Por la velocidad y la profundidad del desplome que se está dando en las últimas ruedas de Wall Street -y en los mercados de todo el mundo-, este crack bursátil desatado por el coronavirus, trae al presente los recuerdos de lo que fueron las dos “pinchaduras de burbuja” que se observaron en lo que va del siglo XXI. La burbuja de las “punto com” que estalló a fines del año 2000, y la de las hipotecas “subprime” que empezó a manifestarse a fines de 2007 y llegó a su apogeo con la caída del banco de inversión Lehmann Brothers, el 15 de septiembre de 2008.
Las tres crisis se desataron justo cuando los índices bursátiles alcanzaban máximos históricos. Cada una tuvo sus características particulares y hay pocos puntos en contacto entre las tres. Coincidieron, eso sí, en que lograron sembrar el pánico y eso se notó en la brutal pérdida de riqueza, que llevó años recuperar, al menos si se la mide por el índice S&P 500.
El índice bursátil más representativo de Wall Street es el Standard & Poor’s 500, que refleja lo que pasa con las 500 empresas de mayor capitalización bursátil que cotizan en la bolsa de Nueva York. Es el más representativo porque captura aproximadamente el 80% de toda la capitalización de mercado en Estados Unidos, y abarca a todos los sectores de la producción, desde el petróleo a las automotrices y desde los bancos a las firmas tecnológicas.
Justamente en firmas vinculadas a la “explosión” de Internet se basó el crecimiento de la burbuja puntocom. Se creaban empresas todas las semanas, y detrás de ellas estaban los bancos de inversión que les inyectaban dólares por un surtidor que no parecía tener fin. A fines de 1999 la Argentina daba la nota. La firma Patagon se vendía al español Banco Santander en unos 400 millones de dólares. Los balances de Patagon nunca habían dado un dólar de ganancia.
Era la época en la que no se sabía para dónde iba a derivar el negocio, pero había muchos dólares. Los índices bursátiles se contagiaron y empezaron a marcar récord tras récord, hasta que el ex titular de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan, hizo sonar la alarma, cuando habló de la “exuberancia irracional de los mercados”. Al poco tiempo, la burbuja se pinchó. El S&P 500 se acercó a los 1.500 puntos (récord) a mediados del año 2000 y desde ahí fue todo barranca abajo. Pasaron otras cosas, desde ya, como el atentado a las Torres Gemelas de septiembre de 2001, que aceleró la caída, hasta el “valle” de los 870 puntos en marzo de 2003. Es decir, una caída de casi 50% en menos de tres años.
La política de tasas de interés bajas volvió a darle energía al mercado, que escaló casi sin parar hasta llegar en julio de 2007 a los mismos niveles que siete años atrás.
En ese momento empezó a gestarse el crack de las hipotecas subprime. El mercado se dio cuenta de que se habían financiado millones de operaciones inmobiliarias casi sin garantía hipotecaria, fenómeno explicado magistralmente en el film The Big Short. El proceso bajista tuvo su punto culminante en septiembre de 2008 cuando quebró el banco de inversión Lehmann Brothers. El pánico hizo acordar al crack de 1929. Había motivos, porque los principales bancos del mundo habían quedado en el ojo de la tormenta. Y sin confianza en los bancos -ni liquidez- no hay mercado que pueda aguantar. Remates de viviendas y despidos masivos fueron la postal de esos años en los Estados Unidos. Un golpe al corazón del sueño americano.
Se salió de la crisis otra vez a fuerza de políticas monetarias hiper expansivas y tasas de interés bajísimas. El punto más bajo del S&P fue en marzo de 2009. Llegó a marcar valores inferiores a los 700 puntos.
Desde entonces, fue todo para arriba. Con lógicos serruchos, que no alteraron la tendencia alcista. El S&P 500 marcó récord máximo histórico el 19 de febrero pasado: 3.386 puntos, es decir más del doble del pico alcanzado a fines de 2007. Bastante tuvieron que ver las empresas como Google, Apple, Facebook o Amazon, que cruzaron por primera vez el trillón de dólares de valor de mercado.
Aunque cueste creerlo, los operadores con muchos años de mercado sobre sus espaldas consideran que 2008 fue más grave que lo que se está viendo hasta ahora. “En 2008 la crisis golpeó al corazón del sistema financiero, los bancos. Ahora hay un pánico que podría revertirse cuando se pruebe si las medidas extremas de aislamiento de las personas funcionan en Italia como funcionaron en China o Corea del Sur. O cuando aparezca una vacuna. Hay quienes consideran que se dio la tormenta perfecta porque el coronavirus no hizo más que acelerar la inevitable “corrección” del mercado. La pelea de los países productores de petróleo despierta hoy menos temores. “Son cinco personas que se tienen que poner de acuerdo”.
Mientras tanto, el coronavirus y las medidas drásticas que están tomando los Gobiernos para enfrentar la pandemia se combinan para destrozar riqueza en todo el mundo. Imposible saber cuándo se tocará piso.
Fuente: Rosario Finanzas