A meses de las elecciones de medio término, vuelve el debate sobre si los liberales tienen que ir con lista propia o aliarse a Juntos por el Cambio.
El tema no es tan sencillo de resolver, porque dentro de la tribu liberal hay quienes de buena fe quieren crear una opción política propia liberal y quienes vieron en la política un gran negocio y se presentan como paladines del liberalismo, pero en realidad hoy les sirve decir que son liberales y mañana pueden decir que son peronistas sin que se les mueva un pelo. Uno de los “paladines” del “liberalismo” trabajó para para la campaña electoral de Scioli y hoy se presenta como el que resucitó el liberalismo haciendo política.
Aquí ya se produce una primera división entre los liberales, entre quienes dicen todos juntos aunque haya sectores mercenarios de las ideas que se venden al mejor postor, y los que quieren establecer ciertos límites morales a la formación de un proyecto de liberal.
Por otro lado, ningún liberal rinde culto a personas, solo sigue principios de limitar el poder del Estado. El culto a las personas tiene que ver más con el fascismo o el nazismo que con el liberalismo, que es otro límite en el armado de una opción liberal.
Luego está el otro debate: ¿tiene que ir el liberalismo serio en forma separada de Juntos por el Cambio o aliarse a esta fuerza política?
Responder a este interrogante no es sencillo. Se sabe que el primer objetivo en octubre es ponerle un límite a las ambiciones hegemónicas del kirchnerismo. A su proyecto chavista.
Para frenar ese proyecto chavista lo mejor es conformar una gran coalición opositora que lo enfrente, pero para que esa coalición no fracase nuevamente tiene que amalgamarse con ciertas políticas públicas, en particular en lo que tiene que ver con los valores que imperan en la sociedad y la economía. Y aquí tal vez no hay que hablar de economía liberal, sino de buena o mala economía. El déficit fiscal no es ni liberal ni antiliberal, gastar más de lo que ingresa es de incompetentes. El acuerdo tiene que estar en que se elimine el déficit fiscal bajando el gasto y no estableciendo más impuestos.
Pero aun asumiendo que se establecen acuerdos de políticas públicas, en amplios sectores liberales hay desconfianza en el PRO porque muchos participaron de su formación y luego fueron dejados de lado. Cuando Cambiemos llegó al gobierno, relegó a las últimas líneas a liberales que habían contribuido a formar ese espacio. Los liberales eran casi mala palabra para el PRO cuando fue gobierno.
Ahora parece haber más flexibilidad, pero lo que se cuestionan muchos liberales es: ¿nos vienen a buscar para las elecciones y luego descartarnos o por nuestras ideas? Si se sospecha que se los quiere usar transitoriamente para las elecciones, una fracción importante de liberales con trayectoria decidirá ir por afuera de esa coalición y el kirchnerismo puede ser la primera minoría en las elecciones de octubre, aunque no obtendrá la mayoría absoluta en el Congreso.
Es lícita la desconfianza en muchos liberales hacia el PRO porque temen ser usados y luego descartados. Ya ocurrió eso una vez y, además, quienes señalaban la mala praxis económica de Cambiemos fueron tildados de liberalotes.
Para armar una coalición opositora que logre, no solo ganar una elección, sino también cambiar el rumbo de decadencia del país sin que vuelvan el proyecto hegemónico k, es indispensable un cambio de discurso sobre los valores que hoy imperan en la sociedad. Específicamente comenzar a hablar de la cultura del trabajo y terminar con el discurso del Estado te cuida y la cultura de la dádiva.
Es cierto que los paracaidistas que recién llegan a conocer algo de liberalismo entraron en un fanatismo propio de un fascista y eso repele en Juntos por el Cambio. Muchos de los nuevos libertarios creen que saben sobre liberalismo viendo un par de videos por Youtube y usan los datos de ingreso per capita de Argentina de fines del siglo XIX y principios del siglo XX para mostrar el éxito del liberalismo. Eso demuestra que nunca leyeron historia, porque lo que se conoce como generación del 80 no fue totalmente liberal. Si tuvo una gran tendencia hacia el liberalismo pero adoptó medidas, como por ejemplo impulsar la educación pública u otorgar una rentabilidad mínima a quienes invertían en la construcción de vías férreas, que hoy muchos “libertarios” tildarían de socialistas si alguien las propusiera. No es con este tipo de gente que se puede armar una coalición que sea perdurable porque son como La Campora, pero creyendo que son liberales.
En definitiva, una cosa es lo que uno puede debatir en un ámbito académico y otra hasta dónde puede llegar en la política. Pero al mismo tiempo, hay un mínimo de medidas económicas que no pueden dejar de tomarse sin que se desmorone nuevamente la economía.
El debate en el liberalismo de ir con Cambiemos o por fuera de Cambiemos, no pasa tanto por lo que hizo Cambiemos en el pasado, sino por qué está dispuesto a hacer en el futuro si es gobierno. Por lo tanto, el acuerdo no pasa principalmente por discutir los lugares en las listas de diputados, el debate es sobre qué valores y medidas económicas va a impulsar esa supuesta coalición de gobierno. Obviamente que si Juntos por el Cambio acepta esos valores, también le debe dar un espacio proporcional en las listas de candidatos a la corriente liberal.
Si no hay acuerdo sobre valores y medidas económicas, entonces lo mejor es que quienes defienden las ideas liberales hagan su juego. En todo caso en el Congreso votarán contra aquellos proyectos de ley que vayan contra los valores de la libertad y de buena praxis económica.
En síntesis, lo mejor es una gran coalición opositora que vaya preparando el camino para el 2023. Los que están usando el sello del liberalismo para hacer su negocio político se sabe que no van a ceder porque su objetivo no son las ideas. Los que sí quieren llevar adelante ideas liberales entonces que repasen historia para entender cómo se construyó la Argentina luego de Caseros. Y Juntos por el Cambio que entiendan que su fracaso de 2015-2019 no fue porque estaban en minoría, sino porque nunca tuvieron en claro los valores fundamentales que tienen que imperar en una sociedad para poder progresar y, encima, hicieron mala praxis económica dentro del margen de acción política que tenían. Eso de que no pudieron hacer más porque estaban en minoría, no es cierto. Nunca tuvieron en claro el rumbo a seguir. No es cuestión de ganar y después vemos. Es cuestión de ganar para torcer el rumbo de decadencia de Argentina.
Cerrando, tanto maltrató el PRO a los liberales en el pasado, que ahora tiene que dar una prueba de amor convincente.
Fuente: Economía para Todos