Sin embargo, el reporte del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) agregó: “El segundo trimestre de 2020 será recordado como uno de los más críticos de la historia del capitalismo global en general y argentino en particular. El momento más dramático parece haber sido abril, con caídas sin precedentes en una multiplicidad de países. En Argentina, la actividad económica cayó 26,4% interanual, muy por encima del peor momento de la crisis de 2001-02 (cuando llegó a 16,7%)”.
Ante un escenario crítico que paralizó a todo el país, el informe indicó que “aunque todavía no se recuperaron los niveles de producción anteriores al inicio del aislamiento obligatorio, la industria pasó de caer 40% interanual entre fines de marzo y principios de abril, a 12% entre el 7 de junio y el 7 de julio”.
Los sectores que impulsaron la mejora en junio y en los primeros días de
julio fueron el actividad automotriz, que había sido nula en abril y muy
reducida en mayo; la fabricación de materiales para la construcción, que ya está
casi en terreno positivo con respecto al período pre cuarentena; y el tabaco.
Respecto al consumo, el informe señaló que tras una contracción superior a 80% con el inicio de la cuarentena a fines de marzo, en la primera quincena de junio las ventas a precios constantes con Ahora 12 volvieron a los niveles de la primera quincena de marzo.
Según el estudio oficial, la mejora también se observó en la cantidad de
comercios con facturación quincenal con Ahora 12 superior a $10.000, que pasó de
38.915 en la primera mitad de marzo a 12.055 (-69%) en la primera mitad de
abril, para luego recuperarse y llegar a 38.299 en la primera mitad de junio.
“Más allá de las mejoras en el nivel de actividad, la pandemia ha dejado
secuelas en el tejido productivo: entre febrero y mayo, 3,9% de las empresas
dejaron de enviar sus declaraciones juradas a AFIP, aunque es prematuro
catalogarlo como cierres definitivos”, indicó el Ministerio de Desarrollo
Productivo.
Del mismo modo, se registró una caída del empleo asalariado formal en abril de 2,2% mensual, la mayor contracción desde 2002. En el primer mes de cuarentena estricta se dispararon las suspensiones, lo cual explica por qué el salario nominal cayó 7,9% mensual, “algo inédito desde al menos 1995”.
“En la medida en que las empresas continúen normalizando la producción, es
esperable que ese porcentaje vaya disminuyendo y, de este modo, el salario
promedio vaya retornando a los niveles de marzo. Esto contribuiría a motorizar
la demanda interna y, a su vez, retomar el círculo virtuoso de la producción y
el empleo”, adelantó el trabajo.
Por otra parte, el informe resaltó que uno de los datos positivos que dejó la pandemia fue la inclusión financiera tanto de personas como empresas. Por la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el Gobierno señaló que hoy tienen cuenta bancaria más de dos millones de personas que antes no estaban bancarizadas.
Además, el crédito a tasa cero para monotributistas y autónomos permitió que se impriman 135.000 nuevas tarjetas de crédito y el pago de salarios por parte del programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) generó que muchas empresas que antes pagaban “en mano” a sus empleados hayan abierto nuevas cuentas sueldo.
Fuente: El Economista