Desde Fifra nos expedimos en contra del cierre de exportaciones así como de
cualquier otra medida restrictiva que limite el normal funcionamiento de los
mercados y las empresas. Lo contrario derivará en una menor producción y en
definitiva en nuevos aumentos de precios.
En los últimos meses el precio de la carne bovina viene siendo noticia lo que
pone en evidencia el deterioro del poder adquisitivo de la población. Cuando uno
analiza el incremento de algunos valores entre enero de 2018 y abril de 2021 se
observa que la invernada subió 410%, el maíz 501%, la hacienda para faena 457%,
el dólar oficial 377%, el dólar blue 699% y la carne al consumidor 365%, es
decir que la carne al consumidor aumento menos que sus insumos directos y casi
la mitad que el dólar no oficial, lo que significa que su precio es competitivo
(los valores se pueden consultar en el trabajo de la consultora Agroideas que se
publica en este newsletter).
Hace ya tiempo y en el mes de marzo en particular hicimos referencia en
nuestra Editorial a que las categorías de consumo (vaquillonas y novillitos)
estaban disminuyendo porque el engorde tradicional resultaba deficitario
(destete, ingreso al corral y salida de gordo sin recría) y que eso ocasionaría
un faltante de hacienda terminada porque la inclusión de la recría en los
planteos ganaderos conlleva mayor tiempo de animales en el campo (entre 6 meses
y un año más).
Ese faltante se ve claramente en la composición de las faenas como informa la
Dirección de Control Comercial Agropecuaria, con un faltante de casi 30.000
vaquillonas y casi 50.000 novillitos respecto al segundo semestre 2020. Esa
escasez de oferta de hacienda bien terminada llevó los precios a los niveles
actuales que son similares a los que había antes del cese de comercialización y
seguramente seguirán en esos rangos porque el valor de la invernada también se
sostiene. Con estas cotizaciones no hay posibilidad alguna de baja de precios de
la carne.
Desde FIFRA nos expedimos especialmente en contra del cese de exportaciones
porque no consideramos que sea una herramienta que sirva para corregir precios
internos, tampoco creemos que cualquier otro mecanismo de restricciones a la
exportación sirva para cumplir con ese objetivo.
Tampoco creemos que otras medidas restrictivas o prohibitivas como establecer
pesos mínimos de faena sirvan para aumentar la oferta sino sólo para pergeñar
triquiñuelas evasivas y beneficios a unos pocos marginales, como se demostró con
la vigencia del anterior modelo. En el último año el promedio de peso de faena
creció sin ninguna norma que lo restrinja.
La mayor producción de hacienda y de carne se logra generando ambiente de
inversión e instrumentos que incentiven la misma. Solo con inversión se genera
empleo y se aumenta la oferta. Desde el Consejo Agroindustrial Argentina (CAA) y
desde FIFRA en particular hemos aportado propuestas que van desde correcciones
impositivas hasta herramientas de incentivo fiscal o créditos blandos, pero
hasta el presente los distintos gobiernos no han promovido la actividad.
Anhelamos que el actual contexto sirva para poner en marcha mecanismos de
promoción e incentivo, todos los modelos anteriores de restricciones llevaron a
un fracaso rotundo y a la pérdida de empleos y empresas.
La oferta actual de carnes bovina, porcina y aviar aseguran un normal
abastecimiento del mercado doméstico y el sostenimiento de la participación en
los mercados externos nos aseguran una producción constante. Restringir mercados
conlleva a restringir producción y eso nos llevará a una menor oferta de carne y
precios más caros en el mediano plazo, como ya lo vivimos.
Por: Dr. Daniel Urcía, presidente de FIFRA
Fuente: FIFRA