El Banco Mundial y muchas otras organizaciones hacen hincapié en que se utilice una economía del conocimiento, guiada por cuatro pilares fundamentales (Educación, Tecnologías de la Información y Comunicación, Innovación y Régimen Institucional e Incentivo Económico). Esto le da a un gobierno, al poner especial atención a estos puntos, la posibilidad de poder lograr una economía sólida y sostenible dentro de un país, y que a su vez mejore las condiciones de vida de sus habitantes.
Esta puesta en marcha a nivel gubernamental de una estrategia de crecimiento y sostenibilidad a través de la economía del conocimiento, parecía estar a años luz para Latinoamérica antes de la pandemia, pero esta crisis que estamos viviendo a nivel mundial ha generado otras necesidades, como la de replantearse el futuro del trabajo y la sostenibilidad económica a través de nuevas formas de generar riqueza. Análisis recientes del BID muestran la recesión económica en la región, con una contracción del PIB regional de entre un 1,8% y 5,5% (Nuguer y Powell, 2020). El impacto será mayor en grupos vulnerables que no tengan cobertura contra riesgos o no cuenten con las habilidades digitales o socioemocionales necesarias para adaptar su proceso laboral al nuevo contexto.
La pandemia evidenció de manera natural las habilidades con las que deben estar capacitados los profesionales para transitar hacia un “nuevo mundo laboral”, donde no sólo van a surgir nuevas ocupaciones, sino que seguramente las tareas cambiarán.
En el corto plazo, la mayoría de las tareas ya está demandando más habilidades relacionadas a la salud e higiene, pero también hay una mayor necesidad de incorporar habilidades digitales para expandir el uso de la tecnología. Por otro lado, esta transición hacia nuevos entornos digitales en el trabajo y en el aprendizaje tiene que estar acompañada con el desarrollo de habilidades socioemocionales para interactuar con personas y con la misma tecnología.
En ese sentido, desde una primera instancia, las plataformas pueden tener un papel clave para apoyar a las personas a actualizar, mejorar o certificar sus habilidades para navegar en el mundo del trabajo, dejando abierto un espacio de oportunidad para articular con proveedores de formación, tanto públicos como privados, y trabajar de forma conjunta para identificar qué se debe aprender y cuál es la mejor manera de hacerlo.
Actualmente en Workana estamos trabajando junto al BID en un programa que facilita integrar diferentes apps y plataformas, que permitan apoyar a los trabajadores frente a los desafíos que plantea la COVID-19. Una iniciativa común ha sido la transferencia de trabajadores hacia servicios que continúan operando, ya sea adaptando sus operaciones o fomentando el movimiento de trabajadores entre plataformas. También estamos fomentando la articulación con autoridades de distintas ciudades para reforzar los sistemas de atención ciudadana, ocupando un doble rol como fuente legítima de trabajo temporal y herramienta de soporte a los servicios públicos que se tienen un exceso de demanda y que solucionar de forma inmediata.
Contar con instituciones como el BID trabajando en conjunto con las plataformas son el tipo de alianzas que necesitamos en estos momentos, donde sabemos que el trabajo va a sufrir por un tiempo prolongado. Creemos que solo juntos vamos a poder ayudar a generar trabajos y que todos tengan mayores oportunidades para salir de la crisis que estamos viviendo.
También consideramos que es necesario que los gobiernos desarrollen estrategias que le den a la economía digital un rol fundamental para la mejora de la situación actual y ya pensando en el futuro del trabajo. A través del diálogo y el intercambio de información junto a las plataformas y los trabajadores, con el objetivo de garantizar el funcionamiento de las mismas teniendo siempre en cuenta los derechos y protecciones laborales, permitiendo la aplicación de nuevos conocimientos. Un nuevo futuro es posible y tenemos grandes herramientas para que sea mucho mejor.
Fuente: Tynmagazine