El clima no es la única amenaza que afecta al trigo en esta campaña. Las
enfermedades foliares que avanzan cada vez con mayor incidencia son otra señal
de alarma para los productores. Y en una zona tradicionalmente triguera como es
el sudeste y sudoeste de la provincia de Buenos Aires, la mancha amarilla va
tomando la delantera.
"Es una región en la que es muy común el monocultivo de cereales de invierno,
lo que determina un escenario propicio para la aparición de mancha amarilla,
porque las dos fuentes principales de inóculo son justamente la semilla y el
rastrojo", aseguró Andrés Fabbris Rotelli, gerente de Fungicidas e Insecticidas
de UPL Argentina, en una nueva edición del ciclo de charlas con especialistas
que organiza la empresa bajo el nombre "VocesExpertas".
Del encuentro también formó parte el investigador de la Universidad Nacional
de Mar del Plata (UNMdP), Ariel Faberi, quien insistió en la necesidad de
concentrar la atención en los lotes con trigo como antecesor. "Es una enfermedad
que prefiere temperaturas de templadas a cálidas, entre 10 a 30 grados
aproximadamente. En tanto, para que se produzca la infección el rango de humedad
de mojado de hoja debe ser entre 6 y 48 horas", explicó el profesional, quien
advirtió tener en cuenta estos datos para conocer el momento ambiental en que
puede aparecer la enfermedad para alcanzar así un control más eficiente.
Entre las recomendaciones, ambos especialistas coincidieron en la necesidad
de elegir materiales de buen comportamiento y perfil sanitario. "Es muy
importante también realizar los análisis de semillas correspondientes para
excluir la incorporación de patógenos", agregó Faberi. Por otro lado, entre las
sugerencias también se incluyó un estricto monitoreo de los lotes y el manejo de
una correcta nutrición nitrogenada que evita la proliferación de la enfermedad.
"La mancha amarilla arranca con un diagnóstico bastante impreciso, porque
surgen manchas pequeñas e irregulares que comienzan en la parte baja y en la
medida en que van apareciendo nuevas hojas va infectando y colonizando todo el
cultivo. Allí es cuando se desarrolla la sintomatología típica de la
enfermedad", informó el docente de la UNMdP.
Por su parte, Fabbris señaló que para lograr un buen control de la enfermedad
es clave partir con un tratamiento de semillas adecuado. En ese sentido, el
técnico de UPL destacó que aunque las carboxamidas se presentan como
herramientas muy efectivas, también es necesario hacer un buen uso de este tipo
de tecnologías para evitar la generación de resistencias. "En Brasil ya se
confirmaron resistencias en el cultivo de soja", añadió y recordó el estudio
elaborado por Francisco Sautua y Marcelo Carmona, investigadores de la Cátedra
de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la UBA, quienes demostraron la
resistencia de mancha amarilla a las estrobilurinas en general y también cepas
resistentes a algunos triazoles.
"Las típicas mezclas de estrobilurinas con triazoles que aplican los
productores de la zona ya no son una medida eficiente para el control de
enfermedades", avisó el docente, quien repasó los distintos factores que
llevaron a la actual situación: la elección continua de los mismos agentes
químicos y los distintos criterios de aplicación (sub-dosificación,
sobre-dosificación y aplicaciones tardías en los lotes).
Ante estos mecanismos de acción sito-específicos que actúan sólo sobre una
parte de la célula ejerciendo una presión de selección, Faberi contrapuso los
beneficios de los fungicidas multisitio. "Este tipo de productos atacan e
interfieren en distintos procesos metabólicos de la célula fúngica, entonces es
menos probable que el patógeno pueda producir mutaciones simultáneas. Por eso
hay un riesgo bajísimo en la generación de resistencias", explicó el
investigador marplatense.
En ese marco, Fabbris destacó la performance de Tridium, el fungicida
multisitio de UPL que aporta tres diferentes mecanismos de acción: Azoxystrobina
(del grupo de las estrobilurinas), Tebuconazole (del grupo de los triazoles), y
fundamentalmente el Mancozeb, que por su acción multisitio actúa en seis
diferentes sistemas de la célula del hongo al mismo tiempo. "Además de esta
particularidad que evita la generación de resistencias, tiene un amplio espectro
de control", sumó Faberi.
"El Mancozeb ya es conocido en el sudeste bonaerense, porque muchos
productores de papa lo usan desde hace años en el cultivo", continuó Fabbris,
quien aseguró además que Tridium es un producto con una excelente actividad
preventiva de contacto, amigable con el medio ambiente y con una residualidad de
entre 28 y 35 días.
En cuanto a las recomendaciones de uso, el técnico de UPL sugirió aplicar
Tridium apenas se observan los primeros síntomas de la enfermedad. "La dosis que
proponemos es de 2 kilos por hectárea. La primera aplicación debería realizarse
en Z32 para luego complementar eventualmente con una aplicación de carboxamidas
durante el periodo crítico del cultivo. Tampoco hay inconvenientes en realizar
una segunda aplicación de Tridium", reveló Fabbris, quien a su vez advirtió que
la opción de una segunda aplicación de triazoles o estrobilurinas no es viable y
sostenible en el tiempo.
Al referirse a Tridium, el ejecutivo de UPL recordó que es un fungicida triple mezcla, sistémico, multisitio, curativo y erradicante único en el mercado. Su formulación WG, con gránulos dispersables de última generación, facilita su disolución en agua. Además, no solo ha demostrado que ejerce un buen control sobre mancha amarilla, sino también su eficacia sobre otras enfermedades como roya anaranjada, roya amarilla, y mancha en red en el cultivo de cebada, estas dos últimas en procesos de registro.