Según la entidad, aún condicionados por una marcada estacionalidad, los
valores de la invernada “sorprenden por su firmeza”, a poco de iniciarse el
período de mayor oferta de terneros del año. Una evidencia es la agilidad de las
ventas en la primera subasta del año, donde el ternero de invernada marcó un
promedio de $101,06 el kilo, contra los $96,16 de diciembre pasado.
“Si bien esta suba fue más pronunciada en las últimas semanas, los valores de la invernada ya venían mostrando una recomposición interesante desde el último trimestre del año pasado, en una especie de adelanto de compra de los recriadores ante la imposibilidad de hacerse de dólares o realizar otro tipo de colocaciones”, explicó el Rosgan.
De ese modo, a pesar de la pésima situación de las principales zonas
invernadoras en disponibilidad de pasto, los valores aumentaron casi 24% en los
últimos tres meses del 2019. Esto permitió a la cría cerrar el año con mejores
resultados que en la primera mitad del año.
Por el lado de la compra, la actual relación ternero/novillo se ubica en torno a 1.16, es decir 5% más que el año pasado, pero por debajo (en 10%) del promedio histórico para febrero de los últimos 10 años. “Una relación de compra más baja no siempre implica buenos márgenes para el engorde dado que, a valores de la hacienda gorda deprimidos, la rentabilidad tampoco cierra en relación al resto de los costos e insumos”, advirtieron en el informe.
Si bien en la última semana el valor del gordo en Liniers ha comenzado a reaccionar mejorando tímidamente la relación del mes previo, la situación que enfrentan los sistemas de engorde más intensivos resulta crítica por el precio de su principal insumo, el maíz. Según destacó la entidad, a pesar de la fuerte baja que experimentó el precio del grano en el mercado local en los últimos tres meses, aún se necesitan cerca de 105 kg de novillo para comprar una tonelada de maíz, comparado con los 90kg requeridos en febrero del año pasado.
“Hoy, el feedlots puro trabaja en promedio a contra margen mientras que los
que complementan con un engorde a pasto logran mejorar ligeramente esos números.
De acuerdo al relevamiento realizado por la Cámara de Feedlots de Argentina
(CAF), el margen bruto de la actividad resulta deficitario desde hace ya 6
meses”, señaló el Rosgan.
Actualmente, los feedlots registran un nivel de ocupación del 58% de su capacidad total. Si bien este nivel se encuentra en línea con el promedio de los últimos años, marcando uno de los momentos estacionalmente más bajos del año, lo cierto es que la baja rentabilidad del sector genera dudas de los niveles de reposición que se podrán concretar en los próximos meses.
Las próximas semanas serán definitorias en cuanto al nivel de oferta de terneros que se plasmará en el mercado. “Si bien para varias zonas ganaderas las pariciones de este año transcurrieron bajo condiciones de extrema sequía, se parte de una temporada de servicios climáticamente bastante benigna, por lo que podríamos augurar un aceptable nivel de destetes”, sostuvo el informe.
Por otra parte, la situación de los campos ha mejorado notablemente desde inicios del año, lo que permitiría al criador retener los terneros y posponer su venta fuera del pico de zafra.
“Desde el punto de vista financiero, a diferencia de la dramática situación del año pasado, las tasas de interés han comenzado lentamente a evolucionar a la baja. Si acompañando esta evolución de tasas también se da una paulatina recomposición de la oferta crediticia, esta variable también posibilitaría una mayor retención, extendiendo las recrías”, adelantó el Rosgan.
Finalmente, un factor al que prestar atención en las próximas semanas es el avance de los campos que, con la nueva recategorización de Senasa, podrían quedar sin posibilidades de exportar bajo Cuota Hilton. “¿Volcarán esos terneros y novillitos recriados a un engorde intensivo? ¿Qué nivel de oferta podremos esperar en los próximos meses?”, se preguntaron desde el Rosgan. Todas esas incógnitas irán aclarándose en el transcurso de las próximas semanas y serán claves para delinear el rumbo del negocio ganadero 2020.
Fuente: El Economista