En estos tiempos complejos que nos toca transitar, el mercado necesita nutrirse de señales positivas y de aliento para el desarrollo de las industrias y el fortalecimiento de la producción y el consumo, para con ello retomar el camino del tan esperado crecimiento y el incremento de los puestos de trabajo.
El denominado “aporte solidario”, consignado a un segmento de contribuyentes dudosamente determinado, puede producir en el corto y mediano plazo efectos contrarios al buscado. Esto no solamente ante la posibilidad de que este “extraordinario” aporte se convierta en un impuesto más de los diversos ya existentes. Ejemplos que logran demostrar que la excepción se ha convertido en regla abundan en esta materia.
Desde CAIR consideramos que el esfuerzo posible y concreto para mitigar los efectos de esta pandemia %ene que salir del conjunto de los argentinos y no solamente de un sector. El castigo a quien mayor tributa, conforme su capacidad, no es aceptable.
El sector agropecuario nacional, azotado por diversas y confusas normativas impositivas -incluyendo retenciones-, es el verdadero motor de crecimiento del país, generador de divisas y de cientos de miles de puestos de trabajo.
Políticas claras y perdurables en el tiempo son necesarias para revertir la ajustada rentabilidad del campo argentino y, con ello, el efecto multiplicador de toda la economía atada a su evolución, que favorecerán positivamente en pos de un desarrollo ecuánime que beneficiará a todos por igual.
De la creación de nuevos impuestos, y la imposición de reglas forzosas sobre quienes poseen mayor capacidad tributaria solo se obtendrá que éstos escojan otros horizontes a la hora de invertir o reinvertir sus ganancias, ya que de las pérdidas el Estado nunca es socio.
Por todo ello, le pedimos a nuestros legisladores priorizar debates serios y responsables en pos de atraer inversiones y retener a las ya existentes incentivándolas y apoyándolas.