de competitividad:
1.- Los propios activos enoturísticos de la bodega: Como en cualquier negocio resulta necesario poner al día las instalaciones. Hay que invertir. Hay que tener el capital humano necesario para atender a los visitantes. Dentro de este capítulo de los activos enoturísticos entra el prestigio de la bodega, las marcas, los servicios que ofrece, la arquitectura, etc.
Hay bodegas que están en sitios o en lugares (vamos a decirlo así cariñosamente) un poco remotos, o en entornos naturales, culturales o históricos que no son precisamente ricos en oportunidades porque una vez que vas a un pueblo, visitas una bodega por la mañana, ya el resto del día no sabes qué puedes hacer, ni dónde ir a comer. Lógicamente te apetece ir a ver un museo, una iglesia, unas tiendas,… algo que nos permita dedicar el día como mínimo.
Aunque parezca una obviedad también hay que decirlo. Hay zonas que tienen capacidad de atracción, territorios que son destinos turísticos y otros que no.
Llegar a visitar algunas bodegas por muy fantásticas que sean, puede ser un pequeño hándicap. El hecho de que vas a ver sólo la bodega puedes justificarlo, por supuesto, pero la competitividad del territorio es un elemento que suma y añade. Este territorio hay que incorporarlo en la reflexión de cuál es nuestra ventaja competitiva.
Es decir, no solamente tenemos que mirar nuestra bodega, nuestros activos, sino que tenemos que mirar el territorio en el que nos encontramos.
Por este motivo están las Rutas del Vino. Están haciendo un excelente trabajo, poniendo en valor el territorio, uniendo a todos los actores que pueden ofrecer, aportar, enriquecer y enriquecerse.
2.- Hay un factor que se considera menor, pero que es muy importante que es la localización geográfica. Es un factor exógeno. No podemos hacer nada; estamos donde estamos. Resulta de vital importancia analizar dónde estamos en relación con qué o con quién; Existen dos factores muy importantes: el enoturismo se nutre del mercado nacional o del mercado internacional. Y el porcentaje de visitantes por Rutas del Vino de mercado nacional e internacional varía muchísimo.
Eso ahora se ha notado también en la pandemia. Aquellas bodegas, aquellos territorios más dependientes del turismo internacional, en el momento en el que el turismo internacional se corta, se quedan sin nadie, cayendo un 80 por ciento, mientras que aquellos territorios que dependen más del turismo nacional, el impacto de la crisis, de las restricciones a la movilidad, ha sido mucho menor.
Otro ejemplo de localización geográfica lo da la proximidad a las grandes ciudades. Si estás cerca de una gran ciudad o de una ciudad que sin ser grande tiene algún activo que atrae a miles o a millones de visitantes nacionales o internacionales es muy posible que esta bodega se integre en los circuitos de visitas.
También contamos con bodegas que tienen mucho éxito simplemente porque están a una hora de una gran ciudad española o de un gran icono de la arquitectura o cultural. El turista no va allí pensando en la bodega porque la excusa de su viaje es ver el icono, pero se plantea acercarse en autobús a la bodega porque es seguro que van a pasar una tarde magnifica.
3.- También está el factor institucional. Hay países en los que las autoridades ya han entendido la importancia estratégica del enoturismo y están poniendo recursos económicos y sobre todo están incorporando a su estrategia nacional turística el enoturismo como un segmento de valor. Y otras que todavía no lo han visto claro.
IV.- Respecto al enoturismo multidimensional e innovación:
Esto significa que al ser tan rico el mundo del vino y por tanto el del enoturismo (que es el vino más el turismo) las oportunidades de innovación son múltiples. Si analizamos una bodega, y analizamos su modelo enoturístico, todo lo que hace, todo lo que ofrece, te vas dando cuenta de la cantidad de líneas de innovación posible.
