Un puente aéreo para llevar ayuda humanitaria concerniente a la lucha contra el COVID19. Un paquete de 20 mil millones de euros para ayudar a los países socios que más lo necesiten. Repatriación de medio millón de ciudadanos: éstas son, básicamente, las medidas que se plantean como ayuda inmediata desde Bruselas para países terceros. Van llegando también aportes puntuales de los países como una clínica móvil y equipos médicos de Alemania para Colombia.
Teniendo como base el enfoque de que la pandemia global requiere soluciones globales, las instituciones europeas –agencia de desarrollo, ayuda humanitaria, servicios diplomáticos- preparan sus respuestas. También para América Latina, región para la cual se destinan 918 millones de euros.
La mayoría de los países de América Latina cuentan como países de renta media y renta alta –y por ello, oficialmente, no forman parte de los más vulnerables del planeta. Pero lo modesto de la suma se debe también –así lo recuerda Josep Borrel, Alto Representante de la Política Exterior- a que la UE se encuentra al final de su de período presupuestal de siete años.
¿Es suficiente?
Retomando un análisis de la CEPAL, “al mal global habría que enfrentarlo con una política global a favor del bien público que es la salud”, dice Roberto Bissio, director del Instituto del Tercer Mundo y coordinador de la red internacional Social Watch.
Como fuere, en contra del discurso diplomático, la respuesta global –por lo menos hasta ahora- ha sido escasa. También porque la UE se enfrenta a su propia depresión. Para mayo se anuncia una reunión de ministros enfocada a la ayuda de los países más vulnerables.
“La UE está muy autocentrada. Su vaga respuesta a los refugiados en Grecia muestra lo aislada que está de un mundo que la necesita”, comenta, por su parte, María Eugenia Rodríguez Palop, jurista española, miembro de la Asamblea Euro-Latinoamericana y de la comisiones para las relaciones con México y Chile del Parlamento Europeo.
Sí hay alternativa
“Y no puede excusarse en la ausencia de fondos a causa del presupuesto: los países “frugales” (Holanda, Dinamarca, Austria y Suecia) no han querido superar el aporte del 1% de su renta al presupuesto de la UE, cuando hay un margen potencial de hasta el 1,2% y cuando la misma Eurocámara pide el 1,3%”, afirma Rodríguez Palop.
Por otro lado, “en América Latina se mira con atención la propuesta de España y Dinamarca, en cuanto a no rescatar empresas con sede en paraísos fiscales. Si eso –que las empresas paguen sus impuestos- se convirtiese en un movimiento internacional, que el conjunto de Europa sí estaría en capacidad de liderar, habría ingresos para enfrentar la pandemia”, acota Bissio.
Pero, en realidad, el tema que realmente importa en América Latina es la deuda externa. “De países como Argentina y Ecuador se sabe que estarán pronto oficialmente en default. Debido a la recesión vinculada a la política de “quedarse en casa” y la caída de los precios del petróleo –importante para todos menos para Uruguay y América Central-, prácticamente todos van por el mismo camino”, apunta Bissio.
Si bien el COVID-19 no se ha cobrado tantas vidas como en Europa y en Estados Unidos, “la situación económica trágica se avecina –desempleo masivo, incremento de pobreza y marginalidad. Y Europa sí estaría en capacidad de dar mejores respuestas”, afirma Bissio, colaborador del UNRISD (United Nations Research Institut for Social Development).
¿En concreto?
Bissio, especialista en desarrrollo, detecta tres grandes campos en los que Europa podría ponerle el hombro a la región latinoamericana: “los mecanismos de patentes, los acuerdos de inversión que privilegian excesivamente al sector privado cuando los Estados tienen que tomar medidas de emergencia y la deuda”.
En el primer caso, se trataría de reconocer la propiedad intelectual de los socios de institutos latinoamericanos que están colaborando con europeos en la investigación del COVID-19. En cuanto a los acuerdos de inversión se trataría de renegociar los acuerdos de la UE para que sus empresas no puedan llevar a juicio a los Estados que tomen, en la crisis, medidas que afectasen sus finanzas.
Y la deuda, claro: “La solución de no pagar el alquiler tres meses, pero tener que pagarlo todo junto después con intereses no soluciona el problema”, comenta Bissio refiriéndose a la posibilidad de solamente suspender pagos y apuntando a las palancas que tendría Europa tiene en el Fondo Monetario Internacional y en Banco Mundial para renegociar.
“No desdeñamos la importancia de la cooperación –toda contribución es bienvenida-“, afirma Bissio y concluye:”Pero dada la magnitud de la crisis, es claramente insuficiente, es más bien un gesto simbólico”.
Fuente: Tynmagazine