La inflación no da tregua y se mantiene en el orden del 4% mensual. En respuesta, la Secretaria de Comercio Interior intensificó los esfuerzos para multiplicar los acuerdos de precios. Se realizó uno para el precio de la carne, está en conversaciones otro para electrodomésticos y se pasó a una estrategia de sumar acuerdos con los fabricantes de alimentos a los acuerdos ya celebrados con los supermercados. Se llega al extremo de pedir que los precios estén impresos en el envase del producto para quitarles libertad a los comercios de modificarlos.
La Argentina tiene una larga historia de acuerdos y controles de precios que en la mayoría de los casos fracasaron. Cuando funcionaron fue porque estuvieron acompañados de una batería de medidas consistentes de combate a la inflación y por corto tiempo. Posiblemente el caso más recordado de éxito sea el Plan Austral de 1985 que, incluyendo acuerdos y controles de precios, logró bajar la inflación mensual del 20% al 5% en 1986. Pero aún en este caso el efecto fue transitorio.
¿Será diferente esta vez? Para acercar una respuesta sirve observar que está pasando con el principal programa, el denominado “Precios Cuidados”. Se trata de un listado de productos con presencia en supermercados de todo el país sobre los que se fija el precio al que se comprometen a vender. Según los últimos datos del INDEC, al mes de abril del 2021 se observa que:
- La inflación general fue de 46,3% anual.
- El aumento de precios en el rubro alimentos fue de 46,4% anual.
- La inflación entre los productos del programa “Precios Cuidados” fue de 53,4%
anual.
Estos datos muestran que los productos del principal programa de acuerdos de precios impulsados por el gobierno, tuvieron aumentos superiores a la inflación general y también a la inflación de alimentos. Es decir, que las diferencias no se explican porque en los “Precios Cuidados” hay proporcionalmente mayor cantidad de alimentos. Esto muestra que los acuerdos de precios, por sí solos, no bajan la inflación.
La inflación es un fenómeno multicausal. Por esto, es lógico que para abordarla se necesite un conjunto de medidas consistentes. En el actual contexto, lo más importante es un plan creíble para reducir sosteniblemente el déficit fiscal a fin de generar confianza en que la emisión monetaria se va a morigerar. Con expectativas de que se dan las condiciones para bajar la emisión, los acuerdos de precios podrían ayudar a contener los precios.
En lo que va del 2021, el dinero líquido en poder del público (efectivo, cuentas corrientes y cajas de ahorro) sólo aumento un 4%. Pero la inflación se mantiene muy alta por efecto de la enorme emisión que se hizo durante el 2020. Desde diciembre 2019, el dinero líquido en poder del público se duplicó mientras que la producción se contrajo un 10%. Como la inflación desde diciembre 2019 fue de “sólo” un 66% queda aproximadamente un tercio de la emisión que no fue licuada por los aumentos de precios. Es decir, hay más billetes circulando y menos bienes en la economía. A esta presión inflacionaria se suman las señales que emite el gobierno con relación al futuro. Por ejemplo, la reducción del impuesto a las ganancias de las personas humanas y aumentar subsidios para controlar las tarifas. Como si fuera poco, el endeudamiento del Banco Central con pases y Leliqs generan intereses que obligarán a más emisión monetaria en el futuro.
Si en la coalición de gobierno siguen prevaleciendo los despreocupados por el déficit fiscal y la emisión monetaria, no hay chances de morigerar la inflación. Los acuerdos de precios no sólo que no servirán, sino que van a potenciar la inflación. La razón es que las empresas ante la intensificación de controles tienden a aumentar preventivamente los precios. Esto es lo que viene ocurriendo en los últimos meses. Programas como el “Precios Cuidados” tienen sentido si son acompañados con un plan anti-inflacionario consistente que dé señales claras y creíbles de mayor austeridad fiscal.
Fuente: Idesa.org