La segunda mañana del congreso A Todo Trigo estuvo enteramente abocado a los aspectos técnicos a tener en cuenta para encarar la campaña. El segundo bloque se concentró en un tema clave como es el manejo de enfermedades.
Allí, Pablo Campos, responsable del laboratorio de royas de trigo de la EEA Bordenave de INTA, le detalló a los más de 3500 inscriptos en el congreso que, en materia de Roya amarilla, “estamos complicados con las nuevas razas que afectan a gran cantidad de genes”. Los hospedantes son triticale, centeno, candeal y se sabe que la enfermedad compite con Roya de la hoja por el tejido verde y no para hasta dejar sin tejido al cultivo. Es muy plástica también a altas temperaturas y las nuevas razas se adaptan más a nuestras condiciones climáticas del Sur.
En particular, según Campos, la Roya amarilla tiene gran plasticidad para producir infección a altas y bajas temperaturas apartándose de la temperatura optima, tiene solapamiento con temperaturas óptimas para otras royas, como Roya de la hoja o anaranjada, y estas características hacen que la salida de invierno y primeras templadas sean propicias para la infección.
Sobre Roya de la hoja, el especialista también anunció que hay un 70% de nuevas razas. “Los cultivares que llevan el gen Nogal como progenitor marcan la susceptibilidad a estas nuevas razas”, dijo y recomendó diversificar cultivares. Sobre Roya del tallo alertó que tiene gran capacidad para expandirse.
En su opinión, los problemas emergentes en lo que hace al avance de enfermedades son la pérdida de sensibilidad de las estrobirulinas a Ramularia, también a poblaciones de mancha amarilla, el aumento de incidencia de carbón volador en cebada y el aumento de complejo de manchas foliares en el norte de Buenos Aires.
A continuación, María Rita Robledo, de la consultora Proyecto Agro, asesora en el oeste de Buenos Aires, expresó que desde 2012 para acá hay incrementos de aplicaciones de fungicidas por lote. Según las estadísticas presentadas, bajó la importancia de Roya de la hoja y creció la de Roya estriada, protagonista en las aplicaciones en trigo desde 2017.
“No todos los años son iguales y cada lote tiene su particularidad, por eso es clave el monitoreo con protocolo, de ahí saldrá el cálculo de incidencia y la comparación con los umbrales de acción, siempre registrando la información para poder ver la película a la hora de tomar decisiones”, dijo.
Sobre las ventanas de monitoreo, recomendó, en royas, hacerlo entre z31 a z33, buscando niveles de incidencia del 5 a 15%. En z37 a z65 con 5 a 10% de incidencia y de ahí a z70, aplicar solamente en función del potencial y la virulencia de la enfermedad.
En manchas, recomendó hacer monitoreos de z31 a z33, con 30 a 40% de incidencia, de z37 a z65, de 20 a 30% de incidencia y en adelante depende del potencial de rendimiento. “Es importante llegar en tiempo y forma a la aplicación de fungicidas porque si se demora, también se modifican los niveles de incidencias y eso afecta la performance de los productos”, acotó y alertó que a medida que aumenta la incidencia la persistencia de los fungicidas disminuye.
Tras aclarar que el año pasado la gran mayoría de las aplicaciones se hicieron por Roya amarilla, Robledo presentó algunas conclusiones derivadas de más de 60 ensayos.
“Roya amarilla es de más fácil control. A Roya de la hoja hay que prestarle atención y no aplicar triazoles solos. En manchas hay que destacar el comportamiento de las carboxamidas”, dijo.
¿A partir de qué momento es conveniente empezar a proteger el cultivo y hasta cuándo? Robledo puntualizó como recomendaciones generales que entre z32 y z69 es el periodo óptimo de aplicación según los ensayos. Pero en lugares donde el llenado de grano es más largo habría que correrlo.
“Hay un 70% del área aplicada con triazoles y estrobirulinas y un 30% por carboxamidas”, puntualizó. Para Mancha amarilla se usa un 44% de carboxamidas y en Roya amarilla un 28%. El resto son estrobirulinas y triazoles.
A la hora de las recomendaciones, sugirió monitorear desde el momento de la siembra. “No existen recetas pero sí hay conclusiones. Es fundamental analizar el patógeno de semilla a sembrar. Es importante llegar al periodo crítico con un nivel de enfermedad bajo. En algunas ocasiones para lograrlo hay que intervenir en z37. La elección del fungicida tendrá que ver con la enfermedad a controlar y el momento fenotípico en el que se va a hacer la aplicación, además de tener en cuenta las aplicaciones previas realizadas”, enumeró y “recordemos que para evitar resistencias las carboxamidas solo se pueden utilizar 2 veces en el ciclo del cultivo y es clave rotar modos de acción”, dijo.
Al cierre, y sobre cebada, respondió que se elige el producto en función de Ramularia.