Los meses de marzo y de abril -qué dudas caben- fueron muy duros en términos de precios para la soja.
Pero, luego comenzaron a subir, casi sin parada alguna. A la fecha, la mejora supera el 20%.
En el mercado de Chicago, esta oleaginosa llegó a casi 370 dólares, en el contrato más cercano.
Está bien, el precio actual sigue muy por debajo de aquellos máximos registrados a mediados del 2008 y del 2012. Pero, la suba es considerable.
Sin embargo, recientemente, ha surgido cierto temor sobre la tendencia ascendente o el menos sobre la firmeza de los precios, en Chicago.
Evidentemente, el temor surge del rebrote del coronavirus en buena parte del globo. Se trata de la temida segunda ola. Así, las cosas, las expectativas favorables se han apaciguado.
Pese a ello, no habría demasiado espacio para el desaliento, respecto a los precios. Veamos.
A diferencia de otros tiempos, ahora la mejora tiene una razón central, ligada a las políticas monetarias aplicadas en EE.UU. así como en gran parte de los países.
¿A qué nos referimos?
La pandemia, que irrumpió en febrero pasado en el mundo occidental, obligó a los gobiernos a emitir dinero por encima de los niveles adecuados. Este proceso de emisión no ha cesado.
En esta política expansiva de dinero se ha destacado EE.UU. Mediante el incremento de la cantidad de dólares ha tratado de amortiguar el golpe dado por la cuarentena.
La estrategia de estimular el empleo y brindar mayor asistencia ha llevado a un creciente aumento del déficit fiscal, financiado con creación de dinero. En similar situación se encuentran los países restantes.
Así el cuadro, la inflación consecuente va llegando y sin pausa. En EE.UU. y en buena parte del mundo. Y las expectativas de los mercados se refieren a la pérdida de poder adquisitivo de las principales monedas.
Alertas a las nuevas medidas, los mercados y decisores financieros han despertado a los precios de los commodities en general, de su anterior letargo. Y en particular a la soja, por su alta demanda real, elevado consumo y por ser un bien altamente transable.
Esta, quizás, sea la principal razón por la que China ha comenzado a importar soja con fuerza nuevamente. Así, este país prefiere usar algunos bienes como la soja como reserva de valor en lugar de una moneda que tendería a desvalorizarse. Algo parecido podría darse con la India, en diferentes commodities agrícolas.
Se estima que la importación de soja por parte de China podría llegar, en la campaña, a superar el nivel de 100 millones de toneladas.
Si a ello, agregamos el incremento del precio del petróleo, la debilidad del dólar en términos de las principales monedas, el reducido nivel de stocks de soja en el mundo, y la menor cosecha en EE.UU., el cuadro para los precios debería ser alentador.
Para colmo, La Niña durante el período de desarrollo de la soja en América del Sur es una amenaza que empieza a tomarse en cuenta por parte de los compradores y decisores financieros.