Lejos de clausurar la discusión, el sector privado amplio y la oposición política reclaman una hoja de ruta. Señalan que el Gobierno no la tiene y asocian los malos resultados, así como con la pandemia, con esa falta de planificación. El Gobierno salió mal parado de ese cruce dialéctico y quedó a la defensiva, con la carga de la prueba invertida, teniendo que demostrar que no es “culpable”. Si bien su posición de “no plan” tiene argumentos interesantes detrás, la idea de que el Gobierno no tiene una hoja de ruta se instaló.
En Frente de Todos creen que ese manto de incertidumbre se irá disipando y septiembre será un mes clave para lograrlo. El puntapié es el canje de deuda pública en dólares Ley NY, cuyos resultados positivos se anunciarán hoy en un acto por la tarde (está bien arriba de 90%), con la presencia de los dos Fernández y Martín Guzmán, en el Museo del Bicentenario. Es el primer “gol” económico del Gobierno, que se complementa con el canje local. Era el gran parteaguas del Gobierno de Fernández (luego apareció la pandemia) y, más allá de los dimes y diretes, se cerró y, lo más importante, se aliviaron las necesidades de dólares de corto plazo. Además, el Gobierno ya contactó al FMI para renegociar los US$ 44.000 millones, el otro gran acreedor.
La duda que recorre el mercado es cuánto se comprimirá la brecha cambiaria tras el canje. El CCL cayó pesado la semana pasada, pero sigue arriba de $125 con un oficial que aún no llega a $80. El dato que más se comenta estos días es la tenencia de nuevos bonos que tendrá el empoderado BCRA. Unos y otros creen que quedará con un poder de fuego grande en el mercado del CCL, donde se transan unos US$ 30 millones diarios. “Con los nuevos títulos, equivalentes a US$ 7.666 millones, el BCRA podría venderlos contra pesos en el mercado y de esa forma morigerar la presión contra el CCL. A su vez, los pesos obtenidos saldrían de circulación, actuando la venta de estos bonos como una fuente de esterilización no remunerada”, señala un informe de IEB. “Si el BCRA vende sus bonos, el CCL puede bajar, pero eso sólo puede calmar el mercado un tiempo porque los stocks se acabarán si el desequilibrio continúa”, dice Fernando Marull desde FMyA. El grado de “normalización” de los diversos mercados verdes determinará cómo sigue la película con el oficial y responderá la otra gran pregunta: ¿deberá devaluar el BCRA y convalidar un salto en el dólar? “Puede bajar la brecha cambiaria, que mejore en el margen el flujo de divisas oficial y retrasar una crisis cambiaria (una devaluación), pero no la evita”, añade Marull.
Cerca de Miguel Angel Pesce, descartan esa posibilidad (obvio: las devaluaciones no se anuncian) y ponderan que las reservas brutas están arriba de US$ 40.0000 millones. Otra posibilidad que asoma es activar el swap con China. Lo malo: es caro, cerca de 7% anual en dólares. El recurso de cerrar aún más el cepo está siempre a mano. Se hará todo antes que devaluar.
El otro hito del mes que arranca mañana es el Presupuesto. Es el primero de la era del FdT y, si bien la ley de leyes ha perdido valor como ancla de expectativas, en el Gobierno creen que servirá para sentar su visión del 2021 y proveer más información a los privados. Sobre todo en el frente fiscal. Si bien la posición fiscal del sector público ha implosionado con la pandemia, algunos economistas señalan que el Gobierno tiene un ojo en el tema. “Hay una inusitada responsabilidad fiscal para los prejuicios del mercado, que el Gobierno no proclama pero aplica”, dijo Emanuel Alvarez Agis la semana pasada en una charla virtual de Balanz Capital. Según él, el nivel de gasto público en la pospandemia será menor que recibido por el FdT en diciembre cuando se retire el “gasto Covid” y vuelva cierta normalidad. Un gran supuesto. “En los primeros siete meses de 2020, el gasto público no-Covid baja 5% en términos reales”, dijo el líder de pxq. La transitoriedad del “gasto Covid” será uno de los focos de la nueva ley de leyes y un Gobierno preocupado por encauzar las cuentas públicas podría ser una sorpresa positiva. Por cierto, no será fácil evitar la tentación de bombear vía gasto público, sobre todo en un año electoral y con el trasfondo de una cuestión social calamitosa que no se encaminará rápido que presionará.
¿Y los precios? La inflación empieza a salir de la cuarentena y el mes que concluye hoy estuvo más cerca de 3% que de 1,5-2%. “Es un susto”, dicen en el mercado, donde varios piensan que luego se irá a 4-5%. La respuesta del Gobierno ha sido la clásica para uno peronista: congelamientos y controles (más o menos negociados). La literatura es clara: estos instrumentos puede servir en el corto plazo, pero con el tiempo pierden efectividad y aparecen filtraciones. La política de precios, además, no deja de ser una mala señal para la inversión. Políticamente, no es lo mismo un IPC de 1,5%, como abril y mayo, que uno de 3% o más. Además, en algún momento reaparecerán las paritarias. La inflación volverá a ser un tema (si es que alguna vez dejó de serlo).
Por último, el nivel de actividad es clave y es el que determinará el clima general. Con crecimiento, todo es más fácil y viceversa. El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) viene rebotando desde el pozo de abril, pero hay dudas sobre su duración e intensidad. Si bien algunas medidas recientes han generado tensión con el empresariado y enturbiado el inasible “clima de inversión”, se espera que los privados tengan un rol creciente en la recuperación, pero no será un empuje potente porque están heridos ni tampoco será homogéneo, con algunos sectores que picarán en punta mientras otros la mirarán de afuera. Mientras el renacer privado vaya apareciendo, el Gobierno seguirá teniendo un rol clave y, por eso, finalmente esta semana se irán conociendo las famosas 60 medidas, con eje en reactivar el consumo y alentar la producción. Además, para calmar los ánimos corporativos, el Presidente dirá presente en el encuentro virtual de la UIA por el Día de la Industria, a celebrarse el miércoles.
No es un plan, pero algo se parece…Como siempre, mandará la realidad. Si hay resultados y delivery, el reclamo por el plan cederá. Si el barco no se encamina a buen puerto, volverá a hacerse sentir.
Fuente: El Econmista