Si bien aún no se ha hecho pública la versión oficial del texto definitivo,
que terminó de redactarse el 28 de junio, el convenio permitirá el ingreso sin
aranceles al bloque europeo de una gran cantidad de productos, incluidos frutas,
azúcar, etanol, carne bovina y aviar producida en Brasil, Argentina, Paraguay y
Uruguay.
«Si bien la ganadería es la principal fuente de deforestación en estos países, representando el 80% de la deforestación en Brasil, este texto permitirá importar más carne gracias a las exenciones de impuestos», se lee en el comunicado que publicó el portal Euroactiv.
La deforestación es perjudicial para el clima y genera crecientes conflictos con las comunidades tradicionales. La agricultura intensiva brasileña también emite grandes cantidades de gases de efecto invernadero.
«No entiendo por qué podemos firmar este acuerdo», dijo a Le Monde el ex
ministro de transición ecológica de Francia, Nicolas Hulot, quien renunció en
agosto pasado. “Este tipo de decisión política muestra que no tenemos un enfoque
sistémico global para combatir el cambio climático. Este acuerdo está
completamente en desacuerdo con nuestras ambiciones declaradas ”, dijo.
Aunque la UE presionó para que se incluya el cumplimiento del Acuerdo de París en el tratado, esto no tendrá ningún impacto en la política brasileña, aseguran desde Francia. Agrega que si un capítulo está dedicado al desarrollo sostenible, no tiene valor vinculante, a diferencia de lo que sucede con las disposiciones sobre barreras arancelarias. «Sería ingenuo esperar que el gobierno de Bolsonaro muestre buena voluntad en temas climáticos, cuando ha permitido, desde su elección, que se talen aproximadamente 450 hectáreas de la selva amazónica todos los días, a pesar de pertenecer a áreas protegidas», dijo el parlamentario liberal Matthieu Orphelin en reacción a las noticias. «Esta es una bomba climática pero también un insulto a las libertades individuales fundamentales de los pueblos indígenas que viven allí», dijo.
La otra preocupación de las ONG ambientales es el uso de pesticidas. Según la Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores (FNSEA), alrededor del 74% de los productos utilizados en Brasil están prohibidos en Europa. Y desde que Bolsonaro llegó al poder, 240 moléculas prohibidas en Europa han sido autorizadas en Brasil.
Los agricultores también han enfatizado sus preocupaciones sobre el acuerdo, y la asociación alemana de agricultores Bauernverband lo calificó de «totalmente desequilibrado». Según agricultores irlandeses, es «vergonzoso», mientras que los agricultores franceses de la asociación FNSEA lo llamaron «un engaño». Como consuelo, el comisionado saliente de Agricultura de la UE, Phil Hogan, prometió un apoyo financiero de hasta mil millones de euros «en caso de interrupción del mercado».
Sin embargo, el acuerdo aún no se ha adoptado. La pelota ahora está en la
cancha del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo, que debe aprobar el
acuerdo. Luego, el texto debe ser ratificado en cada estado en cuestión,
generalmente mediante una votación en el parlamento nacional. «Todo lo que se
necesita es que un estado diga no para bloquearlo por completo», señaló Samuel
Leré, jefe de defensa de la Fundación Nicolas Hulot (FNH).
En Francia, la portavoz de MP y LREM, Aurore Bergé, señaló «un problema de forma», ya que fue firmado por una Comisión Europea saliente cuando pronto se nombraría una nueva Comisión. El parlamentario y agricultor Jean-Baptiste Moreau también planteó la cuestión de «las importaciones de productos de una de las formas de agricultura más dañinas del mundo, junto con la de los Estados Unidos».
Las tensiones entre las ONG ambientalistas y el presidente de Brasil Jair Bolsonaro llegaron a una situación irreconciliable cuando el mandatario declaró durante la apertura de la última Asamblea General de la ONU, que la Amazonia no es «patrimonio de la humanidad», sino de los países que abarca. «Es una falacia decir que la Amazonia es patrimonio de la humanidad y es un error, como atestiguan los científicos, decir que nuestros bosques son el pulmón del mundo»
Independientemente de las batallas ideológicas entre las ONG y el polémico mandatario brasilero, los agricultores de los países que integran el Mercosur, liderados por Argentina, están aplicando masivamente las técnicas de siembra directa, rotación de cultivos y otras prácticas sustentables, que les permiten fijar el carbono del aire en el suelo, y a la vez lograr mayor productividad, es decir, mayores rindes por unidad de insumo gastado, que deriva en una menor huella ambiental. Por el contrario, Europa sigue con las viejas prácticas de tortura de los suelos, consumiendo enormes cantidades de combustibles y dejando los campos agotados de materia orgánica.
«No me llama la atención que estas organizaciones salgan ahora a pedir la imposición de barreras para-arancelarias. El Pacto Verde Europeo, y la nueva política Farm To Fork, que buscan la recuperación económica de Europa luego de la crisis del Covid, están enfocadas en un fuerte proteccionismo. Una política similar a la aplicada luego de la Segunda Guerra Mundial, que provocó enormes daños en el la región. Habría que ver quienes están detrás de estas organizaciones», dijo a BioEconomía un experto en comercio internacional.
Fuente: Bioeconomia.info - Emiliano Huergo