No se puede negar el papel preponderante de China como demandante de soja en la pendiente a la suba que viene mostrando el precio de la soja en el mundo. Así como de otros granos y subproductos.

Mucha ha sido la tinta volcada sobre este fenómeno.

Los futuros de soja operados en Chicago siguen en suba.

Este lunes, alcanzaron los valores más altos en más de cuatro años.

Las precipitaciones ocurridas en Brasil y la Argentina, durante los últimos días, limitaron las subas que podrían haber sido mayores de no haber ocurrido.

En este comentario, vale remarcar la fuerza, que brinda sobre esta suba de valores, el rol de los fondos de inversión.

El mundo está convulsionado. La huida del dólar hacia los commodities como la soja es notoria.

Y, simultáneamente, la apreciación de otras monedas pertenecientes a países estructuralmente importadores de granos, permite que los productos a comprar queden abaratados.

Está más que clara la avidez de los fondos especulativos, que no frenan su accionar en este contexto de alta incertidumbre, cuando todavía no se sabe quién gobernará el principal país del mundo.

Para muestra, un botón. Vamos a la soja. A lo largo de las últimas veinte semanas, los inversores han comprado alrededor de 220 mil contratos.

Ello significa el operativo de mayor volumen desde principios del año 2016.

A todo ello, se suma la previsión sobre existencias de soja en EE.UU. Se estima que bajarían a menos de 8 millones de toneladas. Un volumen extraordinariamente reducido.

Existencias finales de soja en EE.UU

Millones de toneladas. Elaboración propia en base a USDA


Una atenta mirada retrospectiva es útil. La política de cambios, basada en la regulación del precio del dólar oficial, no ha impedido nunca que la demanda de moneda extranjera presione en suba su cotización en el mercado paralelo, y ello golpee fuertemente en el oficial.

Así ha funcionado la cosa, siempre. La eliminación de una brecha cambiaria persistente, como la que sufrimos actualmente, no resulta de una reducción nominal del tipo de cambio paralelo, sino con una mega devaluación del tipo de cambio oficial.

La historia argentina es ciclónica. Cuando la emisión monetaria aumenta y la demanda de dinero tiende a cero, el horno de la economía tiende a la explosión. Se achican las exportaciones y aumenta el estímulo a las importaciones. Con cada vez menos dólares, el tipo de cambio suele saltar por los aires.

De no cambiar el rumbo, la devaluación no será una opción. Simplemente, será un traumático salto cambiario.