El temido día llegó: fue el 14 de diciembre de 2019, cuando el nuevo Gobierno, recién asumido, publicó en el Boletín Oficial el Decreto 37, con la modificaciones al régimen de derechos de exportación.
De esta forma, fue eliminado el anterior esquema de derechos.
Así, las alícuotas para la soja y los derivados industriales se incrementaron al 30%, mientras que la alícuota aplicada para el trigo, el maíz y otros productos, se ubicó en el 12%, y en el 9% para las exportaciones de carnes, leche en polvo, harinas y legumbres.
Pero, los cambios no terminan acá.
Ayer, en la apertura del Congreso, el presidente afirmó: "Hemos hecho una propuesta generosa en materia de derechos a la exportación". Yagregó "Solo se incrementa 1 de un total de 25 cultivos afectados por retenciones".
Pocas dudas caben de que se refería la soja. Lo lamentable, además del hecho en sí, es la forma capciosa de expresar la inminente modificación.
¿Qué queremos decir? Que si bien el nuevamente afectado será un solo producto, la realidad es que éste representa algo así como la mitad del valor de la producción de los bienes aludidos.
Resulta casi una afrenta a la inteligencia del eslabón agrícola, tal afirmación.
Así el cuadro es probable que el derecho de exportación pase al 33% para el grano, las harinas y los aceites. Vale recordar que este aumento puede aplicarse sin modificar la vigente Ley de Emergencia Económica.
La Ley Solidaria faculta al Ejecutivo a aumentar los derechos de exportación al 33% para el poroto soja y al 15% para el maíz, trigo, girasol, cebada y sorgo”, hoy en 30% y 12%, respectivamente.
El Gobierno camina por el sendero marcado por la vieja estrategia. Alguien dijo que “para avanzar deben darse dos pasos para adelante y uno para atrás”.
Y todo ello lo hace cuando la campaña ya está en desarrollo.
La rentabilidad de gran parte de las zonas agrícolas quedará seriamente comprometida. Los más castigados: los más alejados de los puertos. Porque todavía sigue sin resolverse el problema del transporte terrestre que, en lugar del ferrocarril, se hace mayormente por camión.
El perjuicio se acrecienta por la fuerte baja en los precios internacionales de los granos, especialmente de la soja. Para peor, gran parte de la zona agrícola sufre una incipiente sequía. Y solo veremos cambios recién para la segunda quincena de marzo.
La demanda global sigue en baja a consecuencia de la incertidumbre que impone el brote de coronavirus. Y no solo por China sino también por otros países como los de la Unión Europea.
El martes habrá una nueva reunión entre la Mesa de Enlace y el ministro de Agricultura, Luis Basterra. Veremos qué sale de ahí.
Siendo así las cosas, con tanto “va y viene” en el panorama local, no debería extrañar que, en lugar de los 56 millones de toneladas que probablemente se levanten en este otoño, para el siguiente la cosecha no alcance 45 millones de toneladas de soja. Y que también baje la producción de los otros cultivos. El desánimo cunde con fuerza.