¿Cuál será la nueva normalidad en la que deberemos operar?
1) Viajes de negocios. Entre los cambios que se darán en la manera de trabajar, se encuentran los viajes de negocios, que a menudo se consideran esenciales para el éxito de las organizaciones. No hay duda que los encuentros cara a cara ayudan a construir relaciones y confianza, que son cruciales para que un proyecto tenga éxito, aunque ello quizá no sea más posible. El problema muchas veces es generacional, los mayores de 50 siguen privilegiando el encuentro cara a cara para cerrar un negocio, mientras que los menores de esa edad pueden adaptarse a los encuentros de modo virtual. En medio de la crisis, los directivos se están apoyando en plataformas de videollamadas en lugar de movilizarse por todo el mundo y entenderán que el cambio es una buena alternativa: más flexible, más amigable con su vida familiar y más sostenible para el medio ambiente.
2) Trabajo remoto. Los diversos modos para trabajar de forma flexible están cada vez más extendidos. Ahora que el trabajo remoto es una necesidad para seguir operando: tanto los jefes como los empleados tendrán que desarrollar capacidades y averiguar cómo hacerlo de forma efectiva y sostenible. En medio de una crisis excepcional, nada más angustiante ver que no hay una guía clara ni liderazgo del fenómeno. El N°1 de la pyme tiene mucho para ganar y para perder en la encarnación de la voz del mensaje en relación al cambio de modalidad.
3) Cambios en la industria. Muchos sectores industriales ya estaban en un proceso de cambio significativo antes de la llegada del Covid-19. La transformación seguramente llegará tanto del lado de la demanda como del de la oferta. En un mundo donde las empresas no se distinguen más por los bienes de producción o materiales sino por el conocimiento, un creciente número de personas empezarán a utilizar nuevos servicios con modalidades alternativas y se convertirán en fieles clientes. La adaptación a la “nueva normalidad” será clave para la supervivencia.
Ante estos cambios, la pregunta que surge es si las pymes están preparadas para innovar, adaptarse a esta nueva realidad y repensar su modelo de negocios.
Promover un cambio cultural apalancado en una cultura innovadora, pensar en reformular estrategias, diseñar productos y servicios es el camino ideal
Para ello es clave que se entienda a la innovación como un proceso con ciertos objetivos y lineamientos, entre los cuales en principal escollo suele ser la propia cultura: empleados con miedo a opinar, criticar abiertamente y desafiar, debatir las ideas de otros.
Es importante la cuestión del “miedo a represalia”. Si el personal percibe miedo ante la consecuencia de sus actos, difícilmente pueda participar y aportar para poder rearmar y diseñar productos o servicios nuevos. La profesora de la Escuela de Negocios de Harvard, Amy Edmondson, indica que los ambientes psicológicamente seguros no sólo ayudan a las organizaciones a evitar errores catastróficos, sino que también propician el aprendizaje de apoyo y la innovación.
Hay que tener en cuenta que no hay salidas instantáneas en la construcción de una cultura innovadora en las pymes. Si la empresa tiene demasiados procesos, muchos niveles jerárquicos con relaciones muy marcadas o la mayoría de su personal está en el cargo desde hace mucho tiempo, difícilmente la empresa pueda tener una cultura innovadora.
A su vez, las culturas innovadoras son sistemas de comportamientos
interdependientes, que no se pueden poner en práctica sino es de forma sistémica
e integral.
El trabajo colaborativo y un exceso de creatividad al extremo puede atascar la toma de decisiones, pero el énfasis excesivo en la responsabilidad individual puede llevar a un clima en el cual cada uno celosamente protege su propio interés. El grado de innovación, los cambios y la velocidad en que éstos se implementen, dependerán de los puntos que indicamos.
Hoy por hoy, vale la pena conocer qué métodos e instrumentos utilizar para rediseñar nuestra propuesta de valor y la posibilidad de generar nuevos productos y servicios: “design thinking” puede reducir drásticamente los tiempos para lograr lanzar un nuevo producto.
Otros métodos como entrevistar a clientes, socios y otras partes de la empresa, también pueden ser más rápidos que los métodos tradicionales como rearmar un plan de negocios. También podemos utilizar otras opciones como la producción de “storyboards”, que son ilustraciones de escenarios para compartir la nueva propuesta de valor o nuevos productos y servicios a lanzar. En ellas se responden a preguntas tan simples como: ¿Qué le falta a esta propuesta? ¿Qué deberíamos quitar? ¿Qué deberíamos reducir? ¿Qué es lo que crea valor para ustedes? Otra opción es construir una “landing page”: una página de Internet que nos permita validar hipótesis. En este caso, no para generar base de datos ni con el objetivo de vender sino para describir la propuesta de valor y realizar la difusión a modo interno
Los “innovation games”, una metodología popularizada por Luke Hohmann que ayuda a diseñar productos y servicios mediante el juego colaborativo con clientes potenciales, es altamente recomendable en un mundo de prosumidores que pretenden codiseñar e intervenir en aquello que adquieren Independientemente del método o herramienta a utilizar, es importante poder realizar el trabajo integral que incluya construir indicadores, medir continuamente con el cliente, controlar, aprender, cambiar y mejorar. En estos momentos de cambios tan profundos de patrones de consumo, regulaciones, oferta y demanda, es importante encontrar una herramienta o modelo que permita rápidamente al dueño de la pyme rediseñar su modelo de negocio de una manera ágil.
Se debe desarrollar lo que Rita Mc Grath, profesora de la Columbia Business School, en su libro “The End of Competitive Advantage”, denomina “ventajas transitorias”. Mc Grath afirma que las empresas deben desarrollar la capacidad para hacer frente rápida y continuamente a nuevas oportunidades, en lugar de buscar ventajas competitivas cada vez más insostenibles a largo plazo.
Fuente: El Economista