La producción lechera argentina evoluciona, se tecnifica y crece en el rendimiento individual de los animales. Sin embargo, perduran mitos o situaciones sobre las que resulta imprescindible avanzar desde el aspecto técnico. Una de ellas está ligada al impacto de las afecciones podales no solo sobre las lactancias, sino también por ser una de las patologías que más dolor causa en los bovinos.
Especialización. Con el paso del tiempo, los tratamientos han cambiado, mejorando la recuperación de vacas con problemas
Para avanzar en este punto, se contactó con el médico veterinario y coordinador de la Comisión de Afecciones Podales en APROCAL, Enrique Pofcher, quien promueve en sus intervenciones a campo, en conferencias y en sus redes sociales un concepto que no pasa desapercibido entre quienes se dedican a la actividad.
“Cuando sostengo que el Pietín no existe en los bovinos, busco desterrar el concepto que simplifica el diagnóstico de los verdaderos problemas que sufren los animales en sus patas”, nos aseguró el Doctor en Ciencias Veterinarias y docente en la FCV de la Universidad de La Plata. Y amplió: “Al hablar de Pietín en los tambos, se lo hace en alusión a toda la vaca renga, buscando soluciones rápidas para avanzar en tratamientos con antibióticos que no siempre funcionan”.
Según el referente de APROCAL este es un error que muchas veces impide ver el verdadero problema. “Debemos erradicar esta simplificación y dejar bien en claro que estas patologías son multifactoriales y existen distintos puntos sobre los cuales establecer un plan de control”, sostuvo Enrique Pofcher.
¿Cuáles son las afecciones podales que afectan a los bovinos?
Enrique Pofcher: Las mismas se clasifican en infecciosas (por ejemplo, la dermatitis digital o el flemón) y traumáticas (úlcera de suela, enfermedad de línea blanca, una fractura de muralla). Luego podemos encontrar también casos de laminitis, donde el ojo debe estar puesto en la alimentación, y también otras causas cuyo origen se desconoce, como es el caso del callo interdigital, que podría tener algún componente genético, pero también traumático.
¿Qué pérdidas producen estas patologías en los tambos?
Aliados. El avance en las prácticas de bienestar animal en los tambos favorece la reducción de vacas rengas.
Hablamos de un 10% de pérdidas por lactancia, como mínimo, ante cada evento de vaca renga. Es decir que, considerando un promedio de 7.000 litros de leche por lactancia en Argentina, hablamos de unos 700 litros de pérdida real.
Esta es la patología que más pérdidas económicas genera en el tambo. Es clave tener presente que, más allá del dolor que causan y su consecuente impacto en el bienestar de los animales, las afecciones podales afectan principalmente la reproducción de los bovinos: la prostaglandina, como mediador de la inflamación, podría generar luteolisis.
Esto se suma a que aumentan los días abiertos (con los múltiples problemas que esto conlleva) y disminuye la producción de leche por una mala alimentación. Por eso es clave registrar datos y evaluar si las vacas vacías que fueron descartadas no tuvieron un evento previo de renguera.
Probablemente si y la causa de la no preñez no era reproductiva.
Además, a campo vemos que buena parte de las vacas rengas, tienen un evento de mastitis previo o posterior.
¿Hay un cambio en la percepción del problema desde los productores?
Si y el crecimiento de mi actividad profesional, con más continuidad en las visitas o auditorías que realizamos en los tambos es muestra de ello. Se está trabajando mucho y bien en materia de bienestar animal en los tambos y eso lleva a que las afecciones podales sean más tenidas en cuenta.
APROCAL ha jugado un papel central en esto y si bien falta mucho camino por recorrer, hoy existen capacitaciones específicas y cada vez más podólogos insertándose en el sistema productivo.
Antes una vaca renga era sinónimo de rechazo, mientras que hoy -con tratamientos mejor enfocados-, esto no es así. Estamos logrando algo impensado hace cinco años.
Tratadas a tiempo, las vacas se curan.
Volviendo al desconocimiento que existe sobre esta problemática, es clave destacar el aporte de las redes sociales, por ejemplo. La repercusión es importante y permite generar conciencia no solo sobre la existencia del problema, sino también de que tiene una solución posible.
En este contexto de pandemia, los productores pudieron reevaluar sus sistemas, viendo cosas que quizás antes no veían, como por ejemplo una exagerada venta de animales por rengueras.
¿Qué cambió en cuanto a los tratamientos?
Se modificó la forma de desvasar. Antes se pregonaba que la vaca sangre y hoy buscamos quitar el tejido necrótico sin lastimar.
Además, promovemos un abordaje integral, mirando a la vaca y sus patas, pero también el resto del esquema productivo.
¿Todas las vacas sufren este problema?
Auditorías a campo. Es clave revisar todo el sistema de manejo para detectar puntos de conflicto.
En todos los tambos y sistemas hay vacas rengas y las seguirá habiendo. El punto es trabajar en su prevención. En mi caso, trabajo en tambos que tienen de 16 a 3.000 vacas en ordeño. Allí, el promedio de vaca renga ronda el 23% del total, mientras que el objetivo es que sean menos del 5%.
El productor ve 1 de cada 4 vacas rengas que tiene y ese es un problema, porque llega tarde a buscar una solución.
¿Esto tiene que ver con cuestiones climáticas o con la infraestructura?
Claro que cuando llueve mucho es un problema, pero cuando el clima está seco, también. No pasa por echarle la culpa sólo al barro, hay que ver todo el sistema de manejo. Hablando de infraestructura, básicamente se debería avanzar en mejorar salas de espera y accesos (y salida) al tambo. Muchas veces las vacas pisan donde pueden.
En resumen, la gente está viendo que no sólo el barro es el causal y que no todas las enfermedades podales se solucionan con el uso de antibióticos. Otro mito que ya deberíamos derribar es el uso de ácidos para quemar un tejido vivo, no es necesario y genera un dolor innecesario en los animales.
¿Cuál es el desafío?
Aspiramos a que todo tambo tenga un plan de prevención de patologías podales, replicando los modelos que ya existen para el control de la mastitis.
Esta propuesta es cada vez mejor recibida por los productores, quienes ven que, con el compromiso de todo el equipo de trabajo, la cantidad de vacas rengas del tambo se reduce drásticamente en cuestión de meses.
Vemos un mayor compromiso en este aspecto porque muchos empezaron a darse cuenta de que tenían más problemas de los que pensaban.
¿A qué te referís cuando hablás de auditorías a campo?
Este es un servicio que permite hacer una completa evaluación del tambo, mirando obviamente a las vacas y sus patas, pero también al conjunto del sistema productivo.
Miramos instalaciones, caminos, comederos y bebederos, revisamos todas las categorías animales y se realizan acciones de desvasado para ver qué infecciones existen.
¿Es un problema que afecta a una categoría particular de animales?
Si, a la vaca de primer parto debido a todo el cambio y exigencia que implica pasar de vaquillona a vaca. Si a esto le sumamos que pocas veces se separan correctamente los rodeos, veremos que la competencia entre los animales es cada vez mayor y esta es la categoría que termina siendo afectada.
Además, vemos a campo que los mayores problemas se dan en vacas y vaquillonas durante los primeros 100 días en lactancia.
¿Qué aspectos se deben considerar en la sanidad de las pezuñas?
Primero identificar la vaca renga y diagnosticar el problema. Mirar el sistema y reconocer los puntos de conflicto. Luego, es clave instalar un plan de podología que se resumen en tres acciones: el uso de pediluvio para el caso de las patologías infecciosas, la rutina de desvasado para los animales con problemas y una rutina de desvasado de la vaca al secado, tenga o no problema. Luego cada tambo tendrá su particularidad.
Invertir en un plan integral y preventivo de afecciones podales no representa una inversión superior al 1% de la liquidación mensual de leche en un tambo.
Fuente: Motivar