El 2020 cierra su último trimestre con una inflación promedio de aproximadamente el 3,5% mensual dejando un fuerte arrastre para el inicio de este año. En los próximos meses Argentina convivirá con altas tasas de inflación mensuales que promediarán el 3,9% en el primer trimestre del año. Esto complica aún más la economía agigantando el desafío de revertir el camino por el que transita el país.


Iván Cachanosky, Economista Jefe en la Fundación Libertad y Progreso se refirió ante esta situación. “El gobierno continúa tomando medidas de parches en lugar de soluciones de fondo”, dijo en relación con los controles de precios, que busca incrementar la cantidad de bienes alcanzados en el programa de precios cuidados. “También se cuestionó que el aumento de prepagas sea menor y se debate si dar marcha atrás o no con el incremento de tarifas. Todo esto, en un contexto de año electoral” analizó y agregó que “se ve claramente el tironeo entre el FMI, que le sujeta el brazo a Guzmán para que reduzca el déficit fiscal en el 2021, y el ala kirchnerista de la coalición gobernante, que le tira del otro brazo para patear todos los ajustes para después de las elecciones” concluyó.

Diego Piccardo, Economista en Libertad y Progreso sostuvo que “Argentina estará destinada a convivir con altos niveles de inflación siempre que el déficit fiscal se encuentre presente”. Además, sostuvo que las fuentes de financiamiento “brillan por su ausencia” por los desequilibrios macroeconómicos por lo que se continúa siendo altamente dependiente de la emisión monetaria por el momento. El problema es que, la economía difícilmente resista los mismos niveles de emisión del 2020 en el corriente año, por lo que una fuerte emisión tendrá un correlato más fuerte en la inflación en el 2021.

Los economistas anticipan que el 2021 será un año desafiante en materia inflacionaria. El gobierno puede optar por encarar el desafío con medidas superficiales de corto plazo (controles de precios, congelamiento de tarifas, etc.), instrumentos que ya han fracasado en el pasado; o aprovechar la negociación con el FMI para presentar un plan económico que inspire confianza y donde exista un sendero decreciente del déficit fiscal para sanear de manera consistente el flagelo de la inflación.

Fuente: Fundación Libertad y Progreso