El estrés térmico, también conocido como estrés calórico, puede prevenirse y evitarse. El Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), en su página web (www.inia.uy) tiene a disposición de los productores una sencilla herramienta que permite calcular, con hasta 7 días de anticipación, el nivel de estrés térmico en cada zona.
Este problema, no sólo ocasiona pérdidas productivas, también causa muertes de animales, pero principalmente, va contra el bienestar animal.
La herramienta permite hacer el cálculo del nivel tanto para ganado de carne como para ganado de leche y evitar dolores de cabeza y gastos. Al consultar cada mapa, el productor tendrá las medidas recomendadas por los técnicos del INIA para mitigar este problema productivo.
El impacto del calor se mide a través de un índice que incluye temperatura y humedad para vacas lecheras y para ganado de carne se suma a estos dos parámetros velocidad del viento y radiación solar. Este indicador es de suma importancia para saber si el ganado va a sufrir estrés calórico y poder saber con anticipación como estará el clima desde este punto de vista es de suma importancia para un correcto manejo que mitigue estos efectos.
Según INIA, en el ganado de carne, animales en la fase de terminación a corral, el acceso a la sombra versus el estar al sol, mejoró la ganancia media diaria en un 15% y la eficiencia de conversión en un 7%.
A su vez, para animales en pastoreo se vieron por tener acceso a la sombra mejoras en el entorno a 14% en la ganancia diaria.
En lechería la sombra mejora la producción de leche: en vacas de alta producción recién paridas (más de 30 kg/día) el acceso a sombra provoca aumentos de alrededor de 5 kg/día. En vacas de lactancia avanzada (más de 200 días post parto y 30 kg/día) las mejoras en producción son de alrededor de 2 kg/día.
En vacas secas que tuvieron acceso a sombra durante el período seco, la mejora fue de 3,3 kg/día de leche corregida por sólidos para los primeros 60 días posparto, y 0,5 kg/día para toda la lactancia. En todos los casos son datos de investigaciones realizadas en Uruguay y bajo las condiciones productivas locales.
Síntomas. Proporcionando sombra y agua suficiente y de calidad al ganado, es la mejor forma de prevenir el estrés calórico, pero en el campo hay que ser práctico y reconocer de inmediato los síntomas, para actuar de rápido y evitar pérdidas de animales, como ya se han dado en corrales de engorde y establecimientos ganaderos en algunas ocasiones.
Los bovinos mantienen una temperatura en el entorno de 38,6° C y temperaturas por encima afectan su rango de confort. Por encima de ese rango de confort, sube la velocidad de la respiración de 40 a 120 respiraciones por minuto, jadeando sin parar. Ese es el síntoma más clásico del estrés calórico. Esos síntomas aumentan si el animal es arreado o sometido a mayor nivel de estrés.
“Cuando aparece el caso clínico —se ve el jadeo, se tambalea o no coordina— hay que mojar al animal lo más rápido posible. Hay que meterlo adentro del agua”, explicó el técnico del Instituto Plan Agropecuario Rafael Carriquiry a El País semanas atrás.
El profesional indicó que “hay que bajarles la temperatura rápidamente. El año pasado me pasó con terneros que estaban amamantando. Cuando se les baja rápido la temperatura enseguida se recuperan”.
Puede pasar que el animal esté tan descompensado que “le cueste bajar la temperatura corporal y eso pasa mucho en los animales adultos”, reconoció el técnico del IPA.
Puede darse que si el bovino está bastante descompesando, por más que se le moje, no muestre mucha respuesta. “Cuando está tirado jadeando sin parar, difícilmente se recupera si no se le baja la temperatura corporal”, advirtió Carriquiry. “La forma que tiene ese animal de achicar la temperatura es bajar vapor de agua por los pulmones y por eso jadea, no es que esté agitado o mucho menos, respira rápido para eliminar calor”, contó Carriquiry.