El usurpador, valiéndose de un arma de fuego, amenazó a Daniel, su madre y su hijo, para quedarse con la propiedad, argumentando haberla comprado. Se trata de un predio cuya posesión corresponde a la familia de Ahumada, que lo adquirió en 1962. Tras un año de espera de la resolución judicial, durante el que contó con el acompañamiento y asesoramiento de Federación Agraria Argentina, esta semana logró que se le restituyera su campo.
"Tengo 40 años, dos hijos y soy un federado de la provincia de Córdoba, productor agropecuario ubicado en la zona de Los Gigantes,en la localidad de Cruz del Eje, a 1.700 metros de altura, una zona muy inhóspita. Me dedico a la cría de ganado, vacas especialmente. En abril del año pasado, en plena pandemia del Covid, sufrí hechos delictivos en mi campo. Me avisaron que buscaban usurparme el campo. Inmediatamente me acerqué a mi propiedad y pude detectar la entrada de gente con camiones, y con un tipo a mano armada que me quiso increpaba, amenazándome y diciendo que ese campo era de él, que lo había comprado. Fue una situación realmente violenta. Una camioneta que te golpea el portón y te quiere llevar por delante. Un hombre que se baja con un arma y te apunta a la cabeza y al pecho diciéndote que te va a matar, que si entraba a mi campo, me tiraba. Pero siempre pensé en San Martín y sus valores, y como sentía que mi campo era mi patria. Y la debía defender", cuenta Daniel.
Y continúa: "En ese campo soy tercera generación. Mi abuelo Onias García, en 1962, adquiere estos campos. Pero lamentablemente en esta zona tenemos problemas de planos, de titulación. El Estado provincial no lo resuelve, pero anualmente nos cobra los impuestos.
A un año de aquel incidente, y atravesando una larga lucha, porque mi campo quedó con una medida judicial de no innovar, debido a la situación de la usurpación y cómo se fueron dando las cosas en ese momento, pasé un año sin poder trabajar. En ese tiempo, la fiscalía trabajó mucho, creo que por la participación constante de Federación Agraria, que me apoyó muchísimo difundiendo comunicados sobre el tema a nivel provincial, desde los directores de FAA de Córdoba, y a nivel nacional, con la ayuda del presidente Carlos Achetoni y de representantes del comité de acción gremial".
Prosigue Daniel: "Por ese acompañamiento recibido, hoy tengo la buena noticia de que mi campo me fue entregado el lunes 26 de abril, con la presencia de la jueza que me entregó la posesión del mismo. Asimismo, la persona que me usurpó el campo fue imputado por ese delito y por amenazas calificadas. Estoy feliz por esto, ya que todo el proceso fue muy duro para mi familia y para la actividad agropecuaria que desarrollamos para vivir. Ahora veremos cómo continúa la causa de usurpación y la amenaza calificada".
Consultado acerca de cómo le afectó este año sin poder producir, dijo: "Ha sido muy duro, porque por la medida de no innovar no he podido trabajar acorde a las condiciones en las que estamos. Son campos abiertos a 1.700 metros de altura. Pese a ser tercera generación en el campo, aún no he podido tener la posibilidad de tener el campo cerrado. Para llegar hay que recorrer 80 kilómetros de caminos sinuosos. Y no solo no he podido trabajar: he tenido faltantes de animales, no he podido hacer mi plan sanitario acorde porque no podía ingresar. Cada vez que lo intentaba tenía que pedir un permiso a la fiscalía por la medida judicial. Fue duro, pero como todo productor, hubo que meterle el pecho a las balas. Porque parado es peor. Gracias a Dios, he luchado mucho por mis campos, nunca bajé los brazos y siempre firme".
Y puntualiza: "Un año duro pasamos económicamente, con mucha frustración a nivel familiar; porque, para un productor que el campo es una forma de vida, me quitaron este año esa posibilidad. Pero hoy puedo decir que ha sido una batalla lograda, gracias a Dios la justicia actuó acorde. Y estoy feliz porque quiero seguir trabajando, evolucionando. Estamos en un país donde hoy las cosas son muy duras, pero estamos luchando y creyendo en las instituciones, porque este tema se resolvió rápido por la viralización del conflicto, y en especial por el apoyo recibido por una institución como FAA, que cumple con el objetivo de apoyar a los pequeños y medianos productores".
Sobre la situación de la titulación de las tierras en la zona, describió: "Acá es complicado. En mi caso, y como se lo decía al usurpador, yo no soy puestero, soy dueño. Porque muchas veces hay una parte en un conflicto que es legal y otra moral. A veces la ley ampara a un puestero, porque los dueños durante 20 años no estuvieron y tiene una posesión. En mi caso, nosotros lo compramos. No soy un puestero que me quedé en el campo reclamando tierras pasado muchos años. En mi caso me he criado poniendo el acento en lo moral, que es lo que te hace buena persona, porque vengo de una familia que me ha remarcado buenos valores".
Acerca de lo que ha aprendido en este año de lucha, señala: "Desde esta experiencia vivida, creí siempre que tenía que defender mi campo. Hasta con mi vida. Pero siempre creyendo en la democracia, usando las instituciones, cuando tuve el episodio violento de la usurpación, no reaccioné violentamente como podría haberlo hecho cualquiera. Veía a mi hijo que filmaba la situación, la tenía a mi madre a la par, a mi abogado, un amigo de toda la vida, que es un tipazo que cuidó mi campo como si fuera de él. Y como mensaje me gustaría transmitir que frente a una situación tan violenta como la que viví, pensemos antes de actuar impulsivamente" y añadió: "La propiedad es nuestra y se la defiende con la vida si es necesario, pero siempre usando las instituciones para lograr lo que es justo. Siempre le dije al usurpador que había hecho las cosas mal, porque él podría haber sido estafado, pero para eso hubiera debido concurrir a las instituciones para resolverlo y no usurpar. La violencia no es ni era el camino, porque si no, volvemos a las épocas del oeste, las conquistas, donde si alguien quería más campo se armaba y corría gente. Y no es así, estamos en democracia que está en alerta, viviendo como en la selva, con representantes que no nos cuidan, que no hacen valer nuestros valores, que trae aparejado que se tomen medidas individuales donde cada uno hace lo que se le antoja".
Y concluyó: "Frente a algo así, mi mensaje es nunca bajar los brazos. Pedir apoyo a las instituciones, que el productor se comprometa y que participe, porque muchas veces las instituciones no van porque no saben que existimos. Hay que jorobar, comprometer a los directores, usar las instituciones como FAA y muchas otras porque están para esto. A la gente, que no bajen los brazos, lo que es de uno, es de uno. Hay que cuidarlo, apoyándose en las instituciones para vivir en armonía en democracia. Que no se archiven las causas, como le pasa a muchos. Crean en las instituciones, nací gritando y esta vez gané porque nunca me callé. Yo molesté, porque no era justo lo que me pasaba".