La producción y comercialización de alimentos está contemplada como una actividad esencial, por lo que quedan exceptuadas del cumplimiento del “aislamiento social, preventivo y obligatorio” dispuesto por el gobierno nacional. En un contexto de pandemia del COVID-19, los especialistas del INTA recomiendan extremar los cuidados y las medidas de higiene en diversas actividades, tales como la industria láctea.
Entre las pautas de cuidado se destacan aquellas vinculadas con la aplicación de Buenas Prácticas de manufactura en la industria láctea. Las mismas se pueden resumir básicamente en lavarse las manos con agua y jabón y secar con toallas descartables antes y después de manipular alimentos.
A su vez, es clave desinfectar superficies utilizadas para preparar alimentos, someter los alimentos a los procesos térmicos reglamentados tales como pasteurización, esterilización, etc. y conservar las condiciones de almacenamiento adecuadas para cada tipo de alimentos.
Con respecto a las instalaciones, es posible que el SARSc-CoV-2 pueda persistir en superficies o en objetos utilizados por personas infectadas que manipulan los alimentos. Por este motivo, es fundamental seguir las indicaciones de seguridad alimentaria antes detalladas.
Para realizar el procedimiento de limpieza y desinfección se recomienda ejecutar un proceso de limpieza de superficies, mediante la remoción de materia orgánica e inorgánica, usualmente mediante fricción, con la ayuda de detergentes, enjuagando posteriormente con agua para eliminar la suciedad por arrastre, previo a la desinfección.
Una vez efectuado el proceso de limpieza, realizar la desinfección de superficies ya limpias, con la aplicación de productos desinfectantes a través del uso de rociadores, toallas, paños de fibra o microfibra, trapeadores y otros métodos.
Los sanitizantes o desinfectantes recomendados para controlar el coronavirus, son los que se emplean con frecuencia, entre ellos, soluciones de hipoclorito de sodio, amonios cuaternarios, peróxido de hidrógeno y los fenoles.
En todo caso, se debe disminuir el contacto directo entre personas internas y fundamentalmente restringir al máximo el contacto con externos. Prohibir el ingreso de visitas a los establecimientos y fomentar la comunicación por teléfono y otros medios.
Restringir la presencia del médico veterinario solo a casos de urgencia, en el resto de los casos recurrir a consultas vía telefónica o mensajes. De ser posible, mantener distancia entre los trabajadores. Desinfectar, al menos dos veces al día, todas las superficies que pueden ser fuente de contagio del virus.
En los casos que las líneas de producción y la cantidad de personal lo permitan, se podrían definir grupos con turnos diferentes de trabajo. Entre turno y turno se debería realizar una limpieza y desinfección de los lugares comunes de trabajo. Ante síntomas o casos sospechosos de enfermedad comunicarse telefónicamente con los servicios de urgencia dispuestos para esta emergencia en cada provincia.