Patético. Es patético, pero es así. No aprendemos. Y nuestros errores históricos siguen marcando el devenir económico del país.
La experiencia es clara. Está más que demostrada la ineficacia de los controles de cambios –léase todo tipo de restricción sobre la libertad de transacción-. No hay mucho para decir.
Porque no existe capacidad de control en el sector público, ni acá ni en ninguna parte del mundo.
Cuanto mayor son las restricciones cambiarias, más crece la sub y sobrefacturación, el contrabando, y la fuga de capitales. Es decir se promueve lo que se quiere evitar. Y la demanda de dólares por parte de la gente crece. En tanto en el horizonte se agiganta la tétrica oscuridad de la devaluación.
En una etapa inicial, tales restricciones pueden tener algún efecto buscado y de esta manera frenar la suba de precios. Pero, luego la explosión es más aguda.
No se puede mantener a un caballo, atado con una cadena a un poste, demasiado tiempo, porque en algún momento lo arrancará. Con hambre y sediento, saldrá así al galope, desenfrenado, arrastrando el palo y derribando lo que encuentre en su alocado camino.
Tarde o temprano “el caballo” disparará….
Mientras tanto, el gobierno trata de demorar el problema. Para ello cuenta con los dólares del campo. Aquel eslabón de la cadena agroindustrial tan vilipendiado.
Pero hay una mala noticia. Si el gobierno aguarda la llegada de dólares fresco, habrá de llevarse una decepción. Porque podrá el hombre proponer, pero sólo Dios dispone.
La seca castiga al campo. Duramente.
En la provincia de Córdoba desde el 1 de abril ha llovido tan sólo la cuarta parte respecto a la media histórica de los últimos años. En el norte de la de Buenos Aires, alrededor del 70%. En la de Santa Fe, apenas la mitad.
La zona núcleo está con una extrema carencia de humedad. Y los trigos claman agua. Es que el cereal transcurre el período crítico y los daños son irreversibles, en gran parte.
Un recorrido a vuelo de pájaro muestra que por lo menos el 20% de la superficie sembrada con trigo se halla en floración. Y cerca del 40%, está espigando. Y las lluvias no llegan.
Se estima que cerca del 10% del trigo implantado no será cosechado. Considerados ya perdidos, muchos serán volcados para sembrar soja.
Acá es entonces cuando uno se pregunta…
¿Qué rinde puede esperarse así?
¿Cómo puede esperar el gobierno la entrada de dólares para diciembre y enero próximos?
Que alguien despierte a las autoridades, por favor. La escasez de dólares por exportación de trigo, aceleraría la llegada de la temida oscuridad.
Desde acá se me ocurre traer al presente parte del poema de Jorge Manrique: “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida…; cuán presto se va el placer, cómo después de acordado da dolor.”
En algún momento la realidad pega. Y cuando lo hace, lo realiza con fuerza. Manrique lo dijo: “cómo después de acordado da dolor”