El año 2021 no aparenta ser fácil para el país, sobre todo lo que tiene que ver con el curso de la economía y las maltratadas cuentas nacionales. Pero el sector agropecuario promete aportar a la recuperación de algunas variables macroeconómicas, como la recaudación, el ingreso de divisas y la actividad económica, en especial en el interior del país.
De la mano del inicio de la cosecha de maíz y soja, los dos principales cultivos de verano del agro argentino, asoman dos grandes noticias: en primer lugar, el mantenimiento en altos niveles de los precios internacionales de ambos granos, que cotizan en máximos de entre seis y ocho años, y en segundo lugar, las lluvias que se dieron en gran parte de enero y febrero y permitieron recuperar los niveles de humedad en los campos, detener el deterioro de los cultivos y aumentar las estimaciones de producción en unas 2 millones de toneladas para la oleaginosa (hasta 49 millones) y en 2,5 millones para el cereal (para ubicarse en torno de 48,5 millones)
De ese modo, el valor bruto de la cosecha de ambos cultivos daría un contundente salto respecto a lo registrado en la campaña anterior. Según cálculos de Alberto Lugones, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), a los que accedió Infobae, el valor de la cosecha se ubicará en USD 25.354 millones, casi USD 6.686 millones mayor a la obtenida en el ciclo 2019/20, a pesar de que la estimación de producción se espera que sea menor en casi 5 millones de toneladas.
Para Lugones, “este valor interno de la producción de soja y maíz contribuye considerablemente dentro del producto nacional y, además, realizan un gran aporte al equilibrio de las cuentas externas del país, ya que conjuntamente estos dos complejos representan cerca del 40% del valor de las exportaciones argentinas”.
Por su parte, la jefa de Estimaciones y Estudios Económicos de la BCR, Emilce Terré, señaló que el alza en los precios fue producto de los inconvenientes climáticos en Argentina y Brasil, que complicaron la campaña de ambos cultivos, descontando pérdidas en la producción, cuestión que, por tratarse de exportadores de peso internacional tanto de maíz como de soja, impulsó los precios “a niveles que no se veían desde hace 6 u 8 años”.
Si bien Terré remarcó que hay que analizar con detenimiento la situación de cada productor ya que “aquellos que fueron muy afectados y no consiguieron los quintales que buscaban producir, no hay suba que les compense esa pérdida”, en el aspecto global “la suba de los precios permite compensar la caída en la producción. El hecho de que aumente va a significar un aporte importante para la actividad económica y el producto bruto del país, pero sobre todo, va a ser un aporte interesante respecto al ingreso de divisas”.
“En general, los productos primarios, sumado a manufacturas de origen agropecuario representan el 70% de las exportaciones totales y con esta suba en los precios puede permitir sostener la balanza externa, que viene muy tensionada en los últimos meses. Es una muy buena noticia y permitirá reducir el déficit y componer el equilibrio de las cuentas externas. En el aspecto individual, la mejora en la rentabilidad de aquellos productores que no fueron afectados por la sequía, vemos que se puede volcar a inversiones. Vemos un repunte en la maquinaria agrícola y que empieza a repuntar la inversión productiva, lo cual permite dinamizar la actividad en el interior del país”, finalizó Terré.
Exportaciones
Estos elevados precios internacionales, en conjunción con un aumento en la estimación de producción de los dos cultivos acarrearán un aumento del ingreso de divisas, vitales para mejorar las alicaídas cuentas del Estado vía retenciones, y para mejorar la balanza de pagos y alimentar las arcas del Banco Central.
Por eso el economista del Ieral de la Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón, infiere que “por las mejores perspectivas productivas y el nuevo nivel de precios, el aporte de agro dólares apunta alto este año, pero la pregunta es qué tan alto”. En esta línea, el especialista construyó diferentes escenarios, que contemplan que la estimación de exportación y los precios se mantengan, como así también que estas variables suban o bajen.
Para Garzón, si los precios internacionales se mantienen en un nivel en torno a los USD 500 la tonelada para la soja y de USD 230 la tonelada para el maíz y sus respectivas producciones se ubican en 48 y 47 millones de toneladas respectivamente, sumado a sus respectivos subproductos y otros cultivos como el trigo, la cebada y el girasol, podrían ingresar al país USD 33.919 millones, un 33,9% más que en 2020, o sea, unos USD 8.589 millones.
Este último es el escenario base para Garzón, que también ve como probables otros 5 escenarios más de los 15 que construyó, proyectando precios y cantidades exportadas a la baja. El escenario más pesimista prevé una caída del 8% en volumen y del 10% en valores y estima despachos por USD 27.864 millones, lo que, de todas maneras, representaría una expansión del 10% respecto a 2020, con USD 2.534 millones más ingresados. El más optimista prevé un volumen 8% mayor al del escenario base y precios 10% mayores y estima embarques por USD 40.565 millones, 60% superiores a los del año pasado.
Márgenes
Con la suba de los precios internacionales y los costos productivos por debajo de estos, a priori, se prevén mejores márgenes al inicio de la cosecha para la soja y el maíz que los registrados el año pasado, lo que puede repercutir, siempre y en cuanto se obtengan las productividades establecidas, una mejor rentabilidad de los productores.
Así, los márgenes (resultado del ingreso del productor por su producción, menos costos como insumos, flete, etc e impuestos) calculados en enero por la BCR para un productor de soja de primera de la zona núcleo a menos de 150 kilómetros de un puerto daba un margen neto en campo propio de USD 394 por hectárea y de USD 73 para aquel que produzca en campo alquilado, mientras que en marzo de 2020 estos valores estaban en USD 252 y USD 30 por hectárea respectivamente.
En el caso de un productor de maíz de primera, el margen neto en campo propio era de USD 584 por hectárea y de USD 265 en alquilado. En marzo de 2020 estos valores eran de USD 342 y USD 120 respectivamente. Si bien estas comparaciones están atadas a muchas variaciones y dependen de en qué momento y a qué precios los productores venden su producción, el factor determinante que permitió esta suba en los márgenes fue el precio a cosecha, el cual subió de USD 21,8 por quintal en marzo de 2020 para la soja de primera a USD 32,9 y de USD 13,9 a US$ 21 en maíz.
“El precio a cosecha es la variable que lo mueve, que es mucho más alto este año. Hay precios atractivos en todos los productos. Todavía estamos terminando la campaña vieja, con pequeños remanentes en los granos, a la espera de la nueva cosecha, con precios atractivos. Si bien hay costos que se elevaron junto con la inflación, el precio de los productos está siendo bueno para por lo menos hacer un buen número en cuanto a márgenes”, explicó la analista de la BCR, Sofía Corina.
En diálogo con este medio, Corina expresó que con la posible mejora en los rendimientos por las últimas lluvias y los buenos precios internacionales, a priori se puede hablar de “buenos y aceptables” márgenes para esta campaña, aunque advirtió que “tampoco festejemos mucho porque tenemos una altísima incidencia en todo lo que es impuestos, donde Ganancias está en 35%, el tema del IVA, con los saldos a favor o en contra. En ese sentido es bastante la exigencia impositiva del sector, pero sacando eso y analizando los márgenes por precio y rendimiento tenemos números aceptables para esta campaña”.
Fuente: Rosario Finanzas