Entramos en el cuarto día del aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto por el gobierno del presidente Alberto Fernández con el objetivo de controlar la propagación del Covid-19, que en la Argentina registra hasta el momento 266 afectados, con 4 muertes. Esta decisión fue elogiada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por considerar que “la Argentina está llevando adelante medidas de manera rápida, audaz y con firme decisión que pueden cambiar esta curva de contagios de coronavirus a algo más plana y lenta”, según lo expresara la doctora Maureen Birmingham, representante desde el 2015 de dicha organización en Buenos Aires.
Sin embargo, el compromiso social no fue el esperado ya que la cantidad de
infractores a la cuarentena sólo en el primer día superó las 10 mil personas,
quedando 650 detenidas. Ayer, en un nuevo round de esta pelea contra la
indisciplina ciudadana, el presidente Fernández se valió de una entrevista
televisiva para realizar otro llamamiento a la racionalidad y reiteró que le
preocupa que “haya tontos que no entiendan".
Además, criticó a los más de 30 mil que viajaron al extranjero entre el 13 y el 19 de marzo, después de que la OMS declarara a esta enfermedad como pandemia: "Son los que después me reclaman que los traiga urgente. Todo esto es prueba de la desaprensión que tienen con sus compatriotas".
En el país, la mayor parte de los afectados por Covid-10 contrajo la enfermedad en otros países o estuvo en contacto con viajeros provenientes de países de riesgo. Por esta razón, se evalúa restringir al máximo la actividad del Aeropuerto Internacional de Ezeiza y podría ralentizarse la repatriación de argentinos varados en el mundo. A pesar de las críticas, elogió a la gran mayoría que permanece en sus casas y descartó por el momento que vaya a declarar el estado de sitio sugerido por algunos gobernadores: "No quisiera llegar a eso, que hablaría muy mal de la sociedad argentina", expresó el presidente.
Más aún, el estado de sitio es una figura constitucional que permite detener ciudadanos sin orden judicial. En este contexto, si la justicia actúa de forma rápida y efectiva, dada la normativa vigente eso no sería en absoluto necesario. Sin embargo, algunos gobernadores consideran que la declaración por el Congreso del Estado de Sitio tendría un impacto simbólico y disuasivo mucho más contundente.
Más allá de este debate, podemos especular que en el mediano plazo nos podríamos enfrentar con dos escenarios bien distintos. El peor de todos es que, contrariamente a lo que estamos ahora esperando con estas medidas extremas, por la indisciplina demostrada y por la ineficacia de los controles (que varían según las provincias) esta pandemia escale rápidamente como ocurrió por ejemplo Italia, que ya supera a China en el número de muertes con una población casi 20 veces más chica.
Lo mismo ha pasado en España, donde la cantidad de infectados crece
exponencialmente y se ha extendido por eso la cuarentena hasta después de Semana
Santa. Esto traería aparejado un inevitable desgaste tanto para el gobierno
nacional, provincial e incluso municipios. Además de que el colapso económico ya
se siente y sin duda tendrá consecuencias desastrosas a corto y mediano plazo,
tanto en las arcas públicas como en el sector privado, incluyendo
particularmente las familias.
Recordemos que la Argentina lleva una década de estancamiento y está entrando en su tercer año consecutivo de recesión. Este panorama se agravaría aún más si se complica la situación de inseguridad, sobre todo en segmentos poblacionales donde la economía informal es fundamental. Al quedar afectadas por la parálisis la mayoría de esas actividades, quedarían interrumpidas formas tradicionales de subsistencia. Esto podría sin dudas poner en riesgo la paz social, al margen de que puedan incrementarse los hechos de inseguridad.
Es por eso que son pertinentes todos los esfuerzos para contener la situación de los sectores más vulnerables. El gobierno está elaborando planes de contingencia que se anunciarán en las próximas horas. Más aún, ayer se decidió, por ejemplo, reforzar los operativos de la Policía bonaerense para evitar desmanes ante la falta de ingresos.
Paralelamente, el Ejército repartía bolsones de alimentos en barrios carenciados e incluso en Quilmes armó cocinas de campaña para preparar y repartir raciones de comida. Si, por el contrario, logramos contener el número de contagios, “achatar la curva” e ir atendiendo los casos más urgentes, limitando de este modo el número de víctimas, habremos logrado un éxito muy meritorio como sociedad.
Tanto el sistema político como la ciudadanía advertirían las enormes ventajas que conllevan la cooperación y el trabajo conjunto entre el oficialismo y la oposición, cosa que lamentablemente nunca caracterizó a nuestra cultura política. Esa imagen sorprendente y necesaria del presidente Fernández rodeado por Rodríguez Larreta, Kicillof, Perotti y Morales se convertiría en un parámetro de cómo deben tomarse las decisiones públicas, sobre todo en temas cruciales.
Así, lo que no aprendimos a las buenas podría finalmente afianzarse como consecuencia de esta pandemia: a escucharnos y consensuar políticas en función del interés general. Otros temas fundamentales como mejorar la seguridad, la infraestructura física, la educación, bajar la inflación, mejorar la calidad del gasto público y cuidar el medio ambiente podrían ser objeto de acuerdos estratégicos con una mirada de largo plazo.
Asimismo, la crisis económica tendría algunos efectos colaterales interesantes: el colapso del comercio internacional le daría una nueva oportunidad a la sustitución de importaciones industriales. Además, las economías locales, incluso las cooperativas y pequeños productores, podrían verse favorecidas en un contexto de disrupción de la economía globalizada, incluyendo la logística.
Tal vez el coronavirus podrá ayudar más a ese sector que la voluntarista “ley de góndolas” que se acaba de aprobar. Otro elemento para destacar es que saldría fortalecido y relegitimado el Estado, más allá de que pueda o no fortalecerse la figura de Alberto Fernández: los estrategas que ganan guerras no siempre logran sus reelecciones, como pueden dar cuenta George Bush y hasta el propio Winston Churchill.
Si logramos contener el número de contagios, habremos logrado un éxito muy meritorio como sociedad.
Estos escenarios son simplemente especulaciones a partir de información parcial y sobre todo prematura. Seguramente, la realidad terminará combinando elementos de ambos. Pero sirven para imaginar lo que está por venir, el desafiante período que nos toca transitar y protagonizar como ciudadanos, como sociedad y como Nación.
Por Sergio Berensztein
Fuente: TN