Quiero darles la bienvenida a nuestro 15° Congreso MAIZAR.
Hace justo un año, contábamos cómo habíamos logrado, en el marco de la pandemia, organizar de forma rápida y precisa los protocolos sanitarios y, poniendo el cuidado de la salud como prioridad, atender la producción, recolección, logística, transformación y comercialización de la segunda mayor cosecha de maíz de la historia argentina. Esto nos enorgullece como institución.
Hoy, nuestra admiración y reconocimiento a cada una de las personas que integran cada eslabón de esta cadena de valor se multiplica: el complejo maicero subió en 2020 del 3° al 2° lugar en el ranking de sectores exportadores, y esto sin contar las divisas generadas por las cadenas subsiguientes, como carnes y lácteos. Asimismo, de acuerdo con los datos del INDEC, de los cinco principales sectores exportadores del país, el complejo maicero fue el único que logró incrementar sus ventas al exterior en 2020, y así aportar más dólares a la economía argentina.
Para la actual campaña, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires prevé una cosecha de 46 millones de toneladas de maíz, lo que lo convierte en el principal cultivo del complejo agroindustrial argentino. Los productores, una vez más, han confiado e invertido en las más modernas tecnologías. Gracias a ello, han podido paliar parte del mal comportamiento del clima y alcanzar una muy buena producción que nos permite, como siempre, abastecer al mercado interno y a nuestros clientes internacionales.
Los excelentes precios y las buenas perspectivas agroclimáticas para la próxima campaña auguran que tendremos nuevamente una muy buena producción de maíz. Y también de sorgo, cultivo que ha experimentado un gran crecimiento en el uso de tecnologías y en el área sembrada, y que tuvo en la actual campaña la mejor de las últimas cuatro.
Pero, para continuar invirtiendo, generando nuevos puestos de trabajo, conquistando nuevos mercados y aportado al desarrollo nacional, necesitamos un marco de previsibilidad. Los problemas macroeconómicos, particularmente el alto nivel de inflación, la altísima presión tributaria y el sistema de precios máximos, afectan severamente a los productores agropecuarios y a la agroindustria en su conjunto. Debemos rever las variables que impactan en la inflación y trabajar sobre todas ellas, para evitar distorsiones de precios que repercutan en los bolsillos de los consumidores.
Nuestra cadena sufre con la amenaza recurrente de un aumento de los derechos de exportación o el cierre de las mismas, que van en contra de la previsibilidad necesaria para operar y proyectar su desarrollo. Ya a fin del año pasado nos sorprendió amargamente la medida del cierre transitorio del mercado de exportación de granos, que luego se modificó por una cuotificación. Finalmente, gracias al diálogo que pudimos mantener con las autoridades, se revieron estas medidas tan negativas para la cadena. Insistimos en mostrar que los precios de los granos tienen una baja participación en los precios de los alimentos en góndola, por lo cual no se justifican medidas como las mencionadas. Nunca faltó maíz en la Argentina.
A lo largo de la historia hemos demostrado que, con condiciones que generen previsibilidad, las inversiones crecen, el trabajo aumenta, se agrega valor en toda la cadena, el mercado interno se asegura su abastecimiento y la exportación crece en destinos y cantidad, y aporta las divisas tan necesarias en estos momentos.
Creíamos que este mensaje se había entendido, lamentablemente hoy amanecemos con medidas sumamente negativas para toda la cadena. Medida que ya experimentamos en el pasado, y que rechazamos de plano, como lo es el cierre de las exportaciones de la carne vacuna.
El resultado es conocido, pérdida de confianza en nuestros mercados de destino el que nos llevó años reabrir, pérdida de ingresos para el país, pérdida de puestos de trabajo, pérdida de inversiones y stock en la cadena ganadera. En definitiva, una vez más recorremos el camino inverso al desarrollo y crecimiento.
Hacemos un llamamiento a las autoridades, para que recapaciten y revean esta medida tan desafortunada e incongruente para el momento económico que vive el país.
También nos preocupa la indefinición sobre la Ley de Biocombustibles que tiene en vilo a 11 plantas destinadas exclusivamente a la producción de etanol de maíz, que permite mezclar combustible biológico con las naftas. Con 2.000 empleos directos solo en nuestra cadena, que hoy están en riesgo, esta industria es una de las que más valor le agrega al maíz, ya que de ese procesamiento surge también alimento para el ganado y producción de CO2 renovable destinado a las bebidas gaseosas, en un ejemplo acabado de bioeconomía circular.
Durante dos años estuvimos colaborando con las provincias que integran la Liga Bioenergética y un conjunto de asociaciones y cámaras en el anteproyecto de ley que se presentó en noviembre del año pasado. Sin embargo, a último momento, desde el oficialismo se impulsó otro proyecto, que pretende volver hacia atrás en una de las pocas políticas de Estado que tiene la Argentina, y que, paradójicamente, fue impulsada por el mismo partido gobernante hace 15 años. No se puede reducir el porcentaje de corte de combustibles verdes en los fósiles, hay que aumentarlo, no solo por nuestro sector sino, sobre todo, por las economías regionales que están involucradas, por el ambiente y por los compromisos internacionales asumidos en este sentido. La reciente prórroga de 60 días de la ley vigente es insuficiente, necesitamos una ley superadora, consensuada y con un corte creciente de biocombustibles en un futuro cercano.
Por otra parte, abogamos por que se realice una nueva licitación de la Hidrovía, de concesión privada y transparente, que mejore la competitividad de las exportaciones argentinas al mundo. La Hidrovía, que se inició hace 25 años, marcó un hito en el crecimiento agroindustrial argentino. Que esta nueva licitación sea el camino hacia la gran Hidrovía del siglo XXI.
Desde Maizar siempre apostamos al diálogo y al consenso. Con ese espíritu es que integramos el Consejo Agroindustrial Argentino, una iniciativa que ha cumplido un año y que hoy nuclea a 61 instituciones. Proactivamente, hemos elevado diferentes propuestas al gobierno nacional, todas para aportar al diseño de políticas públicas que hagan al desarrollo del país.
Maizar también colaboró activamente en la conformación de la Mesa del Maíz y Sorgo del Programa Argentino de Carbono Neutro (PACN), que fue promovido por siete bolsas de comercio y de granos de nuestro país. Esa mesa desarrollará un manual de cálculo de Balance de Carbono y otro de Buenas Prácticas Ambientales para estos cultivos, con lo que daremos un paso más para determinar la huella de carbono de nuestra cadena, camino que iniciamos en 2015 con el apoyo de CAF, el Banco de Desarrollo de América Latina.
Como cadena necesitamos tener una estrategia compartida ante la agenda de cambio climático. La Cumbre de Sistemas Alimentarios de Naciones Unidas 2021 ha encendido una luz amarilla en la agroindustria regional. Es por eso que estamos trabajando activamente con otras instituciones, coordinados por el Grupo de Países Productores del Sur (GPS), para generar un consenso entre todas las Américas y llevar una mirada común a dicha Cumbre, con el desafío de hacer escuchar la voz de los países que somos netos exportadores, con sistemas de producción compatibles con el medio ambiente, que abogamos por un sistema comercial global basado en ciencia.
Hoy, como siempre, creemos que el trabajo conjunto público-privado es el camino para generar los consensos para hacer frente a una realidad compleja en lo sanitario, económico y social. Una vez más, redoblamos nuestros esfuerzos para encontrar las soluciones que signifiquen beneficios en la calidad de vida de todos los argentinos. Con esa premisa y con ese norte, los invitamos a recorrer este Congreso 2021, porque, como reza su lema, El Futuro es Hoy.
Muchas gracias