Vilella comenzó recordando que Maizar es una cadena que trabaja sobre dos cultivos relevantes en términos internacionales, uno africano (el sorgo) y otro americano (el maíz). “Ambos fueron sometidos a importantes procesos de mejoramiento que los volvieron relevantes, en algunas culturas, para consumo humano, y en muchas para forrajes”, ligados a una inclusión cada vez mayor de proteínas de origen animal en las dietas con el pasaje de centenares de millones de pobres rurales a las clases medias urbanas, dijo el especialista. Todo ese fenómeno se dio en un contexto muy dinámico de transformación y utilización de los sistemas alimentarios, por lo que “merece un enfoque desde la Bioeconomía”, señaló.

Por otra parte, señaló que ese proceso está vinculado a una transformación macro: “En 18 de los últimos 20 siglos, salvo los últimos dos, Asia fue más del 55% del PBI global, y pronto va a recuperar esa presencia traccionando productos cada vez más exigentes en calidad y sistemas productivos. Hay nuevas respuestas a temas históricos como la alimentación, el desarrollo, la equidad territorial, elementos que se van conjugando de distintas maneras”, planteó.

Interrogantes

Para Chiesa, “lo que viene ocurriendo en las cadenas y la reconfiguración que los productores tenemos hacia adelante es que pasamos a producir alimentos y ser parte de la matriz energética del planeta, tanto con biomasa como con maíz y otros cultivos”. Una energía más amigable con el ambiente y más limpia: “Obama nos dijo que vamos a ser primero productores de energía y después de alimentos, es un cambio de paradigma muy importante. Y lo digo en un momento en que se está discutiendo la Ley de Biocombustibles”, recalcó

El dirigente dijo que el tema Covid “nos marca un mundo totalmente distinto”, dado que los alimentos circulan en físico, y aparece toda una cantidad de garantías en procesos, en la industria frigorífica, burbujas, transporte de los operarios, garantías sanitarias, confección de protocolos y demás, “que pueden transformarse en nuevas trabas paraarancelarias”, enumeró Chiesa.

¿Cómo convivimos los eslabones para dar seguridad alimentaria y cómo es la nueva normalidad?, se preguntó. “Esos interrogantes nos tienen que encontrar con todas las luces prendidas: puede venir otra pandemia. ¿Qué va a hacer la Argentina con el Mercosur? ¿Cómo vamos a ir a los distintos mercados? Tenemos que estudiar entre todos como nos vamos a posicionar”, dijo el dirigente.

¿Agenda Verde vs. Cadenas Alimentarias?

“Creo que estamos empezando a finalizar esta pandemia sin vacuna, sospecho que hay cambios muy profundos e irreversibles en todos los planos y en nuestro sector”, sostuvo Gabriel Delgado. En particular, dijo que percibieron una aceleración en la incorporación y naturalización de procesos de tecnología que habría costado mucho más. Por otro lado, recordó que, al principio, hubo un gran reconocimiento a las cadenas alimentarias porque, pese a todo, no hubo crisis alimentarias. “Sin embargo, sobre el final empezó a reverdecer una crítica con un discurso muy europeizante de la producción de alimentos con respecto a la utilización de tecnología agropecuaria”, señaló. “Dicen que la salida de la pandemia es una agenda verde. Seguramente hay muchas cosas para mejorar, pero me parece que hay una agenda que puede ser peligrosa para nuestras economías, que son tan importantes en la provisión de alimentos al planeta. Tengo algún reparo acerca de que no sean utilizadas como barreras al comercio”, explicó el especialista.

En ese sentido, planteó que ve que “los Estados están bastante rezagados en relación con los cambios del sector privado”. A la vez, opinó que “estas amenazas también generan una nivelación de los países, que representa una enorme oportunidad. Tenemos que definir un proyecto de país y de región, y creo que hay muchas dificultades también”, completó.

Pandemia, catalizador de profundos cambios internacionales

Para Marcelo Elizondo, desde la perspectiva internacional, “la producción y el comercio de agroalimentos se inserta en un profundo proceso de cambios que ya existían, y la pandemia ha sido un gran catalizador de seis cambios sustanciales que están ocurriendo en el planeta y que afectan todos los mecanismos de vinculación, inversión, producción y comercialización de todo, incluidos los alimentos”, dijo el experto. Esas transformaciones son:

1. Un profundo cambio tecnológico, que afecta el modo en el que se produce, las estrategias, los instrumentos. Estamos en la economía del conocimiento, y esto supone desde las modificaciones genéticas hasta la satelización en la producción, o nuevos mecanismos de comercialización: el principal motor de la globalización ya no es el capital financiero ni el físico, sino la capacidad de innovar.

2. Una enorme influencia de la geopolítica: los países se empiezan a sentir mejor entre amigos. Estados Unidos separa las democracias de las autocracias, en Asia el eje China se va apartando, los modelos de organización empiezan a crujir en Europa (Brexit, patentes, vacunas), Mercosur (con Brasil y Uruguay más aperturistas). Hay una nueva concepción geopolítica, coincidencias de modelos de organización similares.

3. Un profundo debilitamiento del poder político: es un tema sustancial, porque el poder político ha sido ordenador, regulador; se ve en Colombia, en Chile, la imposibilidad europea de controlar los flujos migratorios. Probablemente empiecen a irrumpir los espacios públicos no gubernamentales que, a través de las nuevas tecnologías, empezarán a generar fenómenos nuevos.

4. Nuevos tipos de acuerdos entre los países: ya no son meros acuerdos de libre comercio, hay exigencias de nuevos standards en los pactos entre los países (ambientales, laborales, exigencias nuevas y crecientes, como en el NAFTA o en el acuerdo Mercosur-UE). Esto es muy importante en el tema alimentos, porque habrá crecientes coaliciones regulatorias entre países.

5. Tener empresas: ya no se trata de productos, que tienen ciclos de vida muy cortos, sino de empresas, con capacidad de adaptación. El espacio en el que se van creando alianzas entre empresas o nuevos bienes públicos está surgiendo en la competencia: aliados, innovación abierta, se generan ecosistemas, arquitecturas vinculares, en red, no agregando valor una tras otra en fila, industrias en red más allá de los países. El paradigma ya no es el menor costo, sino el mayor valor.

6. Una ruptura de las categorías del siglo XX: es un fenómeno que cruza horizontalmente los anteriores; diferenciaciones como las que separan servicios-industria-agro ya no existen, hay una creciente interrelación, generación de ecosistemas, se trata de procesos de maduración de productos a través de países, global innovation network.

“Hay que tener este conjunto en cuenta para jugar en este nuevo mundo. Nunca desperdiciemos una crisis”, concluyó Elizondo.