El forraje es un recurso fundamental para los sistemas ganaderos, ya que es
el alimento principal de los animales. Conocer cómo varía su productividad en el
espacio y a lo largo del año resulta necesario para estimar el número de
animales que se puede tener en un campo sin degradarlo y los kilos de carne o
los litros de leche que se producirán. Un estudio de la Facultad de Agronomía de
la UBA (FAUBA) en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires desarrolló una
herramienta que, sobre la base de modelos matemáticos e información satelital,
permite predecir la productividad del forraje a partir de las precipitaciones.
"Al hablar de forrajes nos referimos a especies vegetales, naturales o
implantadas que se producen en los campos para alimentar animales. Por ejemplo,
rumiantes como las vacas, las cabras y las ovejas consumen forraje para producir
carne o leche. Una gran parte de la ganadería argentina se realiza pastoreando
directamente los recursos forrajeros", explicó Martín Garbulsky, docente de la
cátedra de Forrajicultura de la FAUBA, investigador del Instituto de
Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA,
UBA-Conicet) y Director de la Especialización en Manejo de Sistemas Pastoriles
de la Escuela para Graduados de la FAUBA.
En este sentido, agregó que la disponibilidad de forraje determina la
cantidad de animales que se pueden alimentar en un campo y también cuánta carne
o leche producirán. Por eso, es básico saber cómo varía la productividad de
estos recursos a lo largo del año y en áreas particulares de los campos. "Esto
depende de diversos factores, y la precipitación es uno de los principales.
Desde la FAUBA quisimos generar una herramienta para predecir cuánto forraje se
produce y cómo varía a lo largo del año en campos del sudoeste bonaerense, en
función de las precipitaciones mensuales".
Pascual Ciccioli, asesor CREA y estudiante de la especialización mencionada,
contó que luego de analizar información satelital en una serie de modelos,
encontraron que se puede predecir cuánta biomasa va a producir una pastura de
alfalfa con varios meses de antelación. "Generamos modelos sencillos que tienen
como variable principal la precipitación acumulada porque entendimos que la
productividad de las pasturas comienza a determinarse con las lluvias de varios
meses antes".
Memoria vegetal
"Para conocer cuánto producen las pasturas de alfalfa entre marzo y junio hay
que analizar la precipitación que se acumuló en los tres anteriores. Para la
productividad de julio y agosto hay que mirar las precipitaciones del mes
anterior. Y desde septiembre hasta noviembre hay que observar la precipitación
que cayó en los 8 meses previos", explicó Ciccioli en el marco de su trabajo
final para la Especialización en Manejo de Sistemas Pastoriles.
Por su parte, Garbulsky aclaró que, por un lado, los resultados del estudio
se relacionan de cerca con la capacidad de las pasturas de responder a la
fertilidad del suelo y a las precipitaciones de un momento en particular; por
otro, Martín afirmó que las pasturas poseen lo que él denominó memoria: "Estas
especies forrajeras captan recursos del ambiente y los reservan en diferentes
órganos, como las raíces. Al estar más vigorosas, son capaces de aprovechar
mejor las lluvias que caen en los meses siguientes".
Uso sustentable de las pasturas
"Esta investigación es especialmente relevante para los productores ganaderos
—señaló Ciccioli—, ya que al contar con información sobre futuros excesos o
déficits de forraje podrían anticipar decisiones de manejo ganadero. El 90% de
la producción animal de las empresas del SO de Buenos Aires en las que trabajo
dependen del forraje. Por eso, cuando varía la disponibilidad de este recurso se
debe ajustar la carga animal para usarlo sustentablemente y evitar el
sobrepastoreo".
Para finalizar, Garbulsky contó que desde la Cátedra de Forrajicultura y el IFEVA continuarán investigando pasturas de alfalfa y que también buscan avanzar sobre otras especies naturales e implantadas. "Además, tenemos intenciones de realizar estudios parecidos en suelos agrícolas. Creemos que podemos indagar en cómo funcionan estos sistemas y generar modelos similares al que acabamos de describir".
Por: Sebastián M. Tamashiro
Fuente: FAUBA