El acuerdo con el FMI implicaba llegar al equilibrio fiscal en 2020, por lo
que en 2018 y 2019 se redobló el esfuerzo para reducir el gasto público en
valores constantes. En cambio, en 2020, frente a la pandemia por COVID-19, caen
los recursos y sube el gasto por justificadas erogaciones compensatorias a
familias y empresas que pierden recursos, de modo que el déficit fiscal retoma
su dinámica creciente. Pero algunas partidas de gasto siguen con ajuste en 2020,
como son las erogaciones de capital.
Dado que en el corto plazo normalmente los gobiernos recurren a realizar
ajustes del gasto vía erogaciones de capital, por el menor costo político que
ello implica, dichas partidas del gasto fueron las más afectadas en los últimos
años. Así, el ajuste en el gasto resultó muy heterogéneo: mientras el pago de
intereses subió 146% en valores reales entre 2015 y 2019 (42% desde 2017), la
mayor parte de los componentes del gasto primario se redujeron en ese período, y
como era previsible, el mayor ajuste ocurrió en el gasto de capital.
Entre 2017 y 2019, la Inversión Real Directa (IRD) del Sector Público
Nacional (SPN) cayó 47% en valores constantes, y las Transferencias de Capital
(especialmente a provincias) y Otras Erogaciones de Capital, lo hicieron un 69%.
En ese mismo lapso, el Gasto en Personal bajó un 28%, y lo hicieron 6% las
erogaciones en Prestaciones Sociales.
Pero, además, en los primeros 5 meses del año 2020, la IRD sigue cayendo
(-37% anual real), y también Otros gastos de capital (-97%). Esto es, el ajuste
en el gasto de capital continua en 2020, lo cual venía ocurriendo con pocas
excepciones desde 2015, en el marco de un ajuste del gasto para equilibrar las
cuentas públicas.
Considerando el período enero – mayo de cada año, la Inversión Real Directa (IRD)
nacional resultó de $134 mil millones en 2015, $71 MM en 2019 y $45 MM en 2020,
lo que implica una caída del 66%, en valores reales, entre 2015 y 2020 (5
primeros meses de cada año). De tal modo, la IRD de 2020 se ubica en números
parecidos a los de 15 años atrás.
Respecto a la inversión pública que realizaron las provincias en el período
2000 – 2019, si se considera la suma de IRD y Transferencias de Capital[1],
también puede observarse que los guarismos de 2019 resultan similares a los del
año 2005, en valores constantes.
En términos del PIB, la inversión pública consolidada alcanzó un máximo del
3,4% en 2009, con otros años destacados como 2011 y 2017 (ambos 3,3% del PIB).
La caída durante 2018 y 2019, en pleno ajuste del gasto, resulta notoria: para
2019 la IRD totalizaba 2,3% del PIB, 0,8 pp menos que en 2017. Así, en 2019 la
inversión pública consolidada en Argentina (2,2% del PIB) resultaba menor que 15
años atrás, cuando en 2005 resultaba del 2,4%. Entre 2017 y 2019, la IRD cayó 1
pp del PIB, y ello ocurre especialmente en el SPN, tanto en su IRD directa como
en las Transferencias de Capital que envía a provincias y municipios.
La inversión pública suele ser la partida elegida para los ajustes fiscales a
corto plazo, por su menor costo político, pero si esa situación se prolonga,
afecta negativamente las posibilidades de crecimiento económico y el bienestar
de la población, por el deterioro de la infraestructura económica y social.
Se advierte que la variación anual en el stock de capital público resulta de
restar a la inversión pública bruta la depreciación del capital público del
período. En este sentido, puede observarse que el stock de capital público
crecía a tasas crecientes entre 2005 y 2011, luego se estabiliza en tasas de
crecimiento en torno al 2% entre 2012 y 2015, para luego comenzar a caer (salvo
en 2017) hasta 2019, año este último en que el stock de capital público sólo
sube un 0,4%; es decir, prácticamente se mantiene constante. En 2020, debido a
un adicional recorte en la inversión pública, el stock de capital público podría
caer un 0,8%, es decir, la inversión pú blica bruta no alcanzaría a cubrir la
depreciación de la infraestructura económica y social del período. Implica una
descapitalización en materia de capital público, con sus consecuencias sobre el
crecimiento y el bienestar a largo plazo.
Argentina necesitará, luego de los efectos de la pandemia, volver a reducir el déficit primario y pasar a un superávit, pero deberá hacerlo con racionalización del gasto que no sean la inversión pública, que ya se ha rezagado mucho en los últimos años.
Por: Marcelo Capello y Agustín Cugno
Fuente: Fundación Mediterránea