Vamos a ver diez ideas. Todos ellos son conceptos, son conexiones directas con el mundo del vino. Actuando sobre cualquiera de ellas estamos aumentando el valor interno y externo del enoturismo.
los paisajes del vino,
el patrimonio: los museos del vino y la arquitectura,
la gastronomía,
los alojamientos, hospitalidad, servicios, experiencias. La experiencia enoturística es distinta a la del método turístico en el que eres normalmente un mero observador. En la experiencia enoturística no solamente lo ves, sino que lo tocas, lo haces.
la antropología y la cultura: festivales, cine, literatura.
la acción colaborativa (redes, asociaciones). Es decir, en pocos sectores uno ve tantas iniciativas. Están las redes del vino pero también están las agrupaciones empresariales que también son importantes, como por ejemplo la Red de ciudades del vino.
el origen/marca territorial.
la certificación. Muchas veces una bodega empieza a certificar sus procesos cuando empieza a organizar experiencias de enoturismo, porque el enoturismo es un escaparate, es alguien que viene a tu casa a visitarte. Le vas a enseñar lo mejor que tienes. Pero a veces enseñarles lo mejor, no es enseñarle solamente la sala de catas, la arquitectura, sino lo que no se ve. Si tú quieres vender, puedes presumir de que estás certificado, estás haciendo agricultura ecológica y biodinámica, haciendo vinos naturales… ¿cómo se lo puedes demostrar más allá de tus palabras?. Con las certificaciones que te dan una garantía de seguridad, y que demuestra que somos rigurosos en la forma de producir vino.
cultura del vino y consumo responsable: educar en el buen sentido la palabra a los nuevos y antiguos consumidores en lo que es la cultura y el consumo de vino responsable para desde todos los frentes apartar al vino de esos fenómenos de abuso de alcohol que desgraciadamente se dan y que al final acaban repercutiendo negativamente en el vino. Es una oportunidad magnífica de educar a la gente que va a tu bodega a enseñarle a beber, no solamente enseñarle a catar, para que el vino claramente se desmarque.
gestión rentable o viabilidad económica. Tienen que salir las cuentas en la unidad de negocio en el enoturismo, porque si no salen las cuentas es porque algo seguramente no se está haciendo bien.
V.- En cuanto a la sostenibilidad:
El vino y el enoturismo tienen que conectar directamente con la sostenibilidad.
Los expertos señalan que un enoturista tras visitar por primera vez una bodega tendría que salir con la idea de los objetivos de desarrollo sostenible y con la idea de que el enoturismo es una de las actividades económicas que más puede hacer para lograr ese cambio de modelo lento, progresivo, pero inexorable hacia esa sostenibilidad ambiental. Normalmente hay una correlación estrecha en las bodegas que tiene algún tipo de certificado, que tiene un modelo más sostenible en lo ambiental, también en todo lo que es el proceso de la viticultura y enología.
La sostenibilidad ambiental es indiscutible e incuestionable. Evidentemente no podemos decir que todas las bodegas lo estén haciendo bien. No estamos en condiciones para esta afirmación porque tendremos que hacer previamente un diagnóstico. Este debería ser el camino. La bodega ha de entender que hay una retroalimentación o correlación directa entre sostenibilidad del negocio enoturístico y sostenibilidad de todo el proceso productivo.
El enoturismo va a obligar a las bodegas a certificarse y a adoptar prácticas sostenibles a lo largo de toda la cadena: recursos naturales, energía, agua y todos los parámetros que están relacionados.
Sostenibilidad social:
La sostenibilidad es difícil de medir pero el enoturismo lo está haciendo muy bien. El enoturismo crea empleo real, empleo cualificado. Está generando actividad económica en zonas despobladas.
El enoturismo crea esta sostenibilidad social de una forma relativamente equitativa. Está llegando y puede llegar más a todos los estratos o estamentos sociales.
Este es uno de los retos. Se está haciendo pero no se está reconociendo ni se está midiendo el valor social, el valor territorial, la generación de empleo y el reparto de la riqueza que genera la visita de enoturistas en una comarca determinada.
Sostenibilidad económica:
El enoturismo puede ser económicamente rentable si se hace bien como todas las actividades empresariales.
Hay que tener claras las necesidades de:
– profesionalización,
– calidad de servicio,
– hospitalidad,
– digitalización [en estos tiempos modernos muchas de las bodegas utilizan las nuevas formas digitales de comunicación, utilizan EnoTicket para la venta de tickets en tiempo real (directamente y/o con la ayuda de los Canales de venta), organizan catas de vino por Instagram, Facebook, Zoom, Skype, etc.
Al igual que en el mundo del vino hay que diferenciarse, en el enoturismo también.
Hay miles de casos pero también hay mucha competencia. Lo que realmente interesa es intentar atraer a turistas que vienen a España o vienen por ejemplo a la Costa del Sol y se preguntan dónde vamos. Sin lugar a dudas… la respuesta es “¡ir de enoturismo!”
Fuente: Cursocatadelvino