Con una resolución ordenada en noviembre, durante la administración anterior, la Argentina pone en riesgo la posibilidad de que la oferta de animales aptos para la Hilton sea muy inferior a las necesidades para cubrir la cuota anual de 29.500 t., estimadas en unos 1,8 millones de novillos, novillitos y vaquillonas. Esto toma mayor dimensión considerando que en el último ejercicio el país volvió a cumplir con el cupo completo, tras diez años de desaprovechamiento por políticas sectoriales adversas.
Qué dicen las normas
El Senasa dictó la Res. 1578/19 por la cual los establecimientos ganaderos inscriptos como proveedores de animales con destino a la Unión Europea (UE) debían enlistarse -hasta el 27 de febrero de 2020- en un registro más restringido para acceder a la cuota Hilton.
El riesgo de esta norma, prorrogada por 180 días, es la falta de claridad para diferenciar lo que se considera encierre de animales, que no está permitido por la UE para esta cuota, de lo que se trata la suplementación en los engordes a campo, que sí está aceptado.
Sin embargo, esto ya había sido formalizado mediante cartas reversales intercambiadas en 2004, sobre las que se basa la Res.128/2007 de la entonces Secretaría de Agricultura para identificar la práctica del encierre. ¿Qué son las cartas reversales? Son dos notas idénticas -una de propuesta y otra de respuesta y aceptación- que se utilizan para concertar algún entendimiento diplomático. En ambas se manifiesta que, una vez recibida la segunda, la materia constituirá un acuerdo entre los países.
En esas cartas se ratifica la prohibición del encierre aunque se establecen excepciones, correspondientes a inclemencias climáticas como sequías o inundaciones. Pero si los establecimientos con corrales no pueden estar registrados para la Hilton ¿cómo se los podría usar en tales circunstancias? Asimismo, se deja claramente establecido que la presencia de granos en el tracto intestinal no debe ser considerada indicio de encierre.
Las penas son de nosotros
La norma presenta varios problemas mayores, ajenos al bloque europeo, que pueden inhibir la decisión de los establecimientos a sumarse a este registro.
Por un lado, la falta de defensa del MAGyP -desde lo regulatorio- de la suplementación, una práctica muy extendida en la ganadería y sin la cual el atractivo de la cuota Hilton se desvanece. A esto se suma que la conformación de los cortes, la cobertura de grasa, su color y la edad de los animales criados a pasto y los suplementados no son los mismos y, crecientemente, los operadores europeos están mostrando su preferencia por los segundos.
Además de estos beneficios, según los investigadores, la intensificación disminuye la emisión de gases de efecto invernadero, algo que hay que mostrar al mundo.
Por otro lado, tal vez el problema más importante es el impedimento para que los campos tengan más de un RENSPA, lo que los obliga a elegir entre los distintos sistemas de engorde y su respectivo destino comercial.
Es muy posible que, con los actuales costos y precios de la actividad, haya muchos menos establecimientos que opten por la alternativa de producir animales aptos para cuota Hilton. Esto podrá variar en el futuro, pero los procesos para implementar los cambios operativos y de adaptación a las regulaciones son siempre lentos.
No queda claro por qué un mismo campo no puede producir, simultáneamente, animales a pasto, con o sin suplementación, y de feedlot, de modo de diversificar riesgos empresariales, dada la existencia de la reglamentación de trazabilidad.
Se necesita un mayor esfuerzo oficial para que la normativa flexibilice las posibilidades de producción y para que la misma sea entendida y aceptada por la contraparte europea, juntamente con el diseño de su respectiva fiscalización.
El número de campos aptos para Hilton sufrió un desgaste muy importante durante los años en que la ganadería fue soslayada por la política económica, pero había logrado recuperarse posteriormente, a causa de las mejores expectativas.
También influyó el hecho de que la normativa aceptó a todos los terneros nacidos en la Argentina como aptos para ser engordados con destino de cuota Hilton, recayendo las obligaciones de registro y demás sólo en los campos recriadores e invernadores.
En este contexto, de no mediar un cambio sensible en la resolución comentada, la Argentina autolimitará innecesariamente el cumplimiento de la Hilton ya que su potencial de producción puede caer a 15 mil t.
Defender el feedlot
El siguiente paso debe ser encarar una gestión técnica y diplomática que logre que la UE acepte la carne de animales de feedlots en la cuota Hilton.
Acá no se estaría violando ningún principio europeo, en cuanto a lo sanitario ni en materia de impacto ambiental. Producimos sin hormonas y los granos son locales, no se transportan a través de océanos, hay que hacerlo valer. El bloque acepta carne de este tipo, dentro de la cuota 481 y por fuera de las cuotas favorecidas con recortes de sus altísimos aranceles. No olvidemos además que otros países beneficiarios de la Hilton como los Estados Unidos, Canadá y Australia están autorizados a embarcar carne de feedlot en la misma. Interpretamos que la tozudez europea con los abastecedores sudamericanos es una manera de limitar las exportaciones regionales.
Hoy, tras la decisión del Senasa de posponer la inscripción de los establecimientos, es momento de revisar sus términos, con el concurso del sector privado directamente interesado, de manera de preservar los intereses del país, siempre en un entendimiento con la contraparte.
Por Miguel Gorelik
Fuente: Valor Carne