Dice un viejo chiste que se encuentran dos amigos, uno estaba muy golpeado y ante la pregunta de qué le había pasado, el lesionado le cuenta a su compañero que primero lo había agarrado un avión, después un auto, más tarde un barco y que cuando se quiso levantar se lo llevó puesto un caballo. ¿Pero dónde te metiste?, repreguntó el amigo. En una calesita, respondió el dolorido protagonista de la historia.
Los productores agropecuarios, y sobre todo los que producen soja, este año parecen estar en su propia calesita, pero de malas noticias, y esto es preocupante porque, salvo que los rendimientos sean extraordinarios o que tengan buena parte de la cosecha cubierta, van indefectiblemente a un quebranto.
Los precios en Chicago en los últimos años no dejan de caer, desde el precio
promedio de 2012, de US$539 por tonelada, pasando por los US$360 de 2017 y
llegando al día de hoy con un valor de US$322, el nivel más bajo desde 2007. La
caída de este año tiene varias explicaciones la primera y más importante es la
baja de las importaciones chinas de poroto de soja por un menor uso a causa de
la gripe porcina y a esto hay que sumarle el impacto del coronavirus que tiene
al mundo en vilo y cuyas consecuencias sobre los mercados aún son
indescifrables. Se agregan a este panorama bajista las buenas producciones
esperadas en Sudamérica.
Localmente, la situación no mejora, hay dos factores que empeoran el escenario internacional. Por un lado, el aumento de derechos de exportación en diciembre pasado, cuando se llevó la alícuota del 24,7 al 30% o el equivalente a US$18 por tonelada. Si a esto le aplicamos el 3% adicional, son otros US$10, que sumados dan US$28 por tonelada. Si pasamos estos valores a hectáreas tomando el rendimiento promedio nacional, el incremento desde diciembre a hoy fue de unos US$84 por hectárea, totalizando con el 33% de derechos de exportación 325 dólares por hectárea.
El otro factor que va a ser importante en el nivel local es el efecto que va a causar en la cadena comercial la caída del quinto exportador de granos [Vicentín] y la crisis de confianza que generó este tema. Esto seguramente va a traer dos consecuencias, la primera, la concentración de ventas en los 4 o 5 grandes exportadores multinacionales en quienes se van apoyar los productores, los acopios y otros intermediarios. La segunda, y más importante, que éstos mismos exportadores le quiten liquidez al mercado al no financiar acopios y cooperativas como lo hacían habitualmente. Eso que era una práctica habitual probablemente se convertirá en una excepción.
En definitiva, los productores tendrán mucho cuidado sobre a quién vender, recayendo en los grandes jugadores, y éstos retacearán sus préstamos al resto de la cadena, hasta que se restituya la confianza. Todo esto trae una inevitable consecuencia: la baja en el precio. La calesita de la soja, claramente, no es un juego de niños